El tobogán es una máquina simple, un plano inclinado para deslizarse de forma divertida, bautizado precisamente así por la tribu canadiense de los algonquinos. Pero esta singular rampa, a diferencia de aquellas otras destinadas al esfuerzo del trabajo, está dedicada a generar desde el ocio la sensación agradable de progresar velozmente. Como en la vida de una persona, cuanto más extenso y pendiente es el tobogán la vivencia es más enriquecedora.
Hace años en nuestra radio podía oírse un innovador programa de humor con la cabecera de Tobogán, uno de los muchos ingenios del gran maestro de la comunicación Guillermo Jiménez Smerdou. Su rampa hoy es larga, de 95 años, y aún le queda mucho por delante. Pero sobre todo alta, generando en su transcurrir enormes sensaciones y vivencias, en especial ejerciendo un magisterio que ha propiciado, como en ninguna otra ciudad he conocido, un entorno de la comunicación de extraordinarios profesionales.
El pasado miércoles, muy merecidamente, Don Guillermo fue reconocido como hijo predilecto de Málaga, luciendo con orgullo la medalla de la ciudad por la que tanto da, porque aún le queda mucho que ofrecer de su memoria, en esa precipitada forma de renacer recuerdos que son los que alimentan las raíces de una sociedad, de una ciudad.
A pesar de la intensa lluvia, de otras actividades culturales y del fútbol, el salón de plenos del Ayuntamiento revelaba el consenso social y político entorno a una personalidad deslumbrante, que buscó siempre la concordia en la redacción de sus noticias, sin vociferar retruécanos ni naderías. Su amor por el cine le llevó a organizar actividades que fueron el entremés del ya muy consolidado Festival de cine de Málaga, pero nuevamente su ingenio se puso al servicio de su devoción con algo tan singular como las películas radiadas y así llegar a todos aquellos habitantes hispanoparlantes del planeta que no podían acudir a una sala de proyección.
Que se quiten los podscast o las narraciones de youtube si es Smerdou quien nos cuenta Casablanca. Viva por más largo tiempo la Memoria de Guillermo Jiménez Smerdou, y que confirme aquella receta de Gabo que prescribía la memoria del corazón para eliminar los malos recuerdos y magnificar los buenos, y gracias a ese artificio, lograremos sobrellevar el pasado.