Me ha mandado una foto Xavier Pericas esta mañana al WhatsApp: “¡Te veo fenomenal!” Me pregunto de dónde la habrá sacado. No me reconozco. Al cabo de un rato, me llega la misma foto de Eva Lorente, periodista siempre atenta a la innovación.

Me acaban de llamar de Canal Sur Radio y he vuelto a explicar que esto es mérito de muchos, pero sobre todo de autoridades serias en todos los niveles de la estructura del Estado, que han dado un enorme salto al vacío, escuchando, entendiendo, y apostando, como un día nos dijo Nadia Calviño en petit comité, que sabía que esta era una apuesta a muy largo plazo que España no podía dejar de impulsar. Lo de hoy ha sido un acto de Estado con todas sus administraciones comprometidas.

Yo estaba, como el día de mi boda, deseando que sucediera, contento, ilusionado y nervioso. Un día de terral, mira que tenemos buena fama de que en Málaga siempre (o casi) hace 10 grados menos que en el Valle del Guadalquivir. Me levanto de madrugada y me dejo a mi Carmen en la guarde el día de su santo en el que en El Palo está toda la Málaga que mira al mar, la de los pescadores y marineros, preparados para subir a la Virgen a una barca de inspiración fenicia, una jábega llena de flores, fe y la visión de la vida contingente de los que se echaban en esos cascarones de nuez al mar, a buscarse la vida y a encontrar, a veces, la muerte.

Me acordé de mi abuelo Pepe y de su fe a la Virgen del Carmen. Me acordé de aquellos hombres que al amanecer sacaban el copo. Las manos encallecidas, la nuca curtida por el sol. Me acordé de lo que se dice en el pueblo sobre los devotos de la Virgen ante la muerte: que ponen los pies descalzos en el suelo antes de morir. Pensé que quizá era el sueño del marinero devoto ante la tempestad o la enfermedad en el mar, poner por última vez los pies en tierra, que los suyos le pudieran velar y dar sepultura.

Me vienen recuerdos de infancia en el Rincón de la Victoria en una moraga con mis padrinos y mis primos el día del Carmen. Fenicios, jábegas, Astarté, la Virgen del Carmen, pueblos del mar que son generosos y hospitalarios y ven la vida contingente, nada en lo profundo de la cultura cambia tanto. Imposible no pensar en los cayucos cargados a tope rumbo a Canarias y en esa niña de dos años.

Pienso en mi Elena con sus 5 semanas y leo el correo que me ha escrito la joven ingeniera Alba Correal que con sus 21 años ha sido premiada por una iniciativa relacionada con los chips y la tecnología. Me escribe con desparpajo, me tutea y me dice que le gustaría trabajar con nosotros. Me encantan estas nuevas generaciones de chicas jóvenes STEM que están seguras de ellas y dicen lo que quieren, con claridad.

Siempre he pensado que la condición necesaria para vivir un sueño es soñarlo. Pienso en mis niñas y me alegra que haya tantas ingenieras abriéndoles este camino, aspirando sin complejos a ser las mejores. Un día mí Elena y mi Carmen, si quieren y les gusta, podrán trabajar en la más alta tecnología en nuestra ciudad. No tendrán que irse. Trabajaremos para que tengan unas alas grandes y vuelen donde quieran, pero lo de hoy, por lo que estoy viendo a mi admirado y querido amigo Felipe Romera emocionado, es un paso de esos que nos decía Nadia Calviño.

Buscando en el baúl de los recuerdos Nuria encontró una foto con Clara, Natalia y Felipe hace 10 años. Los tengo aquí diez años después y pienso en lo importante, y lo accesorio, en que el valor, como dicen los asiáticos, la prosperidad y el éxito crecen en el árbol de la paciencia. He escapado recientemente de la presión del corto plazo de las luces cortas y en este momento ni me reconozco. Estoy bronceado por el sol del parque infantil, sonriente, relajado. El ministro Escrivá hace un discurso y una defensa magnífica de lo que supone que IMEC se instale en España. En el patio de butacas se comenta que tiene una cabeza formidable.

Hace un año hablé con un chino que leía en el Muelle 1 La Sangre de Colón y divisaba las torres de las plantas de semiconductores a lo lejos.

No me invitan a muchas tomas de posesión de secretarios de Estado y cuando lo han hecho casi nunca me lo ha permitido mi agenda profesional, pero la jubilación de Roberto Sánchez, percibida inicialmente como una posible pérdida de un magnífico secretario de Estado de Telecomunicaciones nos trajo un regalo mejor. María González tenía allí delante a algunas de sus personas más queridas. En la primera fila, y los miraba con amor, complicidad y un orgullo recíproco. Los liderazgos fuertes y con cabezas bien amuebladas, y el de Calviño lo era, dejan equipos de gran nivel y una huella que perdura. La apuesta por los Semiconductores la asumió en su mayor parte la SETELCO con excepción de unos cuantos proyectos que corren muy distinta suerte desde Industria. Imposible no comparar. Mismo Gobierno, distintos equipos, distintas formas y motivaciones, distintos resultados.

A mi derecha tenía al representante de Unicaja, un actor privado que ha puesto el combustible que pone la nave en órbita. Siempre hacen falta muchos elementos, la misión, la visión, la estrategia, la intendencia, y lo que muchos pocas veces entienden, los primeros recursos para un MVP. “Ezequiel, has creado una gran expectativa. Esto te da crédito para un año, como mucho”, me dijo Felipe cuando formalizamos con Mayoral, Sando, Myramar, Ayuntamiento y Junta de Andalucía la Fundación Ricardo Valle con el propósito primero de poner Málaga, Andalucía y España en el mapa de los grandes retos estratégicos de tecnología e innovación y los Semiconductores era el primero.

Poner las velas a favor del viento, compartir una visión, unir y unirse, contar con una patronal como Ametic, con las empresas, con un pequeño equipo tan excelente como difícil de liderar, asegurar financiación para desarrollar la actividad y, lo más difícil, en un clima de polarización en todo el mundo, de demagogia y populismo, sacar de la arena de la demagogia este asunto.

Allí estaban tras meses de trabajos conjuntos, sentadas juntas y en buena sintonía la consejera Carolina España, con su equipo, y la Secretaria de Estado María González con el suyo, incluido el Comisionado del Perte Chip Jaime Martorell que lleva trabajando sin descanso y con larga visión, con discreción y un equipo muy pequeño pero excelente para que las lecciones del pasado nos sirvan.

Importante, por ejemplo, la inversión en las Cátedras Chip. Entender que dotar recursos para formar en tecnologías clave al sistema de educación superior con compromiso de las empresas para que haya suficientes doctores es una política industrial, de innovación, de impulso de la transformación digital. A muchos ahora se les llena la boca de proteccionismo y de críticas a China, muchos se apuntan a la soberanía estratégica, pero no hay mayor política de soberanía estratégica que la del impulso y desarrollo del conocimiento aplicado.

Delante de mí estaba el Rector con dos Vicerrectores. El acto podía haberse hecho en muchos sitios bonitos de gran relumbrón de la ciudad, pero no por casualidad se hizo en el Rayo Verde, en un edificio de Málaga Tech Park en pleno campus, que hace años que representa el puente continuo entre la formación, el emprendimiento y la innovación. Un centro lleno de startups en el que se desarrollan muchas de las iniciativas de la premiada cátedra de innovación y emprendimiento.

De nuevo, Ayuntamiento, Junta de Andalucía, Universidad y el cuarto mayor banco de España trabajando juntos, pero hoy además con dos ministerios, Ciencia y Transformación digital, con el delegado del Gobierno en Andalucía y el delegado Provincial, con los líderes de los dos grandes partidos presentes, J.R Carmona y Patricia Navarro por el Partido Popular, y Daniel Pérez por el Partido Socialista.

Nos reímos al recordar con el presidente Juanma Moreno que fue él, en Transfiere 2021, el que personalmente anunció la creación de Innova IRV (le habíamos llamado precipitadamente Innovalia sin percatarnos de que la marca ya existía y fue mi oportunidad para reivindicar el legado del gran catedrático malagueño Ricardo Valle).

En aquellas fotos de Transfiere de 2021 estaba Teresa Riesgo la secretaria de General de Innovación y presidenta del CDTI, el consejero de Economía, Universidad y Empresas, el presidente de la patronal Ametic Pedro Mier, el miembro del comité federal del PSOE, alcalde de Viladecans y gran defensor del industrialismo y la innovación Carles Ruiz. En la cena de gala de la noche anterior en el Gran Hotel Miramar, en mi mesa el Viceconsejero de Innovación, el Director General de Extenda, ideador de TRADE y hoy Consejero de Turismo, Arturo Bernal y Javier Ponce, en aquel momento Director General del CDTI, hoy director de la empresa pública que ese mismo día del Carmen aprobó el Consejo de Ministros para, precisamente, administrar 20.000 millones entre los que se cuentan los 12.500 del PERTE Chip y que tendrá un papel clave en el modelo de colaboración privado público del IMEC en Málaga.

El domingo pasado escribí que era optimista, que había razones para la esperanza, en asuntos de innovación e industria. Pensaba que había tres partidos, el de Alcaraz, el España- Inglaterra y la firma del acuerdo del IMEC. Cada vez que se ganaba un partido aumentaba la probabilidad condicionada de que los que iban quedando no se ganaran. Pocas veces ganas todo lo que deseas en tan poco tiempo. Pero he podido comprobar la agilidad y capacidades de la consejera España y, al final, miraba a mi alrededor y pensaba que cuando algo está bien hecho, todos ganan. El equipo municipal, agotado en un día como este, con Alicia Izquierdo, Antonio Quirós y Francisco de la Torre, un alcalde que demuestra el valor de los seniors y la experiencia y una energía admirable, estaban allí, mientras las jábegas estaban a punto de echarse al mar de la muy hospitalaria y primera en la defensa de la libertad.

Nosotros, luego, el equipo Innova IRV y Málaga Tech Park nos fuimos a celebrarlo a una terraza. Como siempre recuerda Felipe Romera, “de derrota en derrota hasta la victoria final”.