Hace años que sigo con interés el mundo de la industria química. Cuando asisto a reuniones en los que hay químicos, muchas veces hablan del “reactivo limitante”. No lo hacen en relación con las reacciones químicas, a sus equilibrios y optimización sino como extensión de su jerga al mundo profesional, de la gestión, de los procesos de negocio.
Hace muchos años que en organización industrial y en optimización de procesos productivos hemos interiorizado, en el más puro Taylorismo, que todo proceso tiene cuellos de botella, que determinan la capacidad total del mismo. Con esta tontería, el señor Goldrat se hizo rico como consultor, escribió La Meta, Cadena Crítica y unos cuantos libros más que, en papel amarillento, he ido moviendo conmigo desde los años 90 por los muchos hogares que he ido habitando.
Debe ser deformación profesional pero casi todos retos complejos que enfrento los suelo ver como procesos, con sus inputs, sus operaciones, sus consumos energéticos, económicos, sus recursos humanos más o menos dedicados, más o menos especializados, y finalmente sus outputs, los deseados y los subproductos, no siempre deseados, así como sus residuos, siempre no deseados. Hace tiempo que deje de suponer que eran lineales.
Ha ganado Trump, suben las bolsas americanas. Si analizamos los gobiernos demócratas y republicados de los EE. UU. desde los años 80, en la mayoría de los gobiernos republicanos la economía americana y mundial se deteriora, o al menos mejora menos.
Por ejemplo, entre enero de 1989 y febrero de 2024, bajo administración demócrata se crearon casi 50 millones de empleos frente a los apenas 2 millones creados por los republicanos. Con Biden se crearon más de 270.000 empleos al mes de media, con Trump 250.000. En el ranking los dos Bush fueron los peores con unos 50.000 empleos al mes de media.
De vez en cuando alguien dice que el rey va desnudo. Josep Borrell dijo que los europeos éramos herbívoros en un mundo de carnívoros. El candidato demócrata al senado americano, Dan Osborn, que fue mecánico de una fábrica de Kellogg, dice que esto “es una historia sobre una sociedad de ratones que, casualmente, está gobernada por gatos. Los ratones son como nuestra sociedad. Van a trabajar todos los días, envían a sus hijos a la escuela. Y en cada elección, eligen entre un grupo de gatos para que los gobiernen. Eventualmente, “los ratones despiertan”. Se dan cuenta del problema: no es que “estemos eligiendo el tipo equivocado de gato. Es que estamos eligiendo gatos”. El Sr. Osborn dice que lo que lo hace diferente es que “no tiene vergüenza de admitir que soy un ratón.”
Alemania está en una triple crisis, el canciller Scholz ha cesado a su ministro de economía, que iba haciendo “cositas” por su cuenta sin el conocimiento del jefe del ejecutivo federal. Friedrich Merz (gato), que ha tenido que esperar en el banquillo 17 años, al asalto del poder de la CDU, y que ha pasado por la empresa privada, hasta ser un directivo de BlackRock, está frotándose las manos.
Pero los números, como en Francia, y en España, no dan. La polarización está servida. Ahora está de moda decir que no podemos dejar morir Europa, y así los gatos podrán hacer más cositas que hasta ahora no hacían. Macron, que, contra la mayoría de los votantes franceses, ha dado el gobierno a un primer ministro gato, pronunciaba hace siete años su "Discurso sobre Europa" en la Sorbona, regresó recientemente a la universidad para pronunciar otro. Macron (gato) decía que "Europa podría morir".
El Sr. Mertz decía el pasado mayo que “el panorama geopolítico ha cambiado drásticamente en estos siete años. La salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, la pandemia de covid-19 y la guerra de Rusia contra Ucrania han alterado fundamentalmente la realidad política para Europa. Quizás lo más importante es que un eje de autocracias amenaza ahora el orden internacional basado en normas, intentando retroceder contra la democracia y la libertad en todo el mundo. La competencia de poder global entre Estados Unidos y China amenaza con dividir al mundo nuevamente en dos hemisferios geopolíticos”.
¿Normas? ¿Quién incumple más las normas? Si el Sur global (ratones) las incumple. Le damos caña, pero el resto puede invadir, atacar, bombardear, desestabilizar, asesinar, fijar aranceles unilaterales irracionales contra las normas de la WTO, de la ONU, y de todos los organismos multilaterales que están todos tocados de muerte, desde la Corte Penal Internacional, hasta, los organismos de lucha contra el cambio climático antropogénico.
Aquí no se hace lo que conviene a los ratones (99%) sino a los gatos. Es cierto Sr. Osborn.
Francia anima a la guerra comercial por los coches eléctricos con China, clavando un puñal en los intereses de la industria alemana. Pero el Sr Mertz dice que “la preservación de un “modo de vida europeo” debe estar en el centro de nuestros esfuerzos, lo que significa que somos más que la suma de 450 millones de europeos. Somos un área de valores e intereses comunes, historia y cultura compartidas, anclada en la tradición democrática y el estado de derecho. Estos son los principios necesarios para que Europa preserve su libertad, paz y prosperidad frente a amenazas tanto externas como internas. Solo podemos luchar por la democracia en el mundo si se protege la democracia en casa. Por lo tanto, celebro los sólidos vínculos que el presidente Macron ha establecido entre la capacidad de un estado miembro para defender los valores democráticos y su elegibilidad para recibir fondos de la UE”.
Guiños y besitos de gato aspirante a Canciller a gato pato cojo con la peor popularidad entre sus ratones. Pero Alemania bloqueó la compra del Commerz Bank por parte de BNP, no hay unión bancaria, ni de empresas de telecomunicaciones, ni fiscal, ni laboral … Y así nos va.
Enrico Letta lo ha dicho a su manera, Mario Draghi (otro gato) ha sido contundente. O Europa se pone las pilas o será una colonia de China o de EE. UU. Mucho me temo que lo segundo es un hecho, ya somos una colonia de EE. UU. y no van a dejar la presa, al menos fácilmente.
Sin una industria competitiva y potente, sin capacidades científicas y tecnológicas potentes para estar a la altura con EE. UU y China, Europa será pasto de los carnívoros. Ya le pasó a Roma cuando subcontrató la defensa de sus fronteras a los germanos y bárbaros (foederati). Acabaron sentados en Roma. Ya no pienso que el que no conoce la historia está condenado a repetirla. Solo pienso que estamos condenados a repetirla.
Las normas de Europa estaban hechas para que los “aliados” vinieran y camparan y hasta campearan. Y así estamos trufados de multinacionales americanas y nuestra economía financiera completamente controlada desde Londres primero y ahora aplastantemente desde EE. UU.
Estas normas permiten ahora que los que llegan de China, y antes Japón, puedan instalarse sin problemas en Europa, apuntarse a los lobbies y manejarlos (es cuestión de dinero, que para eso no falta) con mayor protagonismo, o con total discreción.
Las multinacionales que colonizan Europa se sientan con nuestros diputados y parlamentarios europeos, con los altos ejecutivos de todas las administraciones y les van dando lo que conviene. ¿Existe reciprocidad? ¿Pueden hacer lo mismo las empresas y fondos europeos en Japón, China, Israel o EE. UU.? La respuesta es no.
No es que nos vayan a comer, ya nos han comido hace tiempo y ahora hay otros que se asoman a la sabana tras las lluvias con hambre de carne de herbívoro.
El señor Mertz pone las velas a favor del viento que ya anticipó antes el comisario Breton. "Ninguna de las ambiciones de Europa se hará realidad sin una economía fuerte y competitiva. Esto es esencial para una transición energética exitosa, para fortalecer las fuerzas de defensa de Europa y para las inversiones que aseguren su liderazgo en tecnologías de punta como la inteligencia artificial y la computación cuántica. Esto requerirá tanto un cambio de mentalidad como la búsqueda de los fondos necesarios: la UE necesita una nueva cultura de promoción del crecimiento y la creatividad en lugar de la burocracia, las regulaciones, los requisitos de reporte y las prohibiciones. Necesitamos una moratoria sobre la burocracia: un fin a las nuevas regulaciones que aumentan la carga para las empresas y los ciudadanos”.
Imposible negarse a lo que dice, pero quizá también haya que potenciar y proteger a las industrias que sí tenemos antes que a las que nos gustaría tener y en las que China y EE. UU. ya nos sacan dos cabezas.
Algunos datos de la WIPO, que amablemente me aportó Carlos Artal de la consultora de innovación Ayming, sobre la carrera por la tecnología y la innovación son aplastantes. En 1995 EE. UU. lideraba el mundo en patentes mundiales (PCT) sobre transporte avanzado. En 2019 China lo superó, pero en tecnologías energéticas China lo supero en 2017 y hoy registra más del 20% de las patentes del mundo en este campo frente a menos del 10% los EE. UU..
En tecnologías de la información es aún más flagrante, casi el 40% de las patentes son chinas frente al 20% de los EE. UU.. Lo mismo sucede en robots, y la tendencia en Biofarma y materiales avanzados es que en los próximos 5 años también superen a los EE. UU.. En todos estos campos Europa está detrás.
Y todo esto, llevado de una asfixiante presión para que los países del Sur Global no participen de manera proporcional a su población y a su peso en la economía mundial, ayudado por alianzas como Aukus que poner presión para acorralar a China, lleva a una carrera armamentística muy preocupante. El J35 A es el nuevo caza de combate chino. El objetivo es igualar la capacidad de los adversarios americanos F22 y F35.
El gobierno chino quiere que el país sea autosuficiente tecnológicamente en todo, desde fertilizantes y aviones de pasajeros hasta chips y redes de pago. Considera los controles occidentales sobre tecnologías críticas como riesgos para la seguridad nacional que podrían ser especialmente peligrosos en un conflicto.
Los esfuerzos de Huawei para apoyar la autosuficiencia china se han centrado últimamente en los semiconductores. Ahora ya están listos con los sistemas operativos de los que antes dependían casi completamente de proveedores americanos. Huawei, se ha convertido en un gigante tecnológico sin comparación en el mundo. Compiten en power electronics con cargadores de coche eléctrico, inversores para fotovoltaica, en semiconductores, en telecomunicaciones, en sistemas de comunicación inalámbrica como el Spark Link que supera en prestaciones y coste al Bluetooth, en toda la cadena de valor del automóvil. Son tier 2, tier 1 y tier 0,5. Tienen ahora el Stelato, coche percibido en china como premium por encima de Mercedes, Audi y BMW cuyas exportaciones a China no paran de bajar. El Huawei Stelato S9 a partir de 50.000 euros cuenta con 800 kilómetros de autonomía eléctrica.
En dominio naval, los barcos y portaviones chinos son más nuevos y modernos y en potencia de fuego, medida en lanzadores verticales, si en 2004 EE. UU tenía 100 veces más que China, en 2027 estarán igualados. China cuenta con misiles hipersónicos que superan 5 veces la velocidad del sonido. Detectar y destruir estos “pepinos” necesitará de algo mucho más complejo que un Patriot o la cúpula de hierro.
En satélites y tecnologías espaciales también están a la altura o superando en varios niveles. Un ejemplo es el satélite goestacionario Yaogan- 41 lanzado el año pasado.
Todos los analistas y tertulianos que auguraban y explicaban una victoria demócrata siguen en sus sillones explicando ahora por qué ha ganado Trump. No creo que el especial del Economist de octubre, sobre la economía americana, titulado The envy of the World, oportunamente lanzado antes de las elecciones en los que han apoyado a Harris, haya servido de mucho. Los votantes de Trump no leen esas cosas.
Yo viendo esto, sigo preguntándome por los cuellos de botella. ¿Por qué nos seguimos descolgando? ¿Cuál es el reactivo limitante?