Corría el mes de marzo del año 2020 entre las paredes de la casa de María José. Las noticias sobre la soledad y el aburrimiento que estaba provocando el confinamiento por la Covid-19 inundaban los medios. Pero el sentimiento que provocó en la familia Torres Lara fue distinto.
Tras el encierro, iban a tratar de reimpulsar el quiosco del hermano de María José Torres, que dejaba a la familia su negocio tras aprobar unas oposiciones. Durante esos días grises decidieron ponerse en marcha: "Tenemos que poner algo que llame la atención de la gente para que se acerque: un muñeco, un hinchable, lo que sea", le decía María José a su novio.
Papeles arrugados, bocetos y las "mijillas" que crea la goma al borrar ocupaban el escritorio de María José. Pasaron semanas hasta que dio con la muñeca que renombraría el quiosco de su hermano: La Cenachera. "No sabía qué cuerpo ponerle, y pensé que si estaba El Cenachero, ¿por qué no iba a estar La Cenachera?".
La muñeca es una representación de Málaga en sí misma. En sus brazos lleva colgados dos cenachos. Donde antiguamente el cenachero portaba pescado, ahora la cenachera lleva refrescos, chucherías y el resto de productos que se venden en el quiosco. Sobre su cabeza luce la flor de Málaga y favorita de María José: la biznaga.
La reinvención de los quioscos no es un fenómeno aislado, desde que comenzó a sentirse en la población los efectos de la revolución digital los quioscos perdieron su motivo de existencia: la venta de periódicos. Desde un principio, un quiosco está concebido con sencillo fin: vender la prensa a los ciudadanos. Desde que es accesible digitalmente, al igual que el periodismo, los quioscos también se tuvieron que reinventar.
"Te quita mucho tiempo, espacio, y no te da nada", es la conclusión a la que llega María José sobre la venta de prensa. Cuenta que su hermano le cedió su negocio con una condición: no vender el periódico. No ha defraudado a su hermano, de hecho, cuando se le pregunta acerca de la renovación del quiosco, antes incluso de mencionar a La Cenachera, cuenta: "Le he dado la vuelta, vamos, le he quitado la prensa".
Pero la reinvención de un quiosco no pasa solo por dejar de vender el periódico y crear un muñeco innovador, hay que ofrecer una cara nueva, un escaparate más bonito. En el quiosco de María José se han cambiado las revistas y periódicos por las chucherías. Las gominolas no están expuestas de cualquier forma: elabora unas brochetas en las que las enrrolla y las hace lucir. Además, todas las chuches que vende están empaquetadas. Cuando comenzó con el quiosco acababa de terminar la cuarentena y toda medida higiénica era poca, de manera que María José combinó la estética que quería darle al escaparate con la necesidad de implementar una serie de medidas sanitarias.
El uso de datáfono también ha permitido a los quioscos sobrevivir. Cada vez es más raro ver pagos en efectivo, y de hecho, los comercios avanzan hacia el pago con tarjeta. María José ha ido más allá, no se ha conformado con darle un nuevo aire al comercio in situ y ha creado una página web y una cuenta en Instagram. Desde su nuevo espacio online trata de publicitar los nuevos artículos de La Cenachera que van reponiendo.
Paradójicamente, a la malagueña el año 2020 le dio la felicidad. Ese año, se metió en su proyecto de lleno y creó La Cenachera, pero además, dio a luz a su primer hijo, a quien cría junto a su novio, quien se mudó a Málaga y encontró trabajo. María José llevaba trabajando en una ortopedia 17 años, tras el confinamiento se encontraba en situación de ERTE y trabajando a media jornada. El estrés se apoderó de ella y se vio en la necesidad de pedir una excedencia. Ahora sabe que no quiere volver a la ortopedia porque está contenta con lo que hace.
María José cuenta que cuando creó La Cenachera iba a ser tan solo el logotipo de su quiosco, pero pronto los clientes le hicieron saber lo "chula" que quedaría la muñeca en una camiseta o en una mochila. Fue entonces cuando decidió patentarla como marca: "No vaya ser que alguien la coja para una tienda, un bar o lo que sea que se quiera montar en Málaga". Una vez patentada, comenzó a encargar bolsos, mochilas, camisetas e imanes, y como novedad, el próximo año 2023 habrá abanicos con la cara de La Cenachera.
La clientela que acude al quiosco preguntando por su original muñeca es muy variada: desde autóctonos a turistas, no hay distinción. De cara a la Feria de Málaga, Maria José ha diseñado un abanico de cartón con el logo de La Cenachera decorado con lunares azules. Dice que las fiestas sirven de incentivo para la compra de artículos de La Cenachera debido a su identidad malagueña.
Tras el confinamiento la vida de María José experimentó un giro de 360 grados: su familia es ahora más grande y su trabajo distinto. Aquello de "cuando una puerta se cierra, se abre una ventana" no se queda tan solo en un dicho en este relato. Para la malagueña es una realidad. Su sonrisa de oreja a oreja mientras cuenta la historia de la muñeca que nació durante el confinamiento la delata: ha elegido el camino correcto. Así lo constata a este periódico: "Mi felicidad es lo que cuenta y estoy haciendo lo que me gusta".