¿Cómo se dice ‘culpa’ en ruso? Aprendiendo el idioma está Pedro Sánchez, para agradecer a Vladimir Putin haberse convertido en objetivo fácil, al que ya podemos culpar de una invasión (no hacía falta que nadie nos lo dijera) o de que suba el precio de nuestra cesta de la compra. Le ha faltado iniciar una campaña para fomentar el uso del aceite de girasol en nuestra dieta, ahora que está por las nubes y que una botella del mencionado líquido se ha puesto más cara que una entrada para la final de la Champions. Que vale que para una fritura sea ideal, pero en la tostada, el de oliva no tiene rival. No cuela otro.
No está la cosa para bromas, ni la gente para escucharlas. Y eso es lo que irrita más, cuando dice el presidente del Gobierno que la inflación y el alza del precio de la energía solo son culpa de la “guerra ilegal” de Putin. Un aliado al que señalar y una excusa perfecta para decir a la gente que el desaguisado económico que nos atormenta desde hace tiempo tiene un culpable, que no vive en Moncloa. No cuela.
Primero, la pandemia; ahora, la invasión rusa. Y claro que los dos últimos años (el lunes se cumple el segundo aniversario desde aquel inolvidable primer Estado de alarma) han sido un verdadero golpe a la economía mundial y nacional. Y claro que la bofetada llega ahora a mano abierta, merced a lo que nos depara esta injustificable guerra, de quien se cree por encima del resto. Sí: el golpe ha sido duro y andábamos recuperándonos… y nos llega el ex espía de San Petersburgo, para terminar de destrozar el tablero de juego, con una invasión que despedaza familias y amenaza con destrozar economías. Evidencias que no evitan que alguno se tenga que reír, si vienen a contarnos ahora que eso del recibo de la luz o lo de tener que pedir financiación a nuestro banco cada vez que llenamos el depósito, va a ser sólo culpa de Putin. No cuela.
Por cierto: 10 de marzo y la Cuaresma en su segunda semana. Las luces de Navidad de calle Larios siguen puestas. Es ya una ‘tradición’ muy particular en Málaga, que juntemos máscaras de Carnaval con incienso de Vía Crucis. Otra de esas cosas que no cuelan. O que, al menos, no pega. Ni con cola.