Carlos Moreno es el arquitecto que ideó el famoso concepto de la ciudad de los 15 minutos que ha sido tan relevante después de la pandemia. No hay ciudad que se precie que no quiera apropiárselo. Cierto es, que las ciudades tradicionales mediterráneas y los crecimientos de ensanche lo tienen bastante fácil.
Este modelo propone que la población pueda satisfacer seis funciones esenciales en recorridos peatonales accesibles. Estas funciones incluyen vivir, trabajar, abastecerse, recibir atención médica, educarse y prosperar.
El empujón final al éxito de Málaga, basado en años de buena gestión, es que la pandemia y la posibilidad del teletrabajo han puesto la mirada de muchas personas en una ciudad que participa en mayor o menor medida de un modelo como ese. Sin embargo, mantenerlo y mejorarlo requiere de nuevas infraestructuras enfocadas a ese objetivo.
Hasta ahora, en la urbanización de calles y espacios públicos han incluido la pavimentación, el abastecimiento de agua potable y saneamiento, alumbrado público, electricidad y telefonía. Hoy ya no son suficientes y nos damos cuenta de ello cuando queremos poner fibra óptica en nuestras viviendas y las compañías suministradoras nos dicen que a esa zona de la ciudad no han llegado.
Las necesidades urbanas han evolucionado y, al igual que la fibra óptica nos iguala en oportunidades digitales, la infraestructura verde nos iguala en la posibilidad de disfrutar de esa ciudad de los 15 minutos.
Más allá de la dotación de servicios sanitarios, educativos, sociales, deportivos o comerciales, en las ciudades meridionales no se puede pensar en ir caminando a estos servicios si la incidencia solar durante muchos meses nos impide usar las calles como peatones.
Para hacer esto posible es necesario invertir en árboles que refresquen la temperatura ambiente, que permitan el drenaje del suelo, que aporten sombra en las calles y espacios públicos, y que protejan los pavimentos evitando el efecto isla de calor durante la noche. De no afrontar una infraestructura como ésta, terminaremos necesitando poner un horario a las calles durante el verano.
El agua potable nos permite no morir de cólera. Las infraestructuras verdes nos permiten no morir de cáncer de piel, golpes de calor o problemas respiratorios entre otros. Y no olvidemos que nuestra población está abocada al envejecimiento y que estos problemas son mayores para este segmento de la población. Como le suelo decir a algunos jóvenes imprudentes: no te preocupes, que la juventud se cura con la edad. A todos nos llega. Pensemos de forma egoísta si es necesario.
Confort urbano
Las calles y espacios públicos dotados de vegetación y sombra son, además, una medida del confort urbano y también del nivel de renta de la ciudad. Los distritos con más árboles son los que cuentan con más renta. Obsérvenlo a partir de ahora.
Los parques públicos y los jardines privados, además de adaptarse a especies que soporten mejor la tensión hídrica, deberían regarse en su totalidad con aguas regeneradas tras haber sido usadas para el consumo humano. Esto aumentaría la capacidad de riego y permitiría una mayor superficie de parques y arbolado público, ya que mayor vegetación exige mayor riego y de agua andamos regular…
También se utiliza el agua para la limpieza y el baldeo de las calles, que además las refrescan. En el caso de Málaga, una parte de la que se utiliza es recuperada de los depósitos que se construyeron para recoger el agua que inundaba las obras del metro y de aparcamientos públicos.
Durante la ejecución de estas obras, las ingenierías tuvieron que vérselas con los ríos subterráneos que discurren por la ciudad, modificando su recorrido con los problemas que esto supuso para el comportamiento hídrico de los suelos y los edificios afectados.
Sería fantástico y muy sostenible reutilizar las aguas tratadas provenientes de nuestros inodoros, duchas y fregaderos para el riego de nuestros parques urbanos y nuestros jardines privados. También, por cierto, para limpiar con las carcher las fachadas blancas tras las tormentas de arena que se están empezando a dar y que no parece que vayan a ser fenómenos aislados. Sería fantástico recuperar las aguas de los ríos subterráneos de Málaga, cuando ya han finalizado su recorrido natural y están llegando a su desembocadura.
Abordar la consolidación de Málaga como ciudad de 15 minutos implica apostar por una infraestructura verde que la posibilite. Ésta es una tarea gigante acorde a una visión gigante de sus habitantes pues exige ser conscientes de que nuestros impuestos se inviertan en cosas difícilmente inaugurables, que además se supone que sólo sirven para mantener lo que ya tenemos: una ciudad que más o menos es de 15 minutos.
Pero son estas inversiones hechas con nuestros impuestos las que podemos considerar verdaderamente sostenibles, inteligentes y propias de una sociedad capaz de mirar más allá de cuatro en cuatro años.