Del 2 al 4 de septiembre, por 38 vez consecutiva, sin haberlo suspendido ni por la pandemia, Ametic, que este año cumple 51, reúne a empresas y administraciones públicas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Tres días, tres pactos de Estado, uno por la Industria, otro por la Educación y otro por la Innovación.
Son muchos los alumnos que se matriculan en el curso y asisten, en las Caballerizas reales del Palacio de la Magdalena, a las jornadas. En los últimos años, bajo la presidencia de Pedro Mier ha habido algunas muy memorables. Cada uno tiene su preferida, yo me quedo con el diálogo entre el desaparecido Josep Piqué y Antón Costas. Dos mentes privilegiadas profundamente unidas en la idea de que la Economía es algo muy serio, muy social, muy transformacional. Costas nos recordaba frases de su maestro en la UB, Fabián Estapé, asegurando que para saber economía se necesitaban tres cosas, Historia, Historia y Estadística.
El gallego planteaba una perspectiva social, en la más pura línea de Javier Sampedro y tantos economistas convencidos de que una mayor compresión de la Economía podría ayudar más al progreso de las naciones y las personas, y redistribución de la riqueza más justa, más inclusiva, más sostenible. No olvidaba recordarnos que España es un país innovador, aunque no salgamos bien en los rankings. Este año hemos mejorado también en los rankings. Defendía, sin ambages, la industria y su importancia como motor de la productividad, de la tracción de la tecnología y la ciencia. No le escuché abiertamente criticar a Adam Smith y sus conceptos de la mano invisible del mercado. Eso de que, si cada individuo persigue su progreso, una economía con miles de individuos progresa. Esta afirmación solo es cierta parcialmente y el arquitecto económico del nacimiento de la Alemania moderna Friedrich List lo refutaba abiertamente.
Economía para el progreso de todos, la comunidad y la sociedad primero, el individuo, importante, pero después. Yo veía ciertos valores culturales desarrollados desde hace siglos en la Europa del Sur del Rin en esta visión, veía a nuestros grandes economistas, despreciados porque eran curas, como si no se supiera que el acceso al sacerdocio era una condición más en el mayor ascensor social de la historia, las órdenes incorporaban a muchísimos chicos de todo origen y los preparaban para la academia de más alto nivel, la milicia, la enseñanza, las leyes… Muñoz Torrero, uno de los padres de la Constitución de 1812, Francisco de Vitoria, el Padre Mariana, la enorme cantidad de académicos humanistas que fundaron, investigaron y desarrollaron decenas de universidades en la España Americana en el siglo XV y XVI.
No podía evitar pensar que Domingo de Soto ya había desarrollado estos temas de economía y justicia social a mitad del XVI en Salamanca. El concepto de precio justo ha sido muy muy trabajado desde siempre en sus implicaciones morales. Cuántos de estos intelectuales se sumaron a la contrarreforma, como Luis de Molina (novicio compañero de Juan de Mariana en Alcalá de Henares), rebatiendo el determinismo y defendiendo algo esencial en la comprensión profunda de nuestra idea de libertad, el libre albedrío. Otro que argumentó y fundamentó que el poder no reside en el gobernante, sino que es su mero administrador.
El pensador conquense, defendía claramente la capacidad natural del hombre para hacer el bien en contra de la visión pesimista y suspicaz desarrollada al norte del Rin. Antón Costas a menudo hacía comentarios sutiles que dejaban ver esa profunda cultura histórica y filosófica. Citaba a Tomas de Hipona cuando pedía “Señor, dame la castidad, pero no ahora…”, levantando las sonrisas de un auditorio que entendía la profunda humanidad de semejante ruego.
Cuando en otra ocasión, el actual presidente del Consejo Económico y Social mencionaba las virtudes teologales y las cardinales, me conectaba con los griegos, la idea de virtud, tan desarrollada desde entonces y, de nuevo veía un discurso profundamente socialdemócrata, trufado de escolástica, de escuela de Salamanca, de humanismo. de un catolicismo ya laico, pero impregnado de valores compartidos por buena parte de la humanidad incluyendo el Sur Global. Decía el jesuita de la escuela de Salamanca, en contra del determinismo que impregna el liberalismo económico de corte protestante: "sería asombroso que hubiésemos sido creados con vistas a un fin natural y, sin embargo, no pudiéramos realizar ningún acto honesto con nuestras propias fuerzas y sólo con el concurso general de Dios." Nada más laico que esta afirmación.
Los primeros estudios serios sobre la inflación, la teoría monetaria, los desarrolla el Doctor Navarrus, un navarro brillante, también jesuita, que pasó por Alcalá, Toulouse, Salamanca y fue miembro de Consejo del Reino de Navarra. Martín de Azpilicueta (tío del famoso misionero), se permitió dar una ponencia en presencia del emperador Carlos V disertando sobre el origen democrático del poder. El destilado de conocimiento, cultura, amor a su país, sentido del bien público, de la democracia profunda, de la virtud del Dr. Costas me conectaba con esas raíces profundas en las que se hunde nuestra cultura y el mandato de proteger el bien común.
Josep Piqué, que ya mostraba signos del deterioro físico por su enfermedad mantenía, en contraposición, una mente lúcida, brillante, ágil, como si su alma estuviera diciendo a la enfermedad que no la vencería nunca porque el cuerpo cae, pero el espíritu permanece. Su capacidad de coger los argumentos de su colega y con diplomacia y elegancia, girarlos hacia un entendimiento liberal de la economía era formidable. A la Historia y la Estadística, Piqué había añadido, de manera natural la Geografía y la Geopolítica.
El fallo de los economistas de Salamanca era precisamente ese, el concepto de católico como universal les permitió confrontar contra el pensamiento hereje, pero les impidió ponerlo en un contexto mundial real. A los protagonistas de la primera globalización se les olvidó lo que pasaba desde los Urales y el cáucaso hasta el Mekong. Sólo el esfuerzo de nuevo de los jesuitas con Francisco Javier los lleva a extremo oriente poco después tras abrir la ruta Urdaneta y Legazpi, el famoso tornaviaje de Manila a Acapulco.
Piqué centraba su discurso en cuáles son las grandes fuerzas que mueven el mundo, y, por tanto, decisiones de poder y economía, la lucha por los recursos, quién los controlaba y quienes tenían la llave del acceso a los nuevos recursos, los oleoductos, los gaseoductos, las materias primas estratégicas, el agua, los grandes productores y consumidores de alimentos, la seguridad alimentaria, la soberanía, la demografía.
Piqué se desconectaba del secuestro que el ultraliberalismo y el neoliberalismo hizo del liberalismo. En particular del liberalismo que bebe de los valores que cito arriba, el de las Cortes de Cádiz, que defiende abiertamente la separación de poderes, y la laicidad del Estado, el sacerdote formado en Salamanca, Diego Muñoz Torrero, sería un ejemplo. Aparece ahí el concepto de nación, que impulsa el romanticismo y, por tanto, el de soberanía, así como el rol de la nación en el concierto de las naciones. Ya no hay una visión holística del mundo. Alcalá Galiano defendió en la misma época algo clave en la idea de la democracia liberal, la libertad de prensa, los derechos civiles, el constitucionalismo. Otro sacerdote posteriormente convertido al protestantismo, Blanco White, criticó, en la línea de los pensadores de 3 siglos antes, el absolutismo y defendió la separación de iglesia y Estado. José María de Calatrava que presidió el Consejo de ministros de la regencia de María Cristina, o Juan Nicasio Gallego, otro sacerdote formado en Salamanca, defendieron el constitucionalismo y la limitación del poder del rey, como Lázaro de Dou y Bassols o Antonio Oliveros.
De estos postulados que se sientan en la cultura y valores de los pensadores anteriores de Salamanca, que se empapa de humanismo e ilustración y que defiende los pilares de las democracias modernas, laicas, con una estricta separación de poderes, con libertad de prensa, con defensa a ultranza de la soberanía nacional y con una visión clara en cuanto al origen democrático del poder y la limitación del poder del rey, muchas cosas incorporadas poco antes a la Constitución de los EE. UU., a la idea de que el Estado no se tiene que meter en nada porque los individuos y las empresas ya se bastan, hay un gran trecho que metió ese liberalismo ilustrado, librecambista, defensor de los derechos civiles y la soberanía en una senda de neo liberalismo y ultraliberalismo que debilitó a los Estados, dejó las políticas industriales, energéticas y económicas en manos de intereses particulares.
Despreció la industria como clave de la soberanía y produjo concentraciones de riqueza como nunca se habían visto con empresas con más recursos que Estados enteros. Produjo grandes bolsas de perjudicados por las desindustrializaciones y dejó en manos del mercado lo que el mercado sólo no puede hacer. Escuchar a Piqué, con un liberalismo moderado, humanista, ubicado en el contexto global, que recela de un Estado que en muchos casos no es más eficiente que la iniciativa privada pero que reconoce que hay campos esenciales en los que el Estado debe ser motor y actor, enriquecía a Costas, nos fertilizaban el pensamiento, con ideas y reflexiones que, al menos una vez al año, como peregrinos laicos, es bueno hacer. Sin móviles, el offsite más valioso desde hace 38 años para entender economía, tecnología y empresa, ser consciente de los retos y trabajar, en aixena (todos a una en aragonés) por el bien común.
Los ministros Hereu y Escrivá, lunes 2 a las 10 y a las 11 respectivamente, han confirmado con varios secretarios de Estado, destaco María González Veracruz por su flamante puesta en marcha de SETT el martes 3 a las 9:00, y directores generales su asistencia y participación. Colaboración en acción. Listos para el cambio. Con este lema, volveremos a hablar de los tres pactos y, como no, la IA, la propuesta de estrategia de semiconductores, o la nueva Lay de Industria tendrán un papel relevante. El reto colectivo de tener una IA con 1 Trillón de parámetros, expuesto por Mateo Valero, director del Barcelona Supercomputer Center, las conclusiones del grupo de reflexión de Ametic y para la digestión lenta, pausada, este año otra vez Antón Costas, ahora con Ana de Palacio, en un diálogo que promete dejar la huella profunda, esas reflexiones que solo con el tiempo acabas de entender. Pueden seguir online el evento. No se lo pierdan.