Svante Arrhenius fue el primer sueco en obtener el Nobel de Química en 1903. Pasó su vida entre la Química y la Física. Esta semana, el ex presidente del CSIC, Rolf Tarrach, catedrático de Física teórica, rector de la Universidad de Luxemburgo y presidente de la Asociación Europea de Universidades, nos lo ha recordado en una entrevista al diario ARA, tras su conferencia en el Círculo Financiero de La Caixa. Resulta que hace 130 años que el Nobel sueco nos demostró que la cantidad de CO2 en la atmósfera aumenta la temperatura. Fue un pionero de la electroquímica. Hoy las baterías, tan importantes para la electrificación del transporte y revertir el cambio climático originado por los combustibles fósiles, se basan en los desarrollos de sus teorías. Hemos estado 120 años remando en la dirección equivocada, en la fácil, quemar, quemar, quemar. Con la verdad científica de que calentábamos el planeta y sin tomar medidas, plantar, reforestar, impulsar mucho más las renovables, la fisión y la fusión.
Ante la pregunta sobre la posible reversión del cambio climático, el Dr. Tarrach responde una verdad terrible. Una molécula de CO2 en la atmósfera se queda ahí una media de 200 años. Se me heló el corazón. Con el gráfico de emisiones de CO2 disparadas en la cabeza, ni parando en seco frenamos esto a tiempo.
Recuerdo la película, No mires arriba, con el profesor (Di Caprio) y su doctoranda (la también oscarizada Jennifer Lawrence), en el despacho oval, explicando a la presidenta (Meryl Streep) que en menos de 6 meses un cometa de un tamaño que destruiría la Tierra con toda certeza, 99.9% de probabilidad, impactaría en nuestro Planeta. La presidenta responde que ahora que en pocas semanas son las elecciones no se puede hacer ni decir nada porque, si no, las pierden.
Es justo lo que Tarrach dice. Si un científico entra en el despacho de un político y le habla de probabilidades de un suceso o un evento, lo más probable es que le invite a marchar.
Tras las vacaciones se me había desconfigurado la radio digital que me acompaña en la montaña. El auto sintonizador me puso en la memoria número 1, donde siempre tengo mi emisora favorita, una emisora que no citaré. El debate era terrible. Unos cuantos insensatos cuestionaban el calentamiento global, las medidas timidísimas que se están tomando y explicaban que todo favorecía a los enemigos de occidente, en particular a China.
En septiembre de 2021 leí un artículo sobre una investigación en Harvard de Geoffrey Supran en el que se definía la estrategia de las grandes petroleras para retrasar la toma de medidas por el cambio climático. Los melones de la tertulia de la emisora habían comprado buena parte de la mercancía averiada y la estaban repitiendo en horario de máxima audiencia.
No daba crédito, tras un verano tórrido, con las reservas hídricas esquilmadas, los 200 litros por metro cuadrado en Alcanar, y los 8 fallecidos de la Dana, los 14 fallecidos y destrozos en Grecia con 800 litros por metro cuadrado y la recarga de energía de Daniel en el mediterráneo para pasar a Libia y seguir haciendo daño en Egipto.
Vuelvo a ojear las partes subrayadas del libro de Michael E. Mann The New Climate War (Ed. Scribe Publications). “El 71% de las emisiones globales provienen de 100 compañías, pero las empresas de combustibles fósiles no han asumido ninguna responsabilidad. Por el contrario, han estado treinta años culpando a los individuos del cambio climático”.
Yo leí el libro con una cierta esperanza. No todo estaba perdido. Hoy, no lo veo tan claro, si lo sabemos desde hace 130 años, si los modelos de calentamiento global que tenían las petroleras eran más precisos que los de los ecologistas y ratificaban el impacto del calentamiento desde al menos 1970, que anticipó Arrhenius, y si se tardan 200 años de media en retirar el CO2 de la atmósfera, esto ya no va solo de lo que dice Mann. Hay que capturar CO2 a toda velocidad y con fuentes renovables, claro.
Cuando veo que solo el 10% de los fondos Next Gen han llegado a las empresas y lo que tardaremos en lo del Hidrógeno de origen renovable y lo importante que es que primero haya una gallina (muchas renovables) que ponga el huevo del hidrógeno, que están esperando a Godot, sin avances relevantes, me desespero.
La producción de aerogeneradores y la de silicio solar debería ser un asunto no sólo estratégico o de Estado sino de seguridad nacional y planetaria. Deberían fabricarse como las armas, con criterios de estrategia y no solo de mercado.
No sólo no se deberían poder cerrar plantas de eólica, como está haciendo Siemens Gamesa en España, sino que deberían tener un macro pedido de la UE, como con las vacunas, y 10 veces más producción. Todo el mundo a producir renovables y a asegurar el almacenamiento competitivo para poder retirar CO2 de la atmósfera a toda velocidad. Los mares llenos de aerogeneradores como, desde hace años, las economías más avanzadas de Europa hacen en el Mar del Norte. No se preocupen las petroleras que vale mucho más el crudo hecho polímeros y nuevos materiales avanzados que quemados. Y como tienen dinero pueden invertir en este nuevo proyecto, del que no deben tener el control porque ya vemos cómo se las gastan.
Cuando se encarga una fragata o un portaaviones no se hace por criterios de mercado, sino por estrategia y seguridad. Pues ya podemos ponernos a 4 turnos en todas las plantas que puedan producir equipos para renovables. Todos preocupados por la entrada saudí en Telefónica, fantástico, es importante, pero no habrá Telefónica si nos hemos extinguido antes.
La fiebre privatizadora de los alumnos de Thatcher nos ha dejado sin Endesa, con Repsol en manos de extranjeros, con Iberia de British, con Telefónica asaltada pero ya con gran participación de fondos extranjeros, etc… Mientras tanto Italia controla Enel, y Francia EDF y mantiene participaciones en Renault y Stellantis. Una cosa era que las empresas compitieran y no fueran monopolios estatales y otra vendérselo todo. Fuimos los campeones, entramos en el Euro y gestionamos tan mal nuestra cuota de votos que somos irrelevantes en la UE. Lean a Javier Elorza, “Una pica en Flandes” (Ed. Debate) que hasta aboga por la conveniencia para España de que Turquía entre en la UE en un interesante y bien informado análisis de uno de nuestros mayores expertos en UE y diplomacia.
Quizá haya llegado el momento de hacer el Airbus de las renovables en Europa, aún hay tecnología y capacidad productiva, uniendo Alstom, Siemens, Vestas, impulsando un gran campeón y una verdadera red eléctrica europea compartida en manos de un gran operador verde. El reto es enorme, los grandes operadores de países adversarios son mucho mayores que nuestras eléctricas y nuestras industrias. Por cierto, eso sería muy tractor de industrias como la Electrónica de Potencia en la que la UE y España tienen campeones mundiales, incluida la producción de Carburo de Silicio para semiconductores, no los voy a mencionar no vaya a ser que los compren. Primamos la competencia y el libre mercado, pero disponer de energía verde abundante y barata es una cuestión de vida o extinción. Y no se asusten, hay mecanismos para que esto sea una oportunidad público- privada, eso sí, europea y con el Kilovatio hora renovable igual para toda la UE y aranceles crecientes a los combustibles fósiles que paguen el coste.