Todo el que se cruza con ella en el malagueño barrio de La Luz dice lo mismo:"Yo firmaba llegar a los 80 con un cuarto de la energía que tiene ella". Este 6 de septiembre cumplía un siglo Sara Bullón, una vecina de Torres Quevedo que pese a nacer en Santibáñez de la Sierra, en Salamanca, lleva desde el año 1960 en Málaga, lo que la hace sentir ya autóctona de su adorada Costa del Sol.
No es difícil coincidir con Sara en las calles del barrio de La Luz. Lejos de eso que muchos piensan que cuando llegas a una cierta edad ya no apetece salir, Sara va a diario a misa. Es muy creyente y su cita matinal o vespertina con la Iglesia es inanulable, aunque la Semana Santa no le termine de convencer del todo.
En la Iglesia ha conocido a muchas amigas que también la acompañan a su clase de taichí en el hogar del jubilado del barrio. Este martes la sorprendían con una fiesta en la cafetería del edificio. También estaba parte de su familia, dos de sus hijos, Antonio y Manolo, que no pueden estar más orgullosos de ella y de todo lo que ha conseguido con lucha y esfuerzo, puesto que Sara padeció un pequeño cáncer de mama y un ataque de reumatismo que la dejó en silla de ruedas y totalmente inmovilizada entonces.
Sara acudió al hogar del jubilado sobre las nueve de la mañana creyendo que iba a su clase de taichí -tiene una agilidad envidiable- con una cajita de bombones, para hacer a sus compañeras un poco más dulce la mañana. Sin embargo, se encontró que no había nadie en la sala. Un desayuno repleto de sorpresas -incluido un enorme 100 dibujado en globos dorados- le esperaba en la cafetería. "Ella no se esperaba nada. Estaba contentísima y emocionadísima", cuenta a este periódico Manolo, su hijo.
Su familia ya le preparó una cena muy especial el pasado domingo en la que estuvieron su hija Mari Geli e incluso sus nietos y bisnietos que residen en Cataluña. No faltó nadie para celebrar por todo lo alto el centenario de Sara, que no se ve merecedora de tantos detalles por parte de todos.
Viuda desde 1985, tras fallecer su marido en un accidente de tráfico, valora muchísimo pasar el día ayudando al que lo necesita. Siempre que puede echa una mano en Cáritas. De hecho, durante una temporada fue administradora de esta entidad en la parroquia Nuestra Señora de La Luz. Ayudar a los que más lo necesitan es algo que le llena y le da vida. "Además, a ella le encanta ponerse objetivos, le motivan. Este era muy importante por su devoción a cuidar, alentar, mimar y animar y querer a los enfermos", explica su hijo Manolo.
En el vídeo que acompaña a este texto, se puede ver la rapidez con la que Sara lee una pequeña presentación de su vida sin necesidad de tener que recurrir a las gafas graduadas, en su teléfono móvil. Es una mujer moderna adaptada a los años que corren, pese a cumplir un siglo.
¿Y dónde está el secreto para llegar con agilidad y buena cabeza a los 100? Según su hijo, por un lado, la respuesta está en su ADN. Sara se cuida muchísimo, pero es importante reseñar que su madre, Aurora, falleció con 96 años. "También tiene mucho que ver creo su constitución, tuvo una niñez sin falta de alimento para aquella época porque tenían cosechas propias, aunque ella es muy sobria en las comidas", expresa.
Sara tiene otros cuatro hermanos. Carmen falleció, pero ahora tendría 104; Antonia murió también, pero sus hermanos Fernando y Ángel siguen vivos con 97 y 94 años, una prueba más de la espectacular genética de los Bullón.
Su disposición a la gimnasia y en concreto al taichí, que la hacen moverse a diario; no dudar en ir caminando a todos sitios y no perder su espíritu presumido -no le gusta ir a los sitios desarreglada y sin pintalabios- hacen que, junto a Pepita, la otra deportista centenaria de la provincia, Sara se una "la mar de bien" al club de los 100. ¡Felicidades!