Cuántas veces habrá pasado por los pasillos de Quirónsalud Málaga María Jesús, una abogada alhaurina de 63 años a la que le diagnosticaron un cáncer de mama triple negativo en noviembre de 2021. Cuántos apretones de mano habrá dado a su hermana Gracia, que no le ha soltado nunca en este camino complicado. Cuántos "Hoy me encuentro mucho mejor" que resultaban ser mentira habrán salido de su boca estos meses. Cuántas lágrimas habrá ocultado. Y cuántas miradas de reojo habrá echado a esa campana de los sueños de Oncología, deseosa de poder ser ella quien la toque, significando este acto su recuperación de la enfermedad.

Este martes, el acceso a la nueva Unidad de Radiología de Quirónsalud fue totalmente distinto para ella. Celebraban el Día Mundial del Cáncer de Mama, que es este miércoles, y los ojos de María Jesús estaban más brillantes que nunca. Por fin le llegó el turno de tocar la campana. Se encuentra en el proceso de rehabilitación de la enfermedad y, al fin, está limpia del "bicho", como ella llama a ese que 'le hizo la visita hace casi un año y que no ha deshecho la maleta hasta ahora aunque siempre deseó que se marchara', como escribiría en su día la cantante malagueña Vanesa Martín en la canción Soy.

Grandes globos de helio de color rosa anunciaban el camino que debía tomar la protagonista del día, María Jesús, que además no iba a tocar durante la jornada cualquier campana, sino que estrenaría la primera de la nueva Unidad de Radioterapia del hospital de día, que le esperaba, brillante, al fondo de la sala envuelta en un paño de color fucsia. 

Y la tocó. La tocó tan fuerte que "parecía que iba a salir el Cautivo", en sus propias palabras. "Pude tocar la de la quimio el otro día también y casi la parto, estaba deseándolo", cuenta a este periódico María Jesús. 

María Jesús toca la campana de los sueños.

Su historia: malos tratos, un adiós y el cáncer

En noviembre de 2021, sin más mero síntoma de poder tener la enfermedad, María Jesús acudió a su revisión anual -hace hincapié en que todas las mujeres se la hagan-, donde le dieron un diagnóstico muy duro de asimilar. Tenía un cáncer de mama triple negativo. "Me dijeron que llevaba unos tres meses con este cáncer. Sin la revisión no estaría contándolo ahora. No hubieran llegado a tiempo", afirma con seriedad.

No le desea ni a su peor enemigo los quince días de pruebas que los médicos pasaron tratando de averiguar si padecía metástasis. "Cada vez que salía de una prueba y me decían que estaba la zona analizada limpia, lo celebrábamos. Imagínate cuando me dijeron que no había metástasis y que estaba localizado", expresa con alegría.

En ese momento, cogió al toro por los cuernos y se dijo a sí misma que tenía que ir a por ello. Y así fue, se centró en el duro tratamiento que tenía que recibir como si fuese lo único que existiera en el mundo. "Te olvidas de todo lo demás. Te centras en superar la primera quimio, la segunda... y así hasta la operación, que a mí me hicieron una mastectomía radical con vaciado de ganglios", cuenta.

Y ahora, la rehabilitación, un escalón más en esta subida al Everest, como lo define su hijo. "Me regaló en Navidad una camiseta donde decía eso, que estaba escalando el Everest. Yo le digo que lo he subido como cuatro veces, puesto que es una enfermedad de muchas subidas y bajadas. Recaes mucho, te encuentras mal físicamente. Yo soy una persona muy activa y eso lo llevaba regular", reconoce.

María Jesús es abogada en el Centro Municipal de Información a la Mujer de Alhaurín el Grande. Lleva 35 años trabajando codo con codo con mujeres maltratadas a las que atiende desde su experiencia personal. Porque sí, María Jesús también fue hace más de tres décadas una mujer maltratada. "En mi vida he visto mucho la dureza. Mi primogénita murió, también de cáncer, con cinco años. Pese a todo, siempre he salido de todas las circunstancias difíciles gracias a la curiosidad de qué pasará mañana y con ganas de vivir. Siempre digo que el día que pierda la curiosidad, me moriré", relata.

Agradece el apoyo indiscutible de su familia, de sus hijos, que no estuvieron presentes en la jornada por motivos laborales, y en concreto de su hermana Gracia, que aguarda en un segundo plano durante el acto, emocionada, con lágrimas en los ojos. Gracia es quien confiesa a este periódico que pese a que los ojos de María Jesús son todo emoción y alegría, aún queda dolor en ellos al mover los brazos. "Lo que pasa que ella no lo dice nunca, por no preocuparnos al resto", confiesa.

María Jesús lo reconoce. En más de una ocasión ha estado tumbada, sola en casa, "deseando morirme por el dolor", pero al oír la puerta se ha levantado de inmediato fingiendo estar haciendo otra cosa. "Como decía, soy muy activa. Muchos de mis amigos me han visto haciendo el arroz o lo que sea en la casa como una más, es una forma de afrontar la situación aunque estés fatal", dice. Así, cree que es fundamental que la familia y los amigos traten al paciente de cáncer "sin hacerle sentir un enfermo", aunque sea "igual o más complicado que para el que pasa el cáncer". "Creo que se agradece la normalidad, que te apoyen con alegría, es algo importantísimo, siempre sube el ánimo y te hace más fuerza", declara.

El "bicho" ha hecho también cosas positivas en ella. Según María Jesús, ahora ha aprendido a valorar un poquito más las pequeñas cosas de la vida, especialmente el rato de risas con sus hijos o nuera o el simple hecho de vivir día a día. Tampoco da importancia a esa planta del jardín que se marchita o a esas canas que brotan en su pelo. "Me da igual. No descuidas tu aspecto, todo lo contrario, yo ahora he tomado la decisión de no teñirme más. Le doy importancia a otras cosas que considero más importantes", expresa.

Mira con cariño a todo el equipo médico que le ha atendido: son mujeres muy jóvenes. "¡Muchas de ellas podrían ser mis hijas!", exclama. Sin el buen humor de las facultativas, reconoce que no hubiese sido igual el tratamiento. "Me han hecho sentir como en casa, de hecho, les he dicho que me preparen un ático en la planta de arriba", dice la alhaurina entre risas haciendo gala de su gran sentido del humor.

María Jesús, con parte del equipo médico. E.E

María Jesús insiste en que los pacientes de cáncer como ella no son superhéroes, sino supervivientes. "Nadie quiere morirse y menos así, con dolores". De igual forma, cree que no es adecuado decir que aquellos que se van "no han podido luchar más". "Aquí todos tratamos de sobrevivir como podemos. Si somos superhéroes, lo somos todos los que pasamos por aquí", zanja.

Quirónsalud 

La campana que ha tocado este martes María Jesús está destinada a celebrar la finalización de los tratamientos oncológicos: es la segunda con la que cuenta el Hospital Quirónsalud Málaga. En el acto han estado presentes el director gerente y el jefe del Servicio de Oncología de Quirónsalud Málaga, los doctores Tomás Urda y Jorge Contreras, respectivamente y el presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer en Málaga, Joaquín Morales, así como familiares, una representación del equipo de remo Málaga Dragon Boat (BCS) o personal del Hospital.

La propia María Jesús ha sido una de las primeras pacientes tratadas de cáncer de mama en la nueva Unidad de Radioterapia que, con la puesta en marcha de un Acelerador Lineal de Electrones (ALE) de última generación, permite tratamientos más rápidos, precisos y con menor toxicidad.

Este nuevo equipamiento convierte al Hospital en "referente en el tratamiento integral al paciente oncológico, poniendo a su disposición los denominados hipofraccionamientos; tratamientos con pocas sesiones, que permite por ejemplo tratar el cáncer de mama en la mujer en tan solo cinco sesiones (una semana), con mayor seguridad y menor toxicidad, cuando clásicamente este tratamiento se ha realizado en 25-30 sesiones (cinco o seis semanas)", explica Contreras.

María Jesús, agradecida con el equipo de Quirónsalud, su segunda familia. Alba Rosado

El Hospital Quirónsalud Málaga cuenta con un equipo multidisciplinar con especialistas en el tratamiento de todo tipo de tumores, como es el caso del doctor José Claudio Marañón, jefe de la Unidad Integral de Mama del Hospital Quirónsalud Málaga. Marañón ha detallado que el cáncer de mama es el más diagnosticado entre las mujeres del mundo, pero a su vez hay que cruzar este dato con que este cáncer obtiene un 90% de supervivencia en diagnósticos precoces. "Un creciente número de ensayos clínicos en las últimas dos décadas ha ayudado a mejorar y aumentar las opciones de tratamiento para las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama", dice.

Así, Marañón cree que hay que apostar por una nueva forma de entender la atención al paciente oncológico. "La experiencia del paciente durante la aplicación de los tratamientos debe considerarse como uno de los indicadores más relevantes de la atención sanitaria, promoviendo que las innovaciones tecnológicas, una atención de calidad y la comunicación y las decisiones compartidas formen parte de la misma cultura de cuidados", ha subrayado.

Además, ve básico en el día a día de la Unidad Integral de Mama "el tratamiento personalizado del cáncer, que se define como el proceso de crear planes de tratamiento personalizados para pacientes, con los que se consideran las diferencias individuales en la gravedad de la enfermedad, la presentación clínica, la historia natural, las preferencias y la tolerancia al tratamiento".

En la práctica clínica, comparte el doctor, la atención personalizada se ve facilitada por la información sobre diferentes resultados de tratamiento asociados con las características demográficas del paciente, como la edad; características clínicas, como comorbilidades; tumorales, como grado y tamaño del tumor; perfiles moleculares, como puntuación de recurrencia de genes 21; y preferencias del propio paciente.

El inicio de la campana

La Campana de los Sueños es una iniciativa de Miriam Segura, una paciente de cáncer jerezana que falleció a los 31 años de cáncer. La de Jerez importó la idea del Hospital Princess Margaret de Toronto, en el que conoció a la que allí llamaban The Bravery Bell (Campana de la Valentía, en español), "que toca alguien cada vez que termina su última sesión de quimioterapia, las enfermeras aplauden y le desean a esa persona no volver a verla nunca por allí", relataba Miriam Segura en su blog Psicocina de Ideas el 13 de febrero de 2016.

Concha, en una imagen. AR

Miriam regresó a España para continuar su tratamiento cerca de su familia y se trajo la ilusión de que existiera una campana en todos los centros hospitalarios posibles, ya que aquellas campanadas expresaban la alegría, la energía y el triunfo por alcanzar el final de una etapa dura y difícil. Lamentablemente, Miriam no pudo ver cómo su sueño se hacía realidad, pero su madre, Concha Navarro, que estaba presente en el repique de campana de María Jesús, se ha armado de fuerza para coger el testigo de su hija y cumplir su deseo con la colaboración de la Asociación Española Contra el Cáncer y Jansen. 

"Pretendemos que este sonido, lleno de ilusión y satisfacción, perdure en los pacientes como un recuerdo emocionante y transmita esperanza a todas esas personas que luchan contra el cáncer en todos los hospitales", expresa Concha.

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