A José Antonio Lavado se le abrieron las puertas de una nueva vida. Tomar la alternativa supone dejar de estar en el mundo de los vivos para empezar a caminar por un sendero que quizá, quién sabe, le lleve a uno a la inmortalidad (aunque eso solo lo dirá el tiempo). Esas tablas y ese albero han acompañado al Pingarra entrenar desde que era un niño. No es una frase hecha: La Malagueta le ha visto crecer literalmente desde los nueve años.

Quizá por eso el día era especial, los tendidos tenían algo más de público y en el ambiente había un algo que predisponía a la afición al cariño con el suyo. A la postre, solo hubo eso: cariño. “Te brindo el toro más importante de mi vida”, le dijo a su padre después de que José Garrido, ante la presencia de David de Miranda, le diera la muleta y el estoque.

Encajó una tanda rotunda que le permitió hilvanar varios muletazos a Artillero (cárdeno, nacido en enero de 2019 y de 510 kilos de peso). El mansurrón y soso toro de Pallarés se desentendió a la tercera tanda y tuvo que poner de su parte el toricantano. Bajonazo, pinchazo, media y el respetable ovacionó. 

No pintaba mejor la cosa con el que cerraba plaza (y que se lidió en quinto lugar por la cogida de David de Miranda). Embestida pastueña, sosa, al ralentí pero sin decir ni mu. Había que tragar los miedos y Lavado cumplió. No fue la alternativa soñada, sobre todo por los cabezazos que daba el animal ante los remates.

El público recompensó los arrimones con aplausos que rompieron en ovación después de dominar a su oponente. Demostró firmeza y solidez el de Benamocarra ante una papeleta imposible, pero el esfuerzo no tuvo recompensa. Una hilera de pinchazos.

José Garrido

José Garrido, durante la lidia de su primer toro. Lances de futuro

El extremeño hizo gala de su gusto capotero y recibió al segundo de la tarde con una decena de lances y una media exquisita. De esas que merece la pena enmarcar no vaya a ser que un día se nos olviden. El trasteo con la muleta fue correcto, cuajando varias tandas sólidas con la diestra pese a la falta de casta del animal. Dejó una buena estocada que le permitió cortar una oreja. En el resto, nada de nada. 

El cuarto fue toro bruto, en la línea del encierro, que entraba a la muleta con cierta aspereza pero con más mansedumbre que maldad. Pese a las tablas que acreditan su experiencia, José Garrido no estuvo. Aquí no hubo recursos aprendidos en el ruedo ni voluntad de intentar otra cosa que no fuera justificarse.

La falta de casta dificultó que entrara a matar, convirtiéndose la suerte suprema en un carrusel interminable de pinchazos, descabellos y huidas. Hugo algunos que aplaudieron mientras recorría el coso malagueño hacia las tablas; en ese momento, por megafonía informaron que también mataría el sexto debido a la cogida de David de Miranda. 

El último rozó los 600 kilos y la misma mansedumbre que todos los demás. Insufrible un espectáculo así. El público se desesperó pronto y Garrido no tardó en tirar la toalla al ver que el pozo había llegado seco al ruedo. Dos pinchazos y se echó.

Cogida a David de Miranda. EFE/Carlos Díaz

David de Miranda

Lanceó con soltura y confianza David de Miranda a su primer oponente, un cárdeno de Pallarés que pecó de los mismos defectos que sus hermanos. La lidia del banderillero Pereiro fue fina en los capotazos, dejando al burel a merced de un Fernando Sánchez que volvió a pasear por la cara del animal con la chulería que caracteriza a los buenos toreros de plata.

Inició la faena el de Trigueros (Huelva) con unos doblones por bajo para comenzar a torear en redondo. La sosería del animal se mostró pronto y en uno de estos parones lo echó por alto, viéndose obligado a pasar a la enfermería al finalizar para ser operado.

De Miranda se levantó dolorido, pero el golpe no le impidió tomar la mano izquierda y encajar varios muletazos con profundidad en las proximidades de Aceituno. Volvió a la derecha, esta vez sin mayores consecuencias que las molestias que le habían dejado la cornada, y cuajó otro ramillete de muletazos a pies juntos y de frente. La estocada hizo guardia y el buen trabajo previó se diluyó en una sucesión de descabellos fallidos. Allí quedó su tarde, en un poso de buenas sensaciones que no pudieron verse culminadas. 

El parte médico reza así: "Herida contusa de unos 8 cm en cara posterior de tercio superior de muslo izquierdo. Herida contusa de 5 cm en cara posterior de glúteo derecho sin afectación interna. Hematoma retroarticular derecho no expansivo. Pronóstico grave".

José Garrido, de arena y oro

Silencio Silencio Silencio

David de Miranda, de verde botella y oro

Palmas (herido) - -

José Antonio Lavado, de purísima y oro                           

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