El ser humano, como se suele decir, es un animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Dos veces, o dos mil, las que hagan falta antes de aprender la lección, si es que alguna vez la aprende. Por eso, al día siguiente de la fiesta de empresa, la frase más repetida tras mirar Google Fotos es: "tierra, trágame".
Porque sí, porque uno empieza con una cañita con limón (que en algunos lugares llaman con tino lejía) y al final acaba gritando barbaridades, como "¡julandrón el que no beba!", encima de la barra del Indiana que, en el actual zeitgeist, nos puede costar, no sólo el puesto de trabajo, sino una visita al calabozo más cercano.
Y como ninguno de nosotros tiene un Pepito Grillo o un canario que grite "¡grisú!" (no lo hacían, se morían y punto) para saber cuándo estamos metiendo la pata hasta el fondo ofreciéndole mandanga al director de Recursos Humanos, pues aquí van unos pocos consejos que nos pueden servir de ayuda para conservar nuestro empleo, que tan escasos son hoy en día.
Antes de salir
Está bien, vamos a dejar las cosas claras: las cartas sobre la mesa: estos consejos son útiles si lo que quieres es no arrepentirte de nada.
Pero si en realidad lo que buscas es arrepentirte de todo, nada de esto va para ti. Porque sí, sabemos que hay quien afirma que la fiesta de empresa es un rollo, que va por compromiso, que está feo quedarse fuera, que hay que hacer comunidad con los compañeros, y mil chorradas más, cuando en realidad lo que quiere es salir a desbarrar como si en la casa no le esperara una familia.
Hey, que aquí nadie juzga a nadie. Por eso, siguiendo esta deriva destroyer aconsejamos que:
1. Compra ropa sin miramientos. Uno o quinientos modelitos. Ya se devolverán, o no.
2. Ve a la peluquería y sorprende a todos con un corte atrevido y un afeitado rompedor para que cuando entres por la puerta del restaurante no reconozcan al "tipo rarito de Contabilidad".
3. Prepara mil excusas para cuando llegues a casa dando tumbos.
4. Cierra los bares y arrastra a la perdición a cuantos puedas.
5. No sigas leyendo: los consejos que hay bajo estas líneas son para los que no quieren lanzar su vida por la ventana.
Que nadie detecte tu presencia
Si no te ha quedado otra que ir "para quedar bien" y quieres pasar por este trámite sin daño, haz el hombre invisible.
Vale, la verdad es que esto es más fácil en fiestas donde se reúnen, no sé, miles de empleados. Para eso, hay que trabajar en una empresa como Opplus que realiza fiestas de Navidad que sólo pueden ser catalogadas de épicas.
Hace un par de años montaron un pifostio, en el Museo del Automóvil de Málaga, centrado en la década de los 80 y en el que más de 1.500 empleados, ataviados como mandaba la época, lo dieron todo para festejar la época más feliz del año.
Pero si no trabajas en este tipo de empresas multitudinarias, y en tu trabajo sois dos más el jefe, bueno, mantén un perfil bajo y trata de beber lo mínimo, por el amor de Cristo.
Nada, que al final has bebido
Cero sorpresa. Al final, la primera cañita con limón te ha desinhibido lo justo para pedir una segunda. Y esa, una tercera. Y así en un efecto bola de nieve hasta llegar al sol y sombra que pedía tu padre cuando tú eras chico y que te trae muchos recuerdos nostálgicos.
En fin, a partir de aquí todo depende de la suerte y de que hayas grabado a fuego en tu cerebelo reptiliano las siguientes pautas como si fueran instintos innatos.
¡No bailes!
A ver, esto es básico: si bailas, estás perdido. Vas a querer bailar pegado, porque bailar de lejos no es bailar, todo el mundo lo sabe.
Pero con un paso en falso, una mano díscola, tu cara metida en un canalillo o una patada voladora a lo David Bisbal sólo vas a conseguir una luxación, que alguien te dé un tortazo o que te graben en vídeo y termines como el meme patético de la semana.
¡Calla la boca!
¿Te cae fatal el secretario de la jefa? ¡Te lo callas como hasta ahora! ¿El Gutiérrez te parece un pelota? ¡Chitón! ¿La coordinadora se lleva el papel higiénico de la empresa? ¡A nadie más que a ti le importa! ¿Acaso lo pagas tú, o qué?
Permanecer con la boca cerrada es fundamental en esta vida y más en una fiesta de empresa, donde es fácil pasar de "fomentar el compañerismo" con el team building, a dar el salto al bullying más rastrero.
¡No cantes!
La conjunción de los dos consejos anteriores dan lugar a este: por lo más sagrado, que no te dé por cantar.
Sí, sabemos que te conoces los villancicos más populares, pero, por favor, no le pidas al camarero una botella de anís para rascarla con un tenedor: ¡si es que te van a grabar y lo van a subir a Internet! ¿Acaso no hemos aprendido ya todos la lección?
Y al final, vas a terminar cantando la canción de la cabra. ¡Si es que lo sabes! ¡Te conoces a ti mismo lo suficiente!
¡Deja el coche en casa!
Este consejo no debería ser necesario, pero no queremos dejarlo fuera: te olvidas del coche, ¿vale?
Da igual que te digas a ti misma que "este año no voy a beber y como me vengo pronto, lo dejo en el parking y así llego antes a casa"… No te lo crees ni tú.
Así que usa el transporte público, que para eso está, ¿de acuerdo? Para que, cuando te levantes a la mañana siguiente, te levantes vivo, con resaca y sin mayores consecuencias que un montón de fotos y vídeos en el móvil donde se te ve destrozando a manos llenas la reputación de tipo serio y formal que tantos años te ha costado labrar en la oficina.
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