Esta semana hemos asistido a un debate repleto de demagogia sobre inmigración. Mi excolega experto en sostenibilidad y profesor de ESSCA, Germán Galbeño nos ha llamado la atención sobre el asunto a propósito del informe de la ONU sobre población ( World Population Prospects ). La población mundial alcanzará su pico de 10.300 millones de personas en la década de los ochenta de este siglo. Esto tendrá implicaciones significativas para nuestro sistema de pensiones, la inmigración, los negocios y la gestión ambiental. La edad media global sigue creciendo y se espera que alcance los 38 años en los años 60 de este siglo, comparado con los 20 años en los años 50 y 60 del siglo pasado.
En este contexto, la esperanza de vida también seguirá aumentando. En 2024, se prevé que sea de 73,3 años, lo que supone un incremento de 8,4 años desde 1995. Dentro de 30 años, se espera que esta cifra alcance los 77,4 años. En España, se espera que la población alcance su pico este 2024, y luego disminuya hasta los 44,1 millones de habitantes en 2054 y los 32,1 millones en 2100. Este dato es trágico y debiera haber sido portada en todos los telediarios.
No hay evidencias históricas de que un país haya sido capaz de mantener su economía, sus estándares de vida ni su influencia en su contexto internacional con una caída sostenida de su población. Estamos viendo cómo en Japón fallan todas las medidas y su población neta decrece desde el año 2010. El país del sol naciente alcanzó su pico de inmigrantes netos el 2019 con 300.000 inmigrantes, y el último registro es de 180.000 en 2023. Una cifra tan insuficiente que en estos momentos la proyección más probable apunta a que pasen de casi 130 millones de habitantes en 2022 a menos de 80 millones en 2100.
A final de siglo Japón habrá perdido casi 50 millones de habitantes. Y su población estará muy envejecida. Por mucho que mejore la productividad, sólo una reversión drástica de la natalidad y aún más drástica de la inmigración puede hacer que Japón no caiga en la irrelevancia en su contexto de Asia Pacífico y en el contexto global.
El caso de España no es halagüeño tampoco. El reto de mantener un país con un 30% menos de población activa es solo superable con innovación, productividad, y flujos migratorios tan ordenados como planificados y masivos. Sí, masivos. Lean los informes del Banco de España. De facto, los españoles de América siguen viniendo (34.000 colombianos, 15.000 venezolanos, 13.000 argentinos,… en 2023) , y cada vez más cualificados, emprendedores e inversores, con cultura y valores comunes.
En un momento en que el empleo está en máximos, el PIB crece más que la media y no hay adonde ir de vacaciones sin subidas menores al 10%, parece un mensaje agorero. Pero solo la mirada a largo puede anticipar retos y oportunidades, solo las luces largas pueden ayudarnos a hacerlo mejor que los demás. En demografía estamos peor que la media europea (que es muy mala) y peor que la media del sur de Europa (que es pésima).
Hay apologetas del decrecimiento que nos animan a pensar que esto es bueno. Pensando en que la presión demográfica total sobre el planeta es insostenible. Y en parte tienen razón, pero no se trata de que unos países que tienen altos estándares de vida y desarrollo se ahoguen por falta de población y otros se ahoguen por sus excesos y sus faltas de sistemas capaces de garantizar la redistribución de su riqueza.
En el año 2023, el Tablero Europeo de Innovación colocó a España en la posición 16, marcando un modesto pero significativo avance en comparación con años anteriores. Estuvimos en la posición 21, una vergüenza, y así lo denunciamos en todas partes. Hubo lumbreras que decidieron dejar de dotar los presupuestos públicos para ciencia e innovación en el momento en que Alemania, Francia o EE. UU. los multiplicaban.
Este año, según el informe más reciente del European Innovation Scoreboard, España ha ascendido dos posiciones, situándose en el puesto 14. Este progreso refleja un esfuerzo continuo por mejorar nuestra capacidad de innovación, crucial para el crecimiento económico y la competitividad global. Es un avance significativo que debemos reconocer. No estamos solo para criticar cuando vamos mal.
Falta mucho, en incentivos fiscales, como hace EE. UU. o Francia. Falta mucho para discriminar ciencia de innovación, y que se cree como en Suecia un Consejo Nacional de Innovación. Falta mucho para que la Innovación esté anclada a una Vicepresidencia económica y para que se entienda que adoptar tecnologías no es innovar. Falta mucho para que se entienda que innovar va de correr, de ser los primeros, de agilidad, algo incompatible con la arquitectura decimonónica del Estado. Al final, los que más innovan lo hacen a orillas del Estado y con desventaja competitiva respecto a los estados emprendedores como EE. UU., China, Corea del Sur, Singapur, Taiwán, Israel… El pacto de Estado por la Innovación se hace urgente.
El anteproyecto de ley de industria y autonomía estratégica, expuesto esta semana a información pública, se enfoca precisamente en aspectos clave para tener una industria innovadora y competitiva. Busca fortalecer la competitividad y la sostenibilidad industrial en España. Los objetivos de esta ley encajan perfectamente en el reto de mejorar la productividad y alcanzar la neutralidad de emisiones de CO2.
La nueva ley tiene varios objetivos clave, que incluyen:
1. Transformación Digital y Sostenibilidad Ambiental: La ley busca impulsar la digitalización de la industria española, integrando tecnologías avanzadas y promoviendo la sostenibilidad en los procesos productivos.
2. Apoyo a la Competitividad: Se introducen medidas para mejorar la competitividad de nuestras empresas, con especial atención a la internacionalización y la protección de sectores estratégicos intensivos en energía.
3. Resiliencia y Autonomía Estratégica: Fomentar proyectos industriales estratégicos y la creación de ecosistemas industriales que puedan resistir y adaptarse a crisis futuras.
4. Talento e Innovación: Promover el talento industrial y la innovación, incentivando la creación de nuevos productos y tecnologías, y apoyando la propiedad industrial.
El año pasado en European Innovation Scoreboard, compartimos que España debe seguir enfocándose en la innovación para cerrar la brecha con otros países europeos. Aunque hemos mejorado, aún competimos con naciones que tienen sistemas fiscales de incentivos más favorables para la innovación, una deficiencia que permanece y abordamos en Hacienda contra España. .
A pesar del progreso, persisten desafíos significativos y amenazas a nuestra industria. La productividad sigue siendo un área crítica. España necesita mejorar su productividad en un 100% en los próximos diez años y hacerlo de manera sostenible, con cero emisiones de CO2. Este objetivo solo se alcanzará a través de una innovación continua y una mejora en nuestras políticas industriales.
He tenido el privilegio de participar representando a Ametic en El Foro de Alto Nivel de la Industria Española, que reúne a los principales actores del sector. Ha subrayado la necesidad de una política industrial a largo plazo, no sujeta a los ciclos políticos, como elemento fundamental para garantizar el progreso y la cohesión social en España. Esta semana tuve la ocasión de compartir en Polaris, el podcast más serio sobre tecnología e Innovación que conozco en España, con Francisco Marín sobre este aspecto que ha abordado recientemente el Grupo de Reflexión de Ametic.
En el anteproyecto de Ley hay al menos 6 menciones a las empresas de tamaño intermedio. Esos grandes campeones ocultos que exportan más, crecen más, pagan mejores salarios, están más internacionalizadas, innovan más, resisten mejor las crisis y tienen un mayor peso manufacturero e industrial que la media de nuestra economía. Soy optimista porque el mensaje de Cre100do, de todos sus miembros y patronos va calando.
Soy optimista porque en los asuntos importantes, a pesar de la demagogia y el populismo, hay un debate serio y se van tomando medidas. Faltan muchas, pero hay avances.
Esta semana tuve el honor de participar de nuevo en el Think Tank de Alto Nivel de la Industria que organiza la Consejería de Industria, Energía y Minas de la Junta de Andalucía. Cada sesión está trufada de propuestas, ideas, y aportaciones de múltiples sectores, desde la minería, a la química, la farma, o las TICs. Cuando ves al equipo de la consejería al más alto nivel escuchando activamente, debatiendo, intentando entender, tomando notas y muchas veces, de reunión en reunión, ya se han adoptado medidas en la línea de lo que las industrias proponen para poder mejorar, crecer y crear valor de manera sostenible, soy muy optimista.
No somos conscientes de la importancia del logro de Hispasat y la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones de que el 100% del territorio tenga banda ancha. Hay que reconocerlo y agradecerlo porque son palancas para que la nueva economía llegue a todas partes y se pueda innovar a costes competitivos en nuestros queridos y bellos pueblos. Vamos mejor.
Con un enfoque positivo, cada avance en el ranking europeo de innovación nos acerca más al top 10, una posición que deberíamos aspirar dado el tamaño y el potencial de nuestra economía. Si logramos mantener este ritmo de mejora, pronto estaremos entre los líderes europeos en innovación. La nueva ley de industria y autonomía estratégica es un paso crucial en este camino, proporcionando un marco legal y estratégico que apoya el crecimiento sostenible y la resiliencia industrial.
El camino al infierno está asfaltado de buenas intenciones. Para hacer cosas necesitamos personas, formadas e ilusionadas. Esta semana Alcaraz puede ganar Wimbledon, y la absoluta la Eurocopa. España está en una trayectoria ascendente en términos de innovación, no hay dudas sobre la importancia de tener una industria fuerte y competitiva, pero debemos seguir trabajando en nuestras debilidades (fragmentación administrativa, falta de pactos de Estado, fiscalidad, inversión privada en innovación) y aprovechar nuestras fortalezas (talento, energía renovable y competitiva, grado de digitalización e infraestructuras de comunicaciones y oportunidades en IA, redes 6G y SDV’s). Con el compromiso y la colaboración de todos los actores, podemos lograr un futuro más innovador, productivo y sostenible.