Una fanega son unos 6.400 metros cuadrados. Varía por zonas, pero en mi pueblo es aproximadamente lo mismo. Son 100 varas cuadradas. No debe ser casualidad que un mǔ (亩), la medida de superficie tradicional china, son 666 metros cuadrados, la décima parte de una fanega, sesenta zhang cuadradas. Mr. Zhai, antes de intentar embriagarme, sin éxito, en la cena a base de brindis de baijiu, licor de arroz de 54% de alcohol, nos acompañó amablemente a visitar una de las zonas de China más bonitas que he conocido, sin turistas, quizá porque era miércoles, hacía 40ºC y la humedad del 90% te hacían desear haber estado en Écija. Al menos el calor es seco en el Valle del Guadalquivir.
Los campos de nenúfares sobre cientos de hectáreas de lagos cuidadosamente cultivados durante milenios son impresionantes. El canal que une los dos principales lagos con el Yangtze tiene más de un milenio. Yo pensaba en Almanzor haciendo razias en Barcelona con caballos e impedimenta de mulas mientras aquí tenían inmensos canales navegables, manufacturas, sedas, comercio… y las casitas tradicionales que los campesinos mantienen a los lados del canal y las islas de los lagos, con su versión local de las gallinas, patos y ocas, y un abuelillo que lavaba su ropa al pie de su embarcadero en una lavadera de piedra, que debía tener tantos años como el canal. Nosotros lo surcábamos en una barca tradicional equipada de batería y motor eléctrico que una señora, muy curtida por el sol, manejaba con pericia.
Más de 500 tipos de lotos, con flores de todos los colores y tamaños, con todas dimensiones, eran un festival. Las ranas aquí son distintas de las nuestras, con tanta ave acuática y garzas deben ser más pequeñas y escurridizas. Si te fijas bien, hay montones de camarones de agua dulce que ellos cultivan y pescan desde hace siglos también. Para ellos son un manjar. A mí me parece que les falta la sal. Son como una quisquilla de la Caleta de Vélez, dulzonas.
Las mariposas, la inmensa masa acuática cubierta de un manto verde, las riberas plantadas de arroz, esperando la segunda cosecha del año, que me dice el señor Hu que es la mejor porque se produce más lentamente y da una mayor calidad. Un mǔ亩, da una tonelada de arroz por cosecha. Me pareció una pasada, le insistí, ¿1000 kg? -Sí, una tonelada métrica – me aseguró. En Málaga una hectárea da 2480 kg de trigo. Una fanega serían 1587 kg. Por eso hay tantos chinos en China, pensé, porque han podido alimentarlos con casi 6 veces más producción por metro cuadrado.
Para visitar los nenúfares han construido diques elevados plantados a cada lado de cipreses de los pantanos, altísimos, verdísimos y rectos, como el ciprés de Silos del poema, pero con sus hojas lanceoladas suaves y lacias. Mantenían fresco y a la sombra el pasillo por el que íbamos viendo las preciosas flores del escudo Borbón.
Las flores y las semillas se comen, las hojas se hierven y en tortilla o salteadas, como si de espinacas se tratase, son deliciosas. Las campesinas estaban limpiando los tallos de las hojas que friegan con un estropajo de aluminio hasta que quedan verde clarito y sin rastro de piel, algas o barro del lago. La raíz también se come y tiene en la medicina tradicional usos terapéuticos, me explicaba el Sr Zhai.
Yo solo pensaba en los contrastes del país, en mi llegada al aeropuerto de Pu Dong y mi trayecto hasta Hong Qiao donde tenemos nuestras oficinas de Premo Shanghai. Me recogió un conductor con un vehículo de la talla y confort de un Mercedes, pero chino, eléctrico de la marca BYD. Cuando dos semanas antes de que se supiera lo de Wuhan en 2020 me fui de China, por este aeropuerto, me dejé una China que difícilmente vuelva. El salto en tecnología y electrificación del transporte ha sido cuántico. Este año han fabricado 6 millones de coches eléctricos, más de la mitad de todo el mundo. Las ciudades están llenas de ellos, han puesto una matrícula verde a los coches eléctricos y por las carreteras de Shanghái, una vez hace 25 años, llenas de Volkswagen Santana negros, hoy pululan de una enorme variedad de marcas y modelos de vehículos eléctricos muchos 100% chinos.
Mi compañero Jorge Martín, madrileño de origen salmantino, me dice que lo que más le sorprende de España cuando vuelve es que todo sigue exactamente igual. Aquí todo cambia a una enorme velocidad. Veo en el camino de vuelta a Shanghái las montañas tupidas de bambú con los tejados arqueados de las pagodas y los aerogeneradores arriba y es como si lo trascendente sea inmóvil y lo accesorio, los medios, cambiaran a la velocidad del rayo.
En uno de los libros de Alfonso Guerra, Dejando atrás los vientos (Espasa, 2006), recordaba que Deng Xiaoping le preguntó cuánto teníamos que invertir en España para subir la renta per cápita un dólar. Si supieran aquí el pastón que llevamos invertido y ahora acabamos de superar el de 2019 (29.350 USD en 2022) y nos queda muchísimo para llegar a los 35.500 dólares de 2008….
Aquí no se puede hacer nada sin móvil o si no te registras en WeChat. Whatsapp no va. Tu tarjeta SIM no te da acceso a tus redes sociales, el acceso a los periódicos españoles o los podcasts de la SER es imposible sin comprarte una red privada virtual que encripte tu tráfico y te conecte con un servidor de fuera. Todo, desde el control aduanero, los pagos, hasta el control de salud es digital y con el escaneo de un código QR en el móvil que los chinos usan para pagar, para ligar, para comunicarse para informarse. Los campesinos que venden sus hortalizas en las veredas tienen un QR para que les pagues con el móvil. El certificado digital de empresa es una tarjeta SIM.
No pueden acceder a LinkedIn ni a Amazon, pero tienen JD.COM, o Alibaba. No tienen Wikipedia, pero tienen Baidu Enciclopedia y el proceso para subir cualquier información es riguroso y requiere que acredites con evidencias todo lo que subes. No tienen YouTube, pero tienen BiliBili, tienen Tik Tok, obviamente, pero BiliBili tiene 65 millones de usuarios diarios que ven vídeos de alta calidad.
Nuestra directora de marketing de Shanghái maneja un universo de redes y nos conecta con una web china 100% alojada aquí en su territorio y detrás de los cortafuegos https://www.grupopremo.net/ con una red de redes 100% china. Estos no han caído en la trampa de abrazar la economía digital para que se forren otros. La han abrazado y mucho, pero los datos y la riqueza se queda en el país. Eso también es soberanía. China tiene 12.000 USD per cápita en 2022 pero en 2008 estaba en 3.468USD. Ellos multiplican por 3.5 mientras nosotros bajamos un 18%. Mira qué bien.
Me dicen unos chicos muy majos que conozco en el Starbucks, que está por todas partes, que la gota que colmó el vaso y enojó al pueblo fue ver que, en el mundial de fútbol de Qatar, estaban no sólo los irresponsables occidentales sino todo el mundo incluyendo árabes, indios, africanos, todos allí sin mascarilla y disfrutando del fútbol. ”Nos decían que los europeos y americanos estaban locos y que había que seguir con las restricciones, pero vimos que éramos los únicos que estaban en esa situación. Hubo protestas y hubo corrección”. Desde enero se puede venir, pero a un país distinto. El aeropuerto de Pu Dong tiene muchos menos pasajeros, muchas de las tiendas y restaurantes están vacíos o cerrados. Lo mismo pasa con la infinidad de tiendas que había bajo la enorme estación de Renmin Square en pleno centro de Shanghái a los pies de la calle más céntrica y comercial, la Nanjing Road. La mayoría cerradas.
La directora del Bank of China en la ciudad en la que abrimos la nueva fábrica podría ser cualquier joven de clase media de cualquier ciudad asiática. Zapatillas blancas de tenis con suela de 4 centímetros y cordones de colores. Una pulserita en el tobillo blanquísimo de una piel cuidada y alejada del sol, una falda evasé a media pierna con volantes, vaporosa. Una camiseta con el logo de Adidas dorado, en el pecho, un bolsito pequeño de Gucci con su cinta ancha verde y burdeos cruzado en bandolera. Una felpa rosa le despeja la frente y le recoge una melena muy cortita con unas suaves mechas cobrizas.
Es una chica de menos de 30, imposible para mi saber la edad de una mujer china que se cuide, pero reconozco la capacidad y la inteligencia. Estuvimos dos horas en sus oficinas, hicimos las gestiones, degustamos un té de Anhui bajo un enorme cartel con 8 derechos de las personas mayores y discapacitadas para el acceso a los servicios financieros. Vi cómo los ancianos se acercaban a su ventanilla, con prioridad para las personas mayores y les prestaban el respeto que aquí tienen los seniors y se iban con sus yuanes. La oficina debía tener 500 metros cuadrados. Todo funcionaba bien, equipos diligentes, todo mujeres.
No hay ningún banco occidental que tenga ni más tecnología ni recursos en sus oficinas. La presidenta de la rama provincial había venido a conocernos. Una mujer madura, ésta vestida con el uniforme del banco, un pantalón gris marengo, una camisa de rayas de manga corta con ribetes blancos y un pañuelo de cuello de seda. El reloj y la piedra del anillo evidenciaban la clase social. Ninguna llevaba pendientes. Hablamos de inversiones, de capex, de estructura de balance, de circulante y de financiación, de instrumentos, de coste de capital, de mesa de tesorería. Profesionales, competentes, capaces. Sus ordenadores tenían un salvapantallas en el que aparece el mapa del mundo con China en el centro, Zhōngguó, china en chino significa el reino del centro y, lógicamente, así se ven. En ese mapa, nosotros estamos en el extremo occidente. Pensé que 2000 años después, el Mare Nostrum era el Pacífico, China (Cartago) a un lado, Estados Unidos (Roma) al otro. Mientras comercien estará bien. Si no, tendremos trampa de Tucídides de nuevo.
La cena con la secretaria del Partido transcurrió por un camino inesperado. Debía ser una cortesía mutua, ella anunció que tenía otro compromiso y debería marchar pronto. A mitad de la cena se ausentó un momento, fue al reservado de al lado, hizo acto de presencia, brindó por cortesía con los vecinos a los que la tradición de los reservados en los restaurantes nos impidió conocer y volvió para hablar de lo que a mí me apasiona. Por la mañana habíamos estado con el gobernador. Aquí me acordé del PNV, el Euskadi Buru Batzar y el lehendakari. Todos son del partido, pero unos gestionan y otros hacen y validan las políticas. Una cosa es el partido y otra cosa es el gobierno.
Hablamos de Historia, de la primera globalización, de los jesuitas, del Galeón de Manila, del primer sistema monetario mundial basado en moneda de plata hispánica y del importante intercambio de plata por manufacturas que acababan en Hispanoamérica y Europa a través del comercio con la España americana y europea, de las cartas de navegación de los mares del Sur, el Pacífico, que durante 60 años ningún otro europeo navegó.
Le hablé de que somos de las pocas naciones europeas con actividad ultramarina que nunca tuvo ningún conflicto con China, que nosotros también pensamos que el comercio se consigue mediante la libre voluntad de las partes y no por coacciones. Le hablé de que la emancipación de los virreinatos americanos y la ruptura de ese comercio tras el Grito de Dolores y la ocupación de Filipinas por los EEUU causó la crisis monetaria china y la caída de su última dinastía, por el cambio de patrón plata a oro, y el cambio de referencia monetaria.
Cientos de miles de chinos pobres se fueron a Norteamérica a hacer el ferrocarril, o el canal de Panamá en penosísimas condiciones. Muchos murieron. Stanford, que controlaba el comercio marítimo y el ferrocarril en California, fue un activista anti chinos que se opuso a que tras décadas en los EEUU obtuvieran derecho al sufragio. Desconocía que los mismos que les llaman dictadura no dejaron votar a los descendientes de chinos en los EEUU hasta 1952. No conocían que los primeros dólares se emitieron con garantía de la corona hispana y con referencia al real de a 8, el dólar español, el peso duro o peso fuerte acuñado desde 1497 y fue la referencia del dólar americano hasta final del siglo XIX pero también del Yuan y del Yen.
Le hablé de la moderna Ciencia y la Tecnología chinas, de cómo han evolucionado, de lo que admiro a algunos de los investigadores y trabajos de profesores de física, electrónica, materiales avanzados de su mejor universidad Tsinghua. Le conté que en España las empresas nos estábamos juntando con las instituciones públicas y las universidades para hacer proyectos de innovación orientados al mercado. Se le iluminaron los ojos. Empezó a llamar por teléfono. Me preguntó si queríamos hacer una cena protocolaria con brindis y tal o si queríamos ver algo interesante. Le dije que lo segundo. Canceló su agenda. Me libré del baijiu por el bien de mi hígado. Hablamos de nuestra filosofía de la triple P, trabajar para People, Profit y Planet, de cómo pensamos que no se puede tener sólo una de ellas y que el equilibrio en este triángulo era clave para el desarrollo sostenible de la sociedad, las empresas, la economía y el medioambiente.
Las mujeres con autoridad política me fascinan. Ejercen su poder de otra forma, son pragmáticas y empáticas. Pensaba que era mucho más joven hasta que hablamos de hijos, le enseñé una foto de la mía de año y medio y me dijo que la suya tiene 26. Hubo una gran sintonía, paseamos por el lago del sur de la ciudad hasta una isla en la que habían preservado una granja. La casa principal estaba como en 1950, era más o menos cuando redactaron su constitución tras su guerra civil. La casa de al lado estaba como en 1980. En un almacén de aperos tenían las herramientas. No me tuvo que explicar mucho, la cocina de la primera era como la de mi abuelo en Bobadilla, ventanilla con portezuela de fundición para la leña y plancha caliente en la que se mantenían los pucheros, las herramientas, azadas, rastrillos, amocafres, hoces, guadañas, trillos, arados, adaptadas al cultivo del arroz tampoco me las tuvo que explicar.
Le expliqué que en 1950 nosotros también acabábamos de salir de una guerra civil hacía una década, pero que en España ganaron los nacionalistas y que hubo que reconstruir el país y sacar a muchos miles de la pobreza. Los planes de estabilización y la apertura en España empezaron 30 años antes que en China. Nosotros tuvimos nuestro milagro, y de 1960 a 1980 nuestro PIB per cápita se multiplicó por 15,7 hasta que nuestros “socios” europeos nos convencieron de que no éramos competitivos y teníamos que cerrar fábricas haciéndonos caer un 25% hasta 1986.
Ellos lo han superado y están muy orgullosos de ello. Le conté que la gente que no conoce el gran salto desde 1960 a 1980 de España, empieza a dar síntomas de hastío y que a ellos les puede pasar también. Las generaciones que perciben un gran progreso con un gran esfuerzo son diferentes de las que creen que el legado recibido es una posición consolidada y que con una demografía decreciente y generaciones que desconozcan el estado del que se partía puede entrarse en una época de falta de ilusión. Me fui al hotel a escribir estas líneas pensando que no somos tan distintos, ni nosotros ni los causantes de nuestros desastres históricos.