Después de 14 blogs para El Español de Málaga, empezaba a quedarme sin ideas sobre qué escribir --no me dedico a la política--, así que recurrí a las redes sociales y pregunté en Twitter Málaga. La respuesta fue abrumadora y acabé con un montón de inspiración.
Gracias a todos por su contribución, ha sido otra experiencia muy típica de vivir en esta ciudad. Hoy hablaré sobre ser un extranjero que vive en la ciudad a tiempo completo y cómo difiere la experiencia de la de un extranjero que visita Málaga por un corto periodo de tiempo.
Cómo te tratan y cómo la vida en la ciudad cambia tus hábitos. Si lo aceptas, la vida en la ciudad como extranjero cambia tu forma de vivir, tu forma de comer, lo que comes y cuándo lo comes, cómo vistes, qué toleras y lo que seguirá siendo un misterio para siempre: te vuelves muy protector con tu ciudad y tu barrio.
Ya he dicho muchas veces lo abiertos, acogedores y cálidos que son los lugareños. Tienes que ganártelos, ya que cuando te conozcan por primera vez, serás un extranjero como todos los demás que han llegado aquí y lo han conseguido o han vuelto a desaparecer.
Su conducta, su actitud y su deseo de integrarse determinarán la forma en que te percibirán. Es muy importante que te recuerdes a ti mismo que fuiste tú quien eligió venir aquí, por lo que eres tú quien tiene que adaptarse a las normas, reglamentos y costumbres. Si crees que los malagueños te deben algo, probablemente hayas tomado la decisión equivocada al venir aquí. Y aprende el idioma. Es la base de todo lo que sigue.
Los visitantes extranjeros deberían adoptar una actitud similar y el 99% lo hace, es mi
observación tras casi dos años viviendo en el Centro Histórico. Si son educados, aprenden algunas expresiones en español, respetan a la gente local y a los empleados de hoteles, restaurantes y tiendas y recuerdan que son huéspedes en la ciudad de alguien, la experiencia puede ser muy especial.
En los restaurantes que visitamos por primera vez, los camareros siempre nos identifican como extranjeros, por lo que es comprensible que se repartan menús en inglés. A veces las traducciones no son lo suficientemente buenas y detalladas como para hacer justicia a los platos, sobre todo si son especialidades locales, así que siempre pedimos los menús en español y hablamos con el personal en español, lo que cambia la actitud. Hay una gran idea de negocio para ayudar a los restaurantes a mejorar la calidad de las traducciones de sus menús. Los visitantes lo agradecerán y los restaurantes se beneficiarán de ello.
El servicio es en su mayoría educado y los camareros son corteses, pero ser extranjero
también le expone al peligro del impuesto guiri; en algunos locales, pueden aparecer en la cuenta más bebidas de las consumidas o los restaurantes pueden intentar vender pescado fresco (que se cobra por peso), lo que puede dar lugar a algunas sorpresas al presentar la cuenta. Afortunadamente estas cosas son raras y ocurren poco.
Una vez que se es asiduo a un café, bar, restaurante y tienda local, la gente es muy amable, charlatana y son ese tipo de establecimientos los que se han convertido en nuestros lugares habituales.
Cuanto más tiempo vivas aquí, menos pedirás sus propios platos para comer y cenar. Compartes platos más pequeños con la ventaja de tener más platos que probar. También aceptarás alimentos que quizá no hayas probado antes. Se convierte en un maestro en el pelado de gambas, descubre y se enamora del vermú y aprende lo que hace una buena ensaladilla rusa.
Después de vivir aquí un tiempo, buscarás la mesa a la sombra y no la del sol deslumbrante. No te pedirás pintas, una caña es absolutamente perfecta. La sangría es un absoluto "no-no". Todavía hay turistas que la asocian con España y piensan que los lugareños la beben, lo mismo que pedir paella para cenar. Simplemente les digo un no rotundo. Nunca.
Empezarás a vestirte de acuerdo con las estaciones y no con las temperaturas y mirará con asombro a los turistas, que llevan pantalones cortos y camisetas, cuando nosotros aún nos ponemos nuestras chaquetas de invierno.
Los visitantes mantienen sus horarios de comida y cena como en casa, nosotros hemos
aprendido a adaptarnos para no ir a comer antes de las 14.00 ni a cenar antes de las 21.00 horas. Los hábitos del creciente número de visitantes de la ciudad son también una oportunidad para que muchos restaurantes locales abran antes de la hora habitual de las 20.00 horas, ya que hay mucha gente que desea comer a partir de las 19.00 horas. Cuando era niño y crecía en Alemania, comíamos a las 12.00 y cenábamos a las 18.00 horas en vacaciones. Ahora es impensable.
Tanto si sólo visita la ciudad como si te instalas aquí a vivir, con una mente abierta, un
corazón abierto y la actitud adecuada, estar en Málaga puede ser la experiencia que más te cambie la vida. De ti depende aprovecharla al máximo.