Para hablar de los orígenes de la Feria de Málaga tenemos que remontarnos mucho, mucho, mucho tiempo atrás. Concretamente más de cinco siglos; hasta 1487. Fue el 19 de agosto de ese año cuando los Reyes Católicos incorporaron la medina a la Corona de Castilla tras uno de los asedios más largos y duros de la llamada Reconquista.
Con ese hito logrado por Isabel y Fernando, se ponía fin al dominio nazarí en la capital de la Costa del Sol, aunque para llegar a este punto, hubo de haber superado campañas complicadas como la Vélez-Málaga (en abril de esa misma fecha), el Rincón de la Victoria (donde se intentó negociar una rendición) y finalmente el ataque desde los extramuros de la capital.
Este hecho se convirtió en el epicentro de unos días de celebración que perduran hasta el siglo XXI, aunque no sin variaciones en el calendario. El Cabildo Municipal de 1491 estableció el inicio de las fiestas populares, que ese año se celebraron el 15 de agosto.
Cabe señalar que este momento histórico también va acompañado de su parte oscura. Según recogen diferentes historiadores, en aquel entonces se aplicó un castigo excepcional a los supervivientes. La mayor parte de estos fueron convertidos en esclavos, y otra gran mayoría asesinados.
La imagen de la Virgen de la Victoria, regalo del emperador Maximiliano de Austria al rey don Fernando durante el asedio, fue procesionada por las calles de Málaga ante la sorpresa de sus habitantes, obligados a bautizarse bajo amenaza de expulsión.
Ya en 1887, cuando se conmemoró el IV Centenario de la efeméride de los monarcas, la fiesta alcanzó todo su esplendor, que se prolonga hasta hoy. Este sería el primer paso hasta llegar a nuestra feria actual, aunque por aquel entonces la Virgen de la Victoria procesionaba, al igual que se celebraran conciertos, corridas de toros y exposiciones.
Cabe señalar que durante el mandato de José Atencia como hermano mayor de la Victoria, la ciudad conmemoró el V Centenario de la llegada de la imagen de Nuestra Señora de la Victoria y por ello la Virgen fue trasladada a la Santa Iglesia Catedral el 15 de agosto de 1987, celebrándose tres días después la misa conmemorativa.
En aquella ocasión, la romería partió del santuario del Centro, siendo portada en un carruaje arrastrado por bueyes y sobre un templete de flores.