Empieza la campaña. Dos semanas tenemos por delante, para escuchar a quienes concurren a las elecciones del próximo día 19. Dos semanas y un par de días, para decidir, si es que aún no lo hemos hecho, a quién entregamos el volante de Andalucía durante los próximos cuatro años (o algo menos, a saber) para que nos conduzca a un futuro que siempre soñamos mejor. Un futuro que seguro seguirá siendo de colores blanco y verde, acordes a una bandera que representa mucho de este pueblo, antes denostado y ahora venido arriba.
¡No me digan que no están emocionados! ¿Alguna idea mejor para estas próximas dos semanas? Si la tienen, no la compartan, vaya a ser que les copie este que suscribe. Nos vienen dos semanas de promesas, de abrazos con sonrisa enlatada, de fotos con el vecino al que se coloca en el plano para que todo resulte más creíble... y de gresca, que seguro la habrá también en esta campaña que pudo llegar pasado el verano pero que se vio condicionada por el adelanto más que esperado de un Juanma Moreno que se sitúa, por cierto, como principal candidato a la victoria y, por ende, a la reelección. '¡Cómo habrá cambiado el cuento en Andalucía, para que ahora lo que se estime extraño sea un triunfo de la izquierda!
En todo caso, hay mucho de juego de estrategia en estas fechas. Mucho tacticismo y demasiadas medias verdades, que solo se pueden desenmascarar cuando las urnas estén abiertas, después de esa "fiesta" (¿no había otra forma de llamarlo?) de la democracia. Como en toda fiesta, ya saben, al 'bailón' se le ve la cara cuando acaba... y no siempre la sorpresa es agradable.
Y hay motivos para analizar y para 'acertar' con lo que se elige. Hay razones para entender que Málaga en particular y Andalucía, en general, vive en el filo de una pasarela que le lleva hacia el éxito, con cifras demoledoras en creación de empresas, en relevancia para la economía o en número de personas que llegan para quedarse, incrementando nuestra población... al tiempo que se sabe en esa línea fina que le puede hacer caer a un precipicio al que han dado profundidad la crisis sanitaria, primero, y la económica derivada del Covid y de los efectos de la guerra en Ucrania, después. Andalucía es ese trapecista que les digo: se sabe fuerte, entrenado y capacitado para llegar al otro lado, pero lo que hay abajo, el viento que sopla de costado (IPC disparado, problemas de acceso a la vivienda...) amenazan con tirarle.
Tiene claro el ciudadano que en esta cita es protagonista, aunque sabe también que lo que ocurra no se podrá solo achacar a su voto. La responsabilidad colectiva llama en solo unos días a que entre todos vistamos de limpio a una criatura, hagamos de padres responsables de la misma, y asumamos que somos, al mismo tiempo, hijos de quienes consolidaron este maravilloso territorio como algo más relevante que un simple rincón de sol y playas.
Los andaluces tomamos la palabra en unos días, cuando el político haya gastado las suyas en esa campaña que ahora empieza... aunque llevemos en ella meses. ¡Ánimo, que pronto acaba!