"Tienes un cáncer". Cuando el médico pronuncia esas tres palabras ante su paciente, el mundo se le viene encima. Al principio del diagnóstico, se piensa en la familia, especialmente en los hijos, si se tienen; se reflexiona ante la vida y la muerte y comienzan a imaginar cómo va a ser el proceso. Las mujeres comienzan a pensar sobre cómo va a ser el impacto de verse sin melena ni pestañas ni cejas, efecto derivado del tratamiento.
La estética durante el cáncer, denominada oncoestética, está tomando cada vez más importancia en hospitales y fundaciones, puesto que más allá de la propia enfermedad, los cambios en la imagen que esta generan influyen de lleno en el estado de ánimo de la persona que la padece.
Este miércoles La Roche-Posay ha desarrollado en el Hospital de Día de QuirónSalud Málaga un taller sobre oncoestética donde han mostrado algunos de sus productos testados en pacientes oncológicos y han aportado varios trucos para crear un maquillaje corrector útil durante el tratamiento que EL ESPAÑOL de Málaga ha recogido y expone a continuación.
Miriam, la maquilladora de la marca, ha tenido a María Jesús, una mujer que se encuentra en la fase de rehabilitación de su tratamiento contra el cáncer de mama, como modelo para explicarle al resto de mujeres cómo se deben aplicar correctamente los productos de su línea.
Para la piel, recomiendan que la base se aplique evitando círculos y dando toquecitos. Así, Miriam ha detallado que es primordial una buena hidratación previa de la piel para que aguante nuestro maquillaje y no se cuartee. Para ello ha recomendado utilizar productos tipos syndet, conocidos como los 'jabones sin jabón', en lugar de los geles de ducha clásicos. Es clave, aclarar bien y hacerlo siempre preferiblemente usa agua tibia, mucho menos irritante. Al secar, dar toquecitos con una toalla muy suave y evitar frotar la piel.
Para conocer cuál es nuestro tono perfecto desde La Roche-Posay recomiendan probar en el "jamoncito" de la mano (la parte plana que verás cuando cierras el puño) o en el lateral del cuello. A la hora de aplicar, es fundamental no irnos directamente con el producto a la cara, sino utilizar una paleta con la que ir cogiendo la base con una brocha o esponja -recomiendan la esponja aplicando siempre de dentro hacia afuera-.
¡Ojo! En un momento del taller, muchas mujeres se ríen al ver cómo se le aplica a María Jesús maquillaje en las orejas. Según la profesional, son muchas las mujeres que acostumbradas a llevar el pelo largo olvidan maquillar bien orejas y cuello cuando se rapan generándose así un efecto máscara no deseado. Como diría María Speaks English, este sin duda es un gran "truquito". La idea es neutralizar, corregir y fijar, en ese orden.
El siguiente paso, especialmente en invierno, viene de la mano de los polvos de sol, un gran aliado para lograr una buena cara marcando y dando profundidad en las zonas deseadas. Miriam recomendó que el counturing se aplique en forma de '3', es decir, yendo de la mitad de la frente a los pómulos y de ahí a la barbilla y al cuello. Así, ha recomendado de manera personal la opción de dar un toquecito con la brocha en la nariz para generar un efecto similar al que se crea cuando tomamos el sol.
Para el colorete, algo súper importante: sonreír mientras te lo aplicas. "Nunca viene mal mirar al espejo y sonreír, pero es que encima es mejor para aplicarlo sobre las dos manzanitas, nuestras mejillas", ha dicho.
Cejas y pestañas
La maquilladora ha dejado para el final los ojos, esos que tanto cambian de expresión durante el proceso a la paciente oncológica al perder cejas y pestañas. La primera recomendación de La Roche-Posay es que antes de maquillar por primera vez las cejas, observen fotografías de sí mismas previas al tratamiento para poder "imitar" la forma de estas. "Hay que evitar las líneas muy marcadas para un resultado armónico. Yo recomiendo la regla de los tres puntos, desde el extremo pasando por el centro y acabando en el inicio de nuestra ceja", ha expresado.
En el caso de no tener nada de pestañas, un buen truco también es crear un trazado con lápiz en la línea de agua superior, para posteriormente difuminarla como si fuese una sombra. De esta forma, se genera un efecto óptico que crea oscuridad sobre el ojo generando un efecto similar al de las pestañas.
En los labios, el gran truco es realzar con nuestro labial el arco de Cupido, ese punto del rostro que nos hace sentir más sexies a todas. Así, aportan el truco de que los tonos claros y brillantes son recomendables en labios pequeños y finos y en los grandes y gruesos, mejor tonos oscuros y mates. Fundamental, eso sí, evitar los rojos de labios mates o las tintas, muy desecantes, y dale prioridad a bálsamos hidratantes con color.
Por último, pero no por ello menos importante, es primordial proteger manos y uñas. Con la quimio, pero sobre todo bajo el efecto de las terapias dirigidas, el aspecto de las uñas puede modificarse: se vuelven frágiles, secas, se abren en capas... Si resulta posible, es recomendable acudir a un podólogo antes de comenzar el tratamiento. Si ya está iniciado, limar las uñas de manos y pies es mejor que cortarlas con tijeras o cortaúñas. Tampoco es recomendable quitarse cutículas ni morderse las uñas. Las pacientes oncológicas siempre pueden pintárselas, aunque cuando acudan a su cita de Oncología siempre es recomendable llevarlas sin pintar para que el equipo médico pueda observarlas con detalle.
En primera persona
Nikolaja Fiebiger, presidenta de la Asociación Deportiva Málaga Dragon Boat BCS, presente en el taller ha dado, probablemente, uno de los tips más importantes de toda la jornada al resto de las presentes. "Si te encanta un perfume o un producto cosmético no lo utilices durante el tratamiento. Cuando acabes no querrás saber jamás de él", ha dicho. Fiebiger utilizó algunos productos de La Roche-Posay durante la enfermedad y se le ponen "los vellos de punta" al verlos u olerlos ahora pese a que se declara fan de los productos de la marca, como los labiales hidratantes.
"Se habla de cáncer pero no de cosas como que pierdes cada pelo de tu cuerpo y duele. Todo. Incluso los de la nariz. Pasas cada día del invierno con la 'gotita de agüilla' ahí, quemando", ha declarado. La solución que le salvó la vida, el cicaplast, que le aliviaba el dolor y le cicatrizaba toda la zona.
"No te dicen algo tan simple como si debes lavarte la cabeza con gel o champú. Mi hermana, que es peluquera, me lo dijo claro: siempre champú. Pero claro, al aplicar, duele, las cosas como son. Es por ello por lo que yo me hice adicta al agua termal", explicaba la líder de Málaga Dragon Boat.
Ella pasó su tratamiento de quimio hace seis años y, en sus propias palabras, siendo la estética durante el cáncer algo fundamental, entonces no se les hacía demasiado caso a esos efectos secundarios de la enfermedad. "Cada quimio es un mundo. Esto no significa que lo que yo comento funciona a todo el mundo. Es cuestión de probar, probar y probar hasta que das con los productos adecuados", ha dicho.
Vivir para ayudar
María José es una benamaldense de 51 años que pasó la enfermedad en el año 2014. Desde que vio a su ginecóloga hacer una mueca que no le gustó nada cuando veía sus pruebas, supo a lo que se enfrentaba y comprendió que no podía venirse abajo. Tanto ha sido así que, aunque ya está limpia y acude solo a sus revisiones anuales, se ha apuntado como voluntaria en una fundación malagueña llamada FMAEC, que se dedica a ayudar a enfermos y familiares de cáncer.
María José tuvo la suerte de no perder el pelo gracias a poder acceder a unos gorros que aplican frío para reducir el flujo de la sangre y evitar que el medicamento que se aplica en la quimio llegue a la raíz de su cabello. Estos gorros están hechos de silicona y se tienen que mantener a muy baja temperatura antes de cada tratamiento. A -20 grados centígrados, sin ir más lejos. Dichos gorros se deben colocar 45 minutos antes, durante y 45 después de cada quimio.
Reconoce que se siente afortunada de no haber vivido ese shock emocional que cada mujer siente al ver cómo se le cae el pelo, pero lamenta que no sea algo a lo que todo el mundo pueda acceder. A ella el pelo se le debilitó muchísimo, pero no se le llegaron a formar nunca calvas del todo. "Por desgracia veo esta problemática a diario en la fundación muy de cerca. Hace poco tuvimos a una niña de 15 años, Alba. Tenía un melenón precioso gracias a su peluca, yo no me creía de corazón que la llevara, me había engañado totalmente. Allí, por cierto, asesoramos a todos los pacientes ofreciéndoles pelucas, talleres de automaquillaje e incluso contamos con una maquinilla allí para que el proceso del rapado les sea más llevadero", explica.
Asegura que el proceso del rapado es mucho más traumático para la mujer que para el hombre por cuestiones psicológicas. "A ellos los animo diciéndole que el nuevo look les favorece muchísimo. Que están guapísimos calvitos o con su gorro. Pero lo suelen llevar mejor. Mis amigas que son peluqueras y tienen que llevar a cabo el rapado de algunas mujeres lo pasan fatal", declara.
Al principio de la enfermedad María José no se consideraba una persona muy coqueta, ignoraba un poco su aspecto para darle prioridad a otros asuntos de su vida familiar y laboral. Pero considera que el paso de la enfermedad por su vida es como "volver a nacer". "Te encuentras tan mal e incluso tan fea, si quieres, que lo único que te apetece es verte bien. Yo disfruto poniéndome una chaquetita y unos taconcitos, así como unos aros y un buen pintalabios te lo digo de verdad", confiesa.
Para colmo, hace hincapié en que los cinco años de tratamiento en casa son algo de lo que se habla poco y los define como toda una montaña rusa. "Son constantes altibajos. Hay quien practica deporte y lo abandona esos años por el cansancio. Yo soy como soy y no quería que me afectara, pero detalles como que la regla deba ir retirándose por un medicamento y tu cuerpo se empeñe en mantenerla es algo horrible hormonalmente hablando para una mujer y, sobre todo, para su mente", dice.
Los médicos, tras los peores momentos de la pandemia, agradecían a María José y a su equipo su vuelta al hospital. "Nos dicen siempre que nosotros les damos a los pacientes lo que ellos no pueden darle. Es tan importante ese refuerzo psicológico... Los facultativos no tienen tiempo para hablar con ellos, que se desahoguen o les enseñen a colocarse algo tan simple como un pañuelo", zanja.