Si a Fitur le pones una 'R' se convierte en Fritur, concepto que por mucho que les cueste creer, está ya más que asentado en el mundillo periodístico… desde hace muchos años. Para despistados o poco adentrados en la materia turística, les contaremos que se utiliza para definir todo lo que engloba una cita que tiene tanto de 'pomposa' como de 'tediosa'. Su nombre real es Fitur, se celebra cada año por estas fechas y su relevancia es tal para la industria turística de un destino como el nuestro, que reúne a media Málaga en Madrid (y lo mismo me quedo corto).
Porque Fitur es una de esas bodas de pueblo, en las que todos se conocen pero disfrutan del día, a sabiendas de que será por un futuro bonito. En este caso, el enlace es civil y supone la unión en matrimonio de un destino con ganas de seguir creciendo y un turista (que se cuenta en millones) que sigue enamorado de lo nuestro. Y como dijo aquel: "Lo que el amor ha unido, que no lo separe el hombre".
Y en esas anda Málaga, sabedora de ser la niña guapa de la clase, pero con la misma necesidad que el resto de alumnos de esforzarse para aprobar el examen. Y la prueba escrita y práctica no es poca cosa, después de la llegada del ‘bicho’ y en plena sexta ola (que sabemos que es sexta porque lo dicen los expertos). Servidor, personalmente, reconoce haberle perdido la cuenta ya a este 2020 que nunca acaba. Si dicen que van seis, serán seis. Ellos son los expertos y uno es de letras.
La feria internacional de turismo de Madrid es este año más importante que nunca o, al menos, más importante que muchas otras citas previas a la pandemia. Todas tienen su trascendencia, pero salir a flote en este año que (nos dicen esos expertos) debe ser el de la recuperación, pasa entre otras cosas por lograr consolidar un producto más que reconocido a nivel nacional e internacional, pero que no está solo en esta particular guerra por captar al turista que surgirá tras el Covid.
Tal vez por ello, no se lo pierden ni los clásicos, ni otros destinos que, sin ser habituales en la carga promocional de Fitur, se han animado este año a estar, a contar al mundo lo bueno que tienen y a tratar de seducir a esos agentes del sector que terminarán por llenar camas de hotel, restaurantes o visitas a nuestros museos.
Vale que unos días de trabajo en Ifema son algo así como aquello que siempre nos han contado sobre la vida de los perros, y la forma de cuantificar su edad: se multiplican por siete. No hay alcalde que se precie que no pase en estos días por Madrid. No hay ayuntamiento (los hay, pero muy pocos) que no vea en este escaparate llamado Fitur una ocasión de contar al mundo lo bien que se come en su terreno, lo maravilloso de su patrimonio o lo bueno de ver atardecer en uno de sus miradores. De originalidad ya vamos justos y, para el que conoce algo de esta cita anual, muchas de las consignas no hacen sino corroborar que vivimos un particular 'Día de la Marmota' en el que las cosas se repiten sin perdón una y otra vez. Pero hay que estar. Y sin esta 'penitencia', no hay paraíso.
Luce de maravilla nuestra Costa de Sol estos días, en una Puerta del Sol que le pone centro al mapa de España y que pone a nuestra provincia en el mapa. En el mapa y en la lista de deseos de miles de personas que por allí pasan. Talento para seguir innovando, espíritu competitivo para seguir creciendo en esta particular carrera de fondo que nunca acaba y mucho entusiasmo. La receta y los ingredientes están claros y en la mesa. Con el plato cocinado, queda esperar que lleguen los 'comensales' a un almuerzo llamado turismo, al que sólo el Covid le puso más picante del deseado.