'La Pechá', la vermutería en la que los platos se piden en clave 'malaguita'
Entre las especialidades, destacan los vermús infusionados con ajo negro y flor de hibisco.
30 enero, 2022 08:51Noticias relacionadas
El sabor, la luz, los olores y la vida de una tierra que brilla por sí sola. Basta con poner un pie en la puerta de La pechá para comprender que en las paredes de esta taberna con aires antiguos se respiran aires malaguitas. La decoración y los platos anclan a cualquier cliente a la ciudad del paraiso. En toda su extensión. Un grito a nuestra historia ubicado en pleno barrio del Soho.
Al frente de este establecimiento se encuentra Raúl Nieto, un trabajador especializado en el sector de la restauración. Cuando surgió la posibilidad de montar este establecimiento estaba de empleado en la Cantina Canalla, un restaurante mexicano ubicado en el Soho malagueño. Cuenta que al propietario, que buscaba montar una taberna antigua, le gustó su estilo basado principalmente en una palabra: Málaga. "Soy muy malagueño y siempre busco el enfoque para que mi tierra esté presente. Ya sea a través del producto o de la nomenclatura tan rica que tenemos en la zona".
Y así surgió la posibilidad de crear una taberna antigua en clave local. Una idea que se materializa hasta a la hora de pedir los platos: "Aquí no hay tapas, medias o raciones; sino mijillas, hartá o pechá. No hace falta profundizar mucho más para saber que estamos en un sitio 100% malagueño", bromea.
El sabor característico de la tierra está presente en las recetas. Caldillo de pintarroja, ensalada malagueña, albóndigas con salsa de almendra y el comodín de la temporalidad: "En función de la época del año cambiamos algunos platos, pero siempre manteniendo ese sello", subraya. Algo similar ocurre con el maridaje. Nieto explica que se han querido subir al carro de la moda del vermú, una bebida que históricamente ha tenido gran calado en los aperitivos madrileños y barceloneses pero que se ha extendido a toda España y parte de Europa.
Cuenta que su objetivo es ofrecer una versión 2.0 de este vino: "Buscamos ese toque personal a través del infusionado del caldo. Para ello, utilizamos ajo negro y flor de hibisco. Puedes elegir entre opciones clásicas o creaciones hechas exclusivamente por nosotros", afirma.
¿Qué hay para aquel cliente que viene sin saber muy bien qué encontrarse? La propuesta gastronómica de Raúl comienza con un vermú Dimobe, procedente de Moclinejo. En cuanto al picoteo, una ensaladilla rusa con mayonesa sabor a huevo frito, un caldillo de pintarroja y un bocadito de pringá, hecho con puchero, "un cocido muy nuestro".
Para los más arriesgados, un montadito de pollo cajún con mermelada de baicon: "Quisimos darle una vuelta a los ingredientes que no te encuentras en otros sitios. Cuando la gente lee esto, pide que se lo expliques. Muchos te dicen que mermelada es una cosa y baicon otra disinta, que no son lo mismo. Sin embargo, es una receta que gusta porque tiene el contraste del picante del cajún con la suavidad del queso chédar".
Todo ello envuelto en una decoración manifiestamente local, recordando aquella cartelería de mitad del siglo pasado en la que se anunciaban marcas nacidas en la provincia. Desde un cartel de Semana Santa hasta un botellín de cerveza. El color saca a relucir una nostalgia presente en las paredes de La pechá. Un espacio reducido pero familiar, característica por la facilidad de transmitir el espíritu de Málaga: "No he querido enfocarlo al turista; estamos encantados de que vengan y lo identifiquen con la ciudad en la que está, pero buscamos que sea un sitio típico para la gente de aquí. Y lo hemos conseguido. Al extranjero que pasa por aquí también le gusta rodearse de gente autóctona", sostiene.
Este proyecto abrió sus puertas el 11 de junio de 2020, apenas un mes después de que se levantara el confinamiento. Explica que la idea era haber abierto a mitad de marzo, por lo que el estado de alarma fue "un palazo": "En vez de machacarnos, aprovechamos para repasar la carta y afianzar algunos aspectos. Nos vino bien para profundizar".
Este el primer proyecto personal de Raúl. Habla de él con la ilusión del que acaba de comenzar un noviazgo. Mientras recuerda sus primeros meses, los clientes siguen entrando. En la barra se sienta uno de esos parroquianos fieles a la primera fila. Por la mesa se desliza un plato de atún en manteca: "Voy a tener que entrar, que me reclaman", se despide.