Muchos jóvenes-adultos viven enjaulados en el malestar por no tener una vida que esperaban. Crecieron bajo la promesa de que el esfuerzo que hicieran para formarse se vería compensado con un trabajo que le permitiera trazar un proyecto de vida: viajar, emprender, comprar una vivienda propia, formar una familia… Pero las sucesivas crisis económicas que golpearon España a principios de los 2000 ennegrecieron el acceso al mercado laboral para ellos hasta tal punto de que la ansiada estabilidad que tantas veces les vendieron se ha convertido en un auténtico mito.

Antes del primer golpe de 2008, la tasa de desempleo en menores de 25 años en España rondaba el 17-18%, en 2013 alcanzó el máximo de 57% y, aunque desde entonces ha ido descendiendo, el porcentaje de jóvenes en paro en el país no logra asentarse por debajo del 30%. En Málaga, son 10.545 los menores de 25 años en paro, según los datos del Ministerio de Trabajo del pasado mes de marzo.

Para ellos, no hay hoja de ruta predefinida, pero la formación sigue siendo un factor sumamente determinante. El último informe del Observatorio de Emancipación del CJE, con datos del primer semestre de 2022, lo ilustra a la perfección: la tasa de paro en menores de 25 años con estudios primarios o estudios secundarios obligatorios se sitúa por encima del 42%, la de aquellos con estudios secundarios postobligatorios en 26% y la de los titulados superiores en el 16,6%.

Pese a esta evidencia, el último Informe General de Inserción Laboral de la Universidad de Málaga pone sobre la mesa que tampoco para los graduados la entrada en el mercado laboral es un camino de rosas y que cada vez son más los que aseguran tener más de un empleo.

El estudio se centra en alumnos graduados en el curso 2017-2018 tres años después de conseguir el título. A fecha de 30 de septiembre de 2021, el 78,5% de los antiguos estudiantes se encontraban trabajando. En concreto, son el 77,2% de los graduados, el 82,6% de los egresados de máster y el 90,9% de los doctorados, lo que evidencia de nuevo la relevancia del nivel de formación a la hora de encontrar empleo.

MÁS DE UN EMPLEO

Pese a esto, la mayoría de los exalumnos a los que se preguntó, el 59,8%, afirmó tener más de un trabajo o, dicho de otra forma, solo el 40,2% tuvo un único empleo desde que finalizó sus estudios.

El estudio no precisa las razones, pero sí habla en otro punto del tipo de contrato que rubrican. Según los datos que proporcionan, el 46,8% de los contratos realizados son indefinidos, aunque esta cifra baja en general respecto a los años anteriores y de forma más acusada en los doctores, con 12,5 puntos porcentuales menos que la conseguida en el curso 2016-2017.

Mientras tanto, la contratación temporal, que alcanza el 40,5% de los empleos, aumenta para todos los niveles de estudios, sobre todo para los egresados de máster, pasa de 38,6% a 40,6%. 

Ahondando aún más en los tipos de contratos, los indefinidos a tiempo completo son el 39,7% y los indefinidos a tiempo parcial, el 8,6% mientras que los temporales a tiempo completo suponen el 21,5% y a tiempo parcial, el 10,7%. Los contratos de formación son prácticamente todos a tiempo parcial y suponen el 7,9% y los autónomos alcanzan el 6,8%

La estabilidad laboral también entiende de género, tal y como corrobora el estudio. Las exalumnas de la UMA con trabajo son menos (el 76,1% frente al 82,1%), firman menos contratos indefinidos (40,1% frente al 56% de ellos) y más temporales (47,3% frente al 31,3%).