Emilio de Justo, invencible y arrollador, abre la puerta grande de La Malagueta
El diestro de Cáceres hacía por primera vez el paseíllo en la plaza de toros de Málaga, cosechando dos faenas de peso y cortando tres orejas.
14 agosto, 2023 22:33Noticias relacionadas
La voz del aficionado sentado en el tendido 8 resonó por toda la plaza y se quedó grabada en la piedra de los escaños. "Olé a los toreros de verdad", había gritado casi al final de la faena de Emilio de Justo. Su alarde de admiración llevaba adherida la virtud de lo preciso. Lo que acababa de hacer el cacereño era puro. Era cierto. Era bello. Y eso, en toda su extensión, es sinónimo de entrega.
Se presentaba en La Malagueta el de Cáceres, que entró por el patio de cuadrillas y salió por la puerta grande. Las cosas. A De Justo hay que buscarlo, hay que seguirlo y, esperemos, hay que esperarlo. ¿Cuándo? A más tardar, la próxima Feria de Málaga.
Miguel Ángel Perera
El primero del encierro fue un manso imposible de lidiar en los terrenos de la contraquerencia y que se arrancó con brío en el tercio de banderillas. Buena brega de Curro Javier y reseñable el último par de banderillas de Javier Ambel como antesala a la faena del extremeño. Esa emoción que parecía tener el de Garcigrande se redujo a una embestida incómoda, cabeceando en los remates y de tempos difusos. Por la izquierda parecía entrar de otra manera. Parecía.
La primera tanda, honda y profunda, se transformó en una sucesión de enganchones. Algo le sacó por la derecha, pero nuevamente el barullo no logró que el olé se escuchara al rematar. Pinchó una vez y dejó un bajonazo infame que encima el público aplaudió. Nada nuevo. Saludó desde el tercio.
El cuarto comenzó a tomar fuerza cuando Curro Javier y Vicente Herrera se desmonteraron tras un espléndido tercio de banderillas. Brindó al público e inició la faena con un pase cambiado por la espalda, una de las suertes clásicas en el diestro. Luego se desarrolló todo en una especie de insipiencia que provocó la desconexión de los tendidos. Algunos muletazos buenos, sobre todo por el izquierdo, donde la profundidad marcó la línea argumental. Dejó una estocada algo trasera y hubo gente que incluso pidió la oreja. Esta vez de forma muy minoritaria. Saludos otra vez.
Emilio de Justo
Emilio de Justo es uno de esos matadores que pisa el ruedo para dotar de belleza a la liturgia del toreo. Desde su vestimenta hasta sus andares. Todo es una precuela del arte taurómaco. Lo demostró con la capa frente a un mansurrón segundo que flaqueó de fuerzas después de un tremendo costalazo. Pero aquello se olvidó cuando tomó la mano derecha y dejó que la inspiración se hiciera con el control de la situación.
Tandas en redondo ante un Garcigrande que tomaba con clase la muleta. Le prendió por la pierna (solo quedó en rotura del vestido), pero fue tan torero que se enroscó al animal en un molinete antes de que los banderilleros se hicieran cargo de la escena.
A Emilio de Justo le bailaban las morilleras de la chaquetilla mientras se cruzaba de pitón a pitón. Los machos se movían como una bambalina y los naturales entregados y rotos se le iban ciñendo al cuerpo para asumir el peso de lo corpóreo. La estocada fue caída y el público pidió con fuerza una oreja concedida desde presidencia.
Parecía que el quinto estaba destinado al hastío. Manso, bruto, defensivo… Todo eso quedó diluido porque cuando un torero está en buen momento, todo a su paso se aclara. De Justo arrancó con una elegantísima tanda de derechazos genuflexos antes de irse al centro del ruedo. Las salidas del burel tras cada pase no ayudaban, pero ahí estaba el diestro para encontrarle las distancias y la posición exacta. Se adentró en sus terrenos hasta sacarle pases imposibles.
El torero de Cáceres no solo tiene gusto, es que además tiene el coraje que hace falta para convertir el espectáculo en una obra que consiga danzar entre las aguas de la belleza y del drama. Sacó un par de naturales marca de la casa. Y pensábamos que ahí estaba todo. ¡Ay! Los de la derecha fueron todavía mejores. ¡Qué fácil hizo lo que parecía un antojo lejano cuando brindó al público tan solo unos minutos antes! Hubo verdad, hubo pureza. Lo que viene siendo imprescindible y que últimamente resulta tan escaso. La estocada, ligeramente desprendida, le valió dos orejas que, aunque generosas, sirvieron para premiar una presentación redonda en La Malagueta.
Gines Marín
No tuvo faena fácil el primer toro de Ginés Marín. El de Domingo Hernández salió suelto en los primeros tercios, dificultando el tercio de varas y sin mucho más acierto en banderillas. Con la muleta no llegó a conectar con los tendidos más que al final, cuando sacó la artillería pesada de los terrenos calientes.
Aguantó los pitones del toro en la proximidad de sus muslos, produciéndose un alarde de valor con el que sí llegó al respetable. Previamente, las tandas amontonadas y sin terminar de romper dejaron el último tercio en el limbo. Aun así, se le concedió una oreja tras petición insuficiente y una buena estocada. Nada pudo hacer con el sexto. Parado y sin casta al que tampoco pudo matar de forma efectiva. Tampoco mató bien.
Ficha del festejo
Miguel Ángel Perera, de marfil y oro |
Saludos | Saludos |
Emilio de Justo, de verde botella y oro |
Oreja | Dos Orejas |
Ginés Marín, de caldera y oro |
Oreja | Silencio |
Incidencias: saludaron tras el tercio de banderillas Curro Javier y Vicente Herrera en el cuarto y Antonio Manuel Punta en el sexto. Irrespetuosísimo gesto de la banda de música, que otra vez más abandona la plaza mientras el torero sale por la puerta grande. En un momento así, la música tiene que sonar.
Entrada: media entrada.
Toros: encierro de Garcigrande y Domingo Hernández (3º y 4º). Desigual de presentación y mansos de juego. Destacó el lote de Emilio de Justo.