Todo salió según lo prometido. El malagueño quería que la Feria empezara por todo lo alto y eso fue lo que tuvo. Así llegó la doble ración de espectáculo lumínico (drones y fuegos artificiales ya son un tándem indisoluble), engalanando la frontera que separa el 11 del 12 de agosto. O lo que es lo mismo, la vida mundana de la vida eterna. Y todo ello en la playa.
Porque en realidad, lo que le da valor a la fiesta del verano es la arena húmeda por la noche, las manos que desfilan por la toalla buscando unos dedos amigos a los que aferrarse (a veces se encuentran) y la emoción de un futuro en el que somos inmortales.
No hace falta revestir los días grande de agosto de una soberbia estética que sabemos que no es real. Todo reside en la simpleza del vino más peleón, la música más reggetonera y las bombillas de un portadón que aguardan al momento oportuno para empezar a mostrarnos el camino señalado. Vivimos en un éxodo que dura tanto como tarda en llegar la siguiente Feria, porque nuestra tierra prometida siempre espera. Es la nuestra y que nadie nos la toque.
Mientras que los 240 drones tejían en el firmamento un discurso lumínico naturalista (este cronista reconoció una medusa, una salamandra, un corazón y, por supuesto a las marcas patrocinadoras), los jóvenes jugaban al rito de las expectativas. ¿Qué les aguardará esta semana? En aquel momento daba igual porque de las entrañas del cielo surgían las figuras de la felicidad.
10 minutos de obras created by Umiles - Drone light show que dieron paso a tralla de la buena. Al ruido. Al boom. A las palmeras de fuego y al sonido de la pólvora rebotando por los edificios de La Malagueta mientras huían hacia el mar. De la terminal de cruceros comenzaron a surgir figuras que previamente habían nacido de una mecha encendida. El fotocol perfecto para los enamorados que quisieron inmortalizar sus besos y abrazos con las luces de artificio de fondo. ¿Cursi? Tal vez. Pero que empate quien pueda.
A todo eso, sonó música de Dua Lipa, Katy Perry, Taylor Swift y Beyonce, aunque a decir verdad, lo que realmente se escucharon fueron los aplausos tras la traca final dándole la bienvenida a la semana en la ciudad abre su puerta grande. ¡Y un cielo de farolillos que va buscando la calle!