El único, el revivido,

el más fuerte, el más genial.

Se agotan los adjetivos

para Don Rafa Nadal



que de púrpura vestido

en Flandes volvió a clavar

como si fuera un obispo

que se sienta en el altar



de las deidades del tenis

una pica sin igual

para arrasar en las semis

y llevarse la final



del número veintiuno

de sus torneos Grand Slam.

Como Rafa no hay ninguno,

ni lo ha habido, ni lo habrá.



Por la Sierra de las Nieves

con bastón y mascarilla

se paseó el presidente.

Resultó la comidilla,



y al día siguiente el Consejo

de Ministros decidió

que de nuevo llevaremos

mascarilla al exterior:



nadie sabe cuándo acaba

este vasto culebrón.

Solo sé que no se nada,

como dijera Platón.



Igualito que en María,

como cantó Ricky Martin,

el SAS en Andalucía

se va poner a hacer castings



y a los ocho mil que echó

los va a sustituir en parte.

Y los centros de salud

los van a abrir por la tarde.

Con un pasito patrás,

con un pasito palante,

elecciones pronto habrá

y no se sorprende nadie.



Entretanto, Vodafone,

junto a la estación del tren

se instala para traer

a Málaga innovación,



transformación, cinco Gé.

tecnológico pogreso.

Y todo eso está muy bien,

lo del hub paneuropeo,



y todas las mil quinientas.

Lo raro es que a escasos metros

hay algunos malagueños

que perderán sus viviendas



porque el pogreso no entiende

de banales chuminadas,

de gente desamparada

y autoridades silentes.



Málaga de mis contrastes,

adoro verte crecer,

pero sin prisa, hazlo bien,

que tu alma está en El Perchel,

que El Perchel estaba antes.



Y un aplauso puesto en pie

por su ancho corazón

pido para Juan Manuel,

el vendedor del cupón



de la ONCE, que se presta

para ayudar al anciano

que con rabia e impotencia

a las puertas de algún banco



llora lágrimas injustas

por su infumable servicio

mientras que los beneficios

ascienden como la espuma.



Que si el mundo digital

deja fuera a los mayores

de ese mundo yo me bajo;

que hay que respetar la edad

o pueden irse, señores,

al mismísimo carajo.