Personas de todo el mundo se reúnen tres veces por semana en la céntrica calle Larios de Málaga para jugar al ajedrez. Lo hacen sobre unos bancos, como es tradición en muchos parques de Nueva York, aunque aquí los jugadores conviven con el trajín de los transeúntes, las tiendas de lujo y los espectáculos de luces que caracterizan esta concurrida vía de la ciudad.
José Antonio Sánchez, un malagueño jubilado, es el encargado de organizar estos encuentros y poner los tableros a disposición de los jugadores, una actividad cada vez más popular que atrae a personas de todas las edades y nacionalidades.
El llamado ajedrez urbano es una vieja práctica en países de América y Europa como Italia, Francia o Países Bajos, donde es fácil encontrar a gente jugando en parques y plazas. En la capital malagueña este juego al aire libre llegó de la mano de Sánchez (Málaga, 1956), que un día decidió sacar su tablero a la calle para jugar con desconocidos. Ahora son seis los tableros que coloca, así como doce sillas plegables "para que la gente esté más cómoda", según explica.
Sánchez guarda todo el material en un carro de la compra que se lleva de vuelta a casa cuando terminan las partidas, que empiezan alrededor de las 17:00 y que, en ocasiones, se alargan hasta pasadas las doce o una de la madrugada.
Ajedrez como nexo de unión
Aunque nació en Málaga, Sánchez ha pasado casi toda su vida en Francia, donde emigraron sus padres por motivos laborales cuando él apenas tenía siete años. De este país, cuyo acento aún conserva, todavía recuerda cómo un grupo de vecinos se reunía en la calle para jugar al ajedrez. Ello le motivó a trasladar esta práctica a su ciudad natal.
En la calle Larios de Málaga se dan cita todos los martes, jueves y sábados jugadores expertos, novatos y curiosos. Las partidas se han convertido en un hábito para estos adeptos al ajedrez, que se mantienen en contacto a través de un grupo de Whatsapp que ya roza los 240 integrantes.
Unai Ruiz, natural del País Vasco, es un estudiante de Ingeniería Telemática en la Universidad de Málaga al que hace unos meses le sorprendió ver una multitud de personas jugando al ajedrez en pleno centro de la ciudad, una dinámica que le recordó a su infancia y que quiso retomar como "propósito de año nuevo".
A pesar del auge de las plataformas en línea, jugar al ajedrez de manera presencial y al aire libre supone un aliciente para Ruiz: "Empecé a jugar desde casa, pero me gusta ver al contrincante y tocar las piezas, aunque jugar así es más difícil porque requiere más concentración que hacerlo detrás de una pantalla", señala a EFE.
"Venir a jugar a la calle Larios es lo más bonito que hay, porque para mí es la calle más bonita de España y encima está hasta climatizada, no hace ni viento ni nada", explica Manuel Pérez, un malagueño que acude con asiduidad a jugar a este punto por el que han pasado aficionados de países como Arabia Saudí, India, Países Bajos, Suecia o Ucrania.
Jaque mate a la edad y al aburrimiento
Considerado un deporte mental, jugar al ajedrez parece no tener edad, pues frente a estos tableros se han sentado desde niños de ocho años hasta personas nonagenarias, asegura Sánchez.
"Hay gente que sale del trabajo, viene aquí y me dice: 'He jugado dos o tres partidas y he olvidado mis problemas'", destaca el impulsor de la iniciativa, que recuerda que lo importante, en todos los casos, es pasar un buen rato.
"El ajedrez es vida", sostiene Manuel Pérez, que pone en valor el trabajo que hace de manera desinteresada Sánchez: "José Antonio es el alma de esto y hay que agradecérselo. Si no fuera por él, esto no existiría, porque hay que tener mucho sacrificio de venir y no faltar ningún día".
La iniciativa cuenta cada vez con más seguidores y atrae la atención de turistas como Krzysztof, un polaco que está en Málaga de vacaciones junto a su familia y que se quedó sorprendido al ver jugar a tanta gente en la calle, ya que en su país esta práctica no es habitual. "Está bien encontrarse con otra gente y creo que el ajedrez es algo bueno para la mente", señala.
El 'profe' José Antonio
Santos Alexis Argueta, un hondureño que llegó a Málaga hace cuatro años, se topó con los tableros de Sánchez de forma casual paseando por la calle Larios. Nunca había jugado al ajedrez, sostiene, pero en pocos meses consiguió aprender gracias al 'profe' José Antonio, como lo conocen algunos jugadores.
La madrileña Rosalía Pérez también coincide en que "es como un profesor que te enseña y te deja que le ganes". "Si hay alguien que no tiene muchos conocimientos del juego, le ayudo para que mejore", relata Sánchez, que recalca que su objetivo principal es conseguir que "la gente que participe disfrute de la partida" o, lo que es lo mismo, hacer jaque mate al aburrimiento.