Con los puestos de castañas / sin género que vender / octubre vuelve a traer / una primavera extraña
que abriga a cuerpo gentil / y retoña los amores, / arrasando el clima hostil / del congreso del PSOE.
A Pedro nadie le puede / y arrasó sin sobresaltos. / A Pedro no hay quien le eche / la patita por lo alto
a pesar del desempleo / o el precio de la vivienda / que en Málaga va sin frenos / y que no hay quien lo detenga.
A los males, la mujer, / les anuda un lazo rosa. / Para ellas todo está bien, / para ellas nada provoca
una mirada impotente. / La fuerza de un corazón / con zapato de tacón / al cáncer mira de frente
y al mundo lo hace girar / con su latido valiente. / Y a la muerte, con un par, / le pelean y le vencen.
Cuidado con lo que ven / los niños en las pantallas, / que van al cole después / y empiezan con las batallas
de Tom y Jerry primero, / más tarde del Pressing Catch, / luego de Saw, y lo nuevo, / el juego del calamar.
Yo no sé qué juego es ese, / solo sé que ando antojado / cada vez que lo refieren / de un calamar espetado
y una cervecita helada / desde que Netflix sacara / el hype con todas sus castas. / Chiringuitos dando gracias,
como también los hoteles, / hasta arriba por la magna. / ¿Acaso es que no prefieren
los visitantes de Málaga
venir cuando todo esté / un poco más tranquilito / sin tronos, docena y pico, y todo el centro al revés?
Yo solo sé que me muero, / haya magna o no haya magna, / Málaga de mis te quieros, / por levantarte la falda.