Si los castillos de la provincia de Málaga tuvieran consciencia y viesen a tipos disfrazados haciendo el tonto en su interior, seguramente pondrían sus metafóricos ojos en blanco. Después de defender diversas causas a lo largo de los siglos, convertirse en espacios donde recrear escenas de El Señor de los Anillos o Juego de tronos no debe ser plato de buen gusto.
Pero si ese es el presente que les aguarda a estas plazas que al menos sepamos que en Málaga hay una gran variedad donde escoger: en mayor o menor grado de conservación, la provincia marca en su mapa hasta 90 castillos.
Al lado de estas fortalezas se siente el peso del tiempo y la intensidad con la que se ha paseado por aquí la historia. No por nada Málaga ha ejercido, y ejerce, de frontera entre continentes, reinos, religiones y culturas antes incluso de ser conocida por este nombre.
Los castillos y fortalezas son parte del vasto legado patrimonial con el que cuenta Málaga y, salvo un puñado que ha logrado sobrevivir a las tensiones de los siglos, la mayoría se encuentra en pésimas condiciones de conservación.
Y como si fuéramos Anthony Quinn haciendo del fantasma de Mufasa (este chiste no es mío, sino del compañero F. J. Cristòfol; reclamaciones a él) en el noventero programa La noche de los castillos, proponemos una ruta diurna por algunos de los castillos malagueños con el objetivo de conocerlos y reivindicar así nuestro pasado.
Castillo de Álora
El castillo cementerio de Álora se encuentra en estado de ruina consolidada, que es mucho más de lo que podemos decir algunos. Esta fortaleza se alza sobre un cerro vigilando y desde hace siglos vigila la localidad. De hecho, su torre del homenaje está habilitada para su visita, y desde ella hay unas magníficas vistas de los alrededores.
Supone otro ejemplo de reutilización y reciclado urbanístico al cumplir, tras dejar de servir como fortaleza, funciones de camposanto. Vida, guerra y muerte dándose la mano.
Del castillo de Álora se conservan dos torres en buen estado, ya que han sido reconstruidas, y numerosos lienzos de muralla, con nichos adosados en su interior porque durante más de dos siglos ha sido empleado como cementerio. De hecho, anexados a esta construcción se encuentran los restos de la antigua parroquia del pueblo, destruida por un terremoto y que hoy en día es la capilla de Jesús Nazareno de las Torres.
Castillo de Archidona
En el siglo IX fue edificado el castillo de Archidona y reconstruido por los nazaríes en el siglo XIII. La medina de esta fortaleza llegó a tener tres murallas, pero en la actualidad sólo se aprecian dos, así que, coronando el cerro de la Virgen de Gracia, encontramos un doble recinto amurallado.
El lugar donde se emplaza es impresionante. De hecho, este complejo defensivo se alza solamente en la ladera sur de su sierra, pues la otra vertiente, cortada a pico, constituye por sí misma una inexpugnable fortaleza natural.
En el castillo de Archidona destacan diversas puertas y torreones, así como un aljibe en su parte más elevada junto a la mezquita, hoy convertida al culto cristiano y denominada santuario de la Virgen de Gracia. El aljibe era imprescindible en una sierra sin manantiales naturales y, situado en el lugar más inexpugnable, permitió la defensa del recinto durante siglos.
Castillo de Benadalid
Entre los ríos Genal y Guadiaro, se alza otro castillo cementerio fortificado: el de Benadalid. Fuera de su casco urbano, al norte, localizamos este antiguo camposanto, con torres cilíndricas en la entrada, reminiscencias de un pasado más violento.
No está claro el origen del castillo benalizo: no se sabe a ciencia cierta si se remonta a la época romana, o a los siglos XIII o XIV, porque es una de las fortalezas más extrañas en su adscripción medieval y la cita documental más antigua que se conoce sobre ella data del año 1286.
Su construcción es de planta regular y en forma trapezoidal, con el acceso principal en la base mayor orientada al noroeste. Sus muros son de mampostería trabada con mortero de cal. En el centro del recinto se localiza un aljibe subterráneo y junto al acceso hay otra torre de sección cuadrangular. Y todo esto compartiendo protagonismo en su interior con tumbas tradicionales junto a las murallas y las torres defensivas.
Porque ahora, en lugar de una bandera ondeando sobre sus muros, una cruz de hierro se erige en lo más alto. Una imagen muy peculiar y muy distinta a la que tuvo en su momento, cuando su principal misión era defender esta plaza, por la que pasaron árabes y cristianos.
De hecho, en su exterior era tradición revivir, cada año, y antes de la llegada de la Covid, las luchas que debieron disputar las fuerzas árabes (antes 'moras') y cristianas, alterando la calma y tranquilidad que reina en la zona durante la mayor parte del tiempo.
Castillo de Cártama
En la localidad cartameña, en el último tramo navegable del río Guadalhorce, puerto fluvial en época romana, en la conocida como Hoya de Málaga, a los pies de las sierras de Espartales y la Llana nos encontramos con esta antigua fortaleza que fue uno de los principales baluartes de la defensa de la provincia de Málaga.
Sobre la agreste cumbre del cerro de la Ermita, desde la que se disfruta de inmejorables vistas de la Vega del Guadalhorce, el castillo musulmán de Cártama otea el horizonte desde el siglo X.
La fortaleza estaba preparada para soportar el asedio con el apoyo, entre otras cosas, de un aljibe realizado en época califal. Hoy el único asedio que sufre es el de pacíficos turistas.
Su construcción tiene una planta rectangular, con doble recinto defensivo. El primero de ellos disponía de diez torres, y el segundo, que se acercaba a la ciudad, mantiene ocho torres y una atalaya albarrana.
Castillo de Colomares, Benalmádena
Puede que el Castillo de Colomares sea la fortaleza más freak de la provincia. Esta construcción, ubicada en Benalmádena, está dedicada a Cristóbal Colón y el Descubrimiento de América y fue un proyecto muy loco perpetrado por el médico Esteban Martín y Martín, el cual, entre 1987 y 1994.
Martín y Martín levantó con sus propias manos y con la ayuda de dos albañiles mijeños, este sitio tan especial que sólo podía ser construido en el lugar tan mágico que es la Costa del Sol. El monumento, cuya planta ocupa una superficie de 1.500 metros cuadrados, presenta diversos elementos simbólicos representativos de los Reyes Católicos, referencias al viaje de Colón, así como de las tres culturas presentes en la España medieval: cristianismo, judaísmo e islamismo. En sus terrenos incluso podemos ver una pagoda china que simboliza la idea original de Colón de alcanzar las costas de Asia.
El castillo de Colomares está construido con los materiales más sencillos: ladrillo, hormigón, piedra natural, madera, y cristal para las bellas vidrieras de su interior. El doctor Esteban armó este tributo entremezclando diversas influencias arquitectónicas como el estilo neobizantino, neorrománico, neogótico y neomudéjar, los cuales marcaron culturalmente España.
Además, en su interior alberga la capilla más pequeña del mundo, que no alcanza los dos metros cuadrados, consagrada a Santa Isabel de Hungría y con imágenes de Cristo moldeadas por el doctor Esteban, un hombre con un sueño, dos manos, materiales de construcción a cholón y mucho tiempo libre.
Castillo de la Estrella, Teba
Castillo romano en su primer cuerpo de torres y muros, fue remodelado por los árabes, dominando el curso del río Guadalteba y su campiña y regalando una vista grandiosa de la ciudad y su entorno a aquellos que suben al castillo de la Estrella de Teba.
Esta es una de las fortalezas de mayores dimensiones de los que se conservan en Málaga: son 25.000 metros cuadrados de planta octogonal y dos recintos amurallados con 18 torres exteriores.
Declarado Monumento Nacional de Interés Histórico y Artístico en 1931 y Bien de Interés Cultural (BIS) en 1949, en la Estrella de Teba todavía se aprecian restos de aljibes, una iglesia y el alcázar con su torre de cuatro plantas.
Hoy en día acoge un centro de interpretación ya que este castillo tuvo un gran protagonismo en la época medieval, al ser la segunda línea defensiva en la rebelión hafsuní contra el estado cordobés, y en 1328, ya en poder castellano, frente al reino nazarí.
De hecho, el 25 de agosto de 1330 aquí perdió la vida el famoso conde escocés sir James Douglas, portador del corazón del rey libertador de Escocia, Robert ‘The Bruce’, que camino de Jerusalén trataba de ayudar al rey castellano Alfonso XI en la conquista de estas tierras.
Castillo de Lízar, Frigiliana
Nadie sabe con seguridad cuándo se construyó el castillo de Lízar de Frigiliana, si en el siglo IX (coincidiendo con la revuelta de Omar Ibm Hafsun contra el emir de Córdoba) o si durante el siglo XI (junto con la construcción de otros recintos similares por parte de los almorávides).
Sin embargo, lo que sí sabemos es que, según las crónicas que nos han llegado, esta defensa fue destruida por los ejércitos cristianos en el año 1569 por orden de Luis de Requesens, comendador mayor de Castilla, con el beneplácito de Felipe II, que deseaba acabar con todo lo que le recordara la rebelión de los moriscos, al tiempo que destruía el recinto para que no volviera a ser refugio de sus enemigos.
Es por ello por lo que, ubicado en lo alto del pueblo, se conserva en muy mal estado: en la actualidad únicamente quedan de él restos de su cimentación y parte de la rampa de acceso.
Son muchas incógnitas: no se conoce cómo era su estructura interior, pero sí la del trazado exterior, gracias a la conservación de algunos lienzos de muralla de poca altura. También se sabe que el castillo de Lízar disponía de agua procedente de una acequia, que le llegaba a través de un pequeño acueducto, y que ocupó una superficie de unos 4.000 metros cuadrados.
La fortaleza cubriría, así, la totalidad de la corona del cerro de Lízar. Además, se presupone que la defensa del castillo contaría con varias torres y por lo menos un acceso desde la cara sur, hacia el pueblo, aunque también pudo tener otra puerta en la cara norte, siendo un punto de acceso más fácil.
Castillo de la Peña, Ardales
El castillo de la Peña de Ardales se sitúa sobre, pues eso, una enorme peña, a 496 metros de altitud, al igual que gran parte de las fortalezas malagueñas.
El castillo de la Peña domina Ardales, asentada a sus pies, y la ancha llanura que se extiende en dirección a la Sierra de Peñarrubia y que constituye una de las entradas naturales hacia Málaga, de ahí su importancia estratégica. Además, tiene comunicación visual con la torre almenara de la Sierra de Peñarrubia y el castillo de Turón.
Está compuesto por las ruinas de un castillo medieval que data del siglo IX al XV, y una gran iglesia mudéjar del XV, que contiene un impresionante artesonado y varias capillas barrocas. Se construyó durante la revuelta de Omar Ibm Hafsun (uno de los hitos históricos que más impulsó el sector inmobiliario de castillo en la provincia) y formó parte de sus dominios hasta que los Omeyas cordobeses pusieron fin a la rebelión con la conquista de Bobastro.
En la actualidad, se diferencian dos recintos amurallados y en total se conservan nueve torres que rodean el perímetro del cerro, aunque es probable que otras hayan desaparecido. Una de ellas, quizás la del homenaje, cierra el recinto superior por el noroeste.
El exterior se adapta al terreno, bordeando el contorno de la peña sobre la que se edificó, configurando una planta irregular. El recinto interior, probable alcázar o residencia señorial situado en la parte más elevada de la colina, es de planta cuadrada, y tendría una torre en cada esquina.
Castillo La Tahoma, Comares
El castillo conocido de La Tahoma de Comares es de origen árabe y fue edificado sobre una antigua fortaleza romana. Sin embargo, de su estructura sólo quedan unas pocas piedras y restos de una muralla de época incierta. Lo que sí se sabe es que se transformó en una fortaleza de grandes dimensiones durante la ocupación musulmana.
A sus vestigios se les conocen también popularmente La Tahona, y desde su promontorio se pueden contemplar unas hermosas vistas del pueblo y del macizo de Sierra Tejeda al norte y el Mediterráneo al sur. No por nada a Comares le dicen el Balcón de la Axarquía.
Castillo de Zalia, Alcaucín
La posición estratégica entre el litoral y las altiplanicies granadinas, a través del río de la localidad y el bosque de Zafarraya, hizo al castillo de Zalia de Alcaucín jugar un papel importante durante la revuelta de Omar Ibm Hafsun (otra vez este tipo) contra el estado cordobés. Con motivo de esta guerra ya aparece citado en el año 909 como cabeza de distrito de las alquerías circundantes y principal bastión defensivo de la Axarquía.
Sus restos, sin embargo, corresponden a una de las fortificaciones más antiguas que se conocen en la provincia, con elementos que hacen creer que este castillo bien pudiera haber sido construido por los fenicios. Es por ello por lo que el castillo de Zalia está catalogado como BIC desde el año 1985.
A lo largo de los años ha ido reuniendo numerosas historias a su alrededor. Una de ellas afirma que esta fortaleza podría ser los restos de la antigua Odyscia, donde tuvieron lugar las aventuras de Ulises, rey de Ítaca, durante el viaje que realizó por nuestras tierras tras la guerra de Troya, en lugar de volver directamente a casa a los brazos de su esposa Penélope quien la esperó pacientemente junto a su fiel Argos.
Otra leyenda en torno al castillo relata que el primer obispo de Málaga, San Patricio, realizó un viaje a la villa para convertir a sus gentes, pero no fue muy bien recibido. De modo que, como castigo, el Señor abrió el suelo y de él salieron miles de serpientes. A los pobladores, ante los constantes picotazos de las divinas sierpes, no les quedó otra que marcharse del lugar y el pueblo permaneció desierto hasta el día de hoy.
Por último, otra historia asegura que este castillo toma su nombre de la reina Zalia, quien bajaba a diario al río para bañarse, lo cual es mucho más de lo que se puede decir de algunos usuarios de la EMT.