La mirada del arquitecto Salvador Moreno Peralta, cuya mente puede destacarse como una de las más ilustradas y despiertas de Málaga capital, tiene que viajar muchas décadas atrás para encontrar uno de los últimos recuerdos de la Feria de Agosto. "No voy desde hace 55 años", asegura cuando EL ESPAÑOL de Málaga le plantea un cuestionario sobre los festejos.
En sus respuestas no hay referencia alguna a ese cacharrito donde le gustaba subirse cuando era joven o esa noche en la que se pasó más de la cuenta con las copas. Pero sí hay un momento histórico, al que otorga una dimensión especial a su memoria. "Allí estaba Orson Welles, que durante un verano era casi de la familia", confirma.
La presencia del genial director y actor estadounidense, para muchos uno de los grandes referentes en la historia del cine, fue todo un acontecimiento en los festejos del año 1961. De esos días constan imágenes de Welles acompañado por su mujer y subido a un coche de caballos para recorrer la ciudad. "La Feria de Málaga de 1961 la pasó calle Larios arriba, calle Larios abajo, montado en un coche de caballos, en el pescante", confirmaba en publicaciones de hace años Alfredo Taján, actual director de la casa Gerald Brenan.
Por aquel entonces, la Feria de la capital de la Costa del Sol no sabía nada de Cortijo de Torres. De hecho, durante décadas su emplazamiento ha ido cambiando hasta su asentamiento definitivo en lo que hoy es el Real, cerca del Palacio de ferias.
"El penúltimo recuerdo que tengo de la Feria es cuando se hacía en el Parque", precisa Moreno Peralta, quien añade: "Había una caseta de la gente pudiente de El Limonar que se llamaba El Lagarillo del sr. Vicente (por la parroquia de San Vicente de Paúl)". Y es allí donde recuerda la figura de Orson Welles. Resulta que el director "le había alquilado la casa a Teodoro Gross, en La Yucas".
A este recuerdo, el arquitecto suma la expectación que había generado el rumor de que aparecería por los festejos "la gran estrella" Porrina de Badajoz, "Marqués de Porrinas, en la aristocracia gitana". "El marqués, con su media chaqueta de espiguilla y sus gafas de Ray Charles caló, apareció a las 2 de la mañana. Pero Welles ya no estaba", rememora.
Tras esta primera imagen de los festejos, Salvador añade un "último" recuerdo a principios de los años 70, cuando la Feria ya estaba junto al puente de Tetuán. Eran días en los que sobre el terreno no se levantaba ni el edificio de Hacienda, ahora pendiente de ser reformado, ni El Corte Inglés.
"La gente se agolpaba ante una caseta para ver al ser vivo más bello del mundo", expresa, generando curiosidad. Era tal el interés generado que tuvo que esperar varias horas para poder entrar en la citada casa: "Nos caímos de espaldas, y mucho tiempo después supimos que se llamaba Bibi Andersen".