La tradición culinaria nos ha llevado a vincular, de forma inseparable, las ostras con el champán. Un maridaje tan chic que podría incluirse en el Breakfast at Tiffany's starter pack. Pero las burbujas no solo están hechas para ser disfrutadas junto a los cofres de las perlas, sino que ofrecen oportunidades más allá del mar. Un amplio abanico de posibilidades en el que los torreznos ocupan un lugar protagonista. Ese es el leitmotive con el que Roostiq desembarcó en Marbella el pasado julio.
Instalado en plena Milla de Oro, este restaurante madrileño abrió sus puertas con una idea muy clara: seguir siendo fieles al concepto que les ha convertido en referencia dentro de la gastronomía de la capital: We farm. O lo que es lo mismo, de la granja, a la mesa; producto de primera calidad, la mayoría cultivados o criados en su finca de Ávila, y con las brasas como elemento transformador.
La clave del binomio torreznos y champán está en el plato que el comensal acaba recibiendo. Lejos de la idea preconcebida de una tira de tocino grasa, refrita y chiclosa (y sabor adictivo), el cliente se encuentra con una oda a la delicadeza. Piel crujiente, interior jugoso, finas lascas y un retrogusto ahumado. Podría recordar a un sashimi por el corte, pero la técnica empleada lo sitúa en las antípodas.
En definitiva, un must en los hasta 300 comensales que pueden pasar por Roostiq cada noche, aunque desde septiembre también ofrecen turno de comidas. Tal es la proyección de estos torreznos que el influencer gastronómico Alberto de Luna (con su blog dimeunrestaurante.com, uno de los más leídos) se ha referido a ellos como "los mejores" que conoce.
La experiencia no queda solo en ese entrante. Carnes, pescados, verduras y sus famosas pizzas de masa de fermentación en frío durante 72 hora. Todo ello con el calor del fuego como hilo conductor y el acompañamiento de alguna de las 500 referencias que acoge la bodega. Si bien es cierto que quizá sea aquí donde más necesario resulta un ajuste de los precios.
Todo este caleidoscopio responde a una idea capital: "Preparamos lo que nos gusta". Solo así se explica ese salto entre unas almejas, un pollo a la parrilla, una pizza con caviar o unos de los enormes tomates número 38.
Parafraseando a la mítica Audrey Hepburn encarnada en Holly Golightly: "Los días rojos son terribles y en esos momentos lo único que me viene bien es ir a Tiffany’s, porque nada malo me puede ocurrir allí". Cambien Tiffany's por Roostiq; les irá bien.