Un montaje con imágenes de Jesús en Santiago y su hermano.

Un montaje con imágenes de Jesús en Santiago y su hermano. e.e.m

Vivir

Un malagueño hace el Camino de Santiago con las cenizas de su hermano: "He sido sus pies, se lo prometí"

José Luis Rosado falleció en 2019 a causa de un linfoma de no Hodgkin y amaba viajar. Su hermano le dijo que harían este reto juntos y lo acaban de conseguir.

26 septiembre, 2024 02:45

Un linfoma de no Hodgkin apagó la luz del malagueño José Luis Rosado el 11 de noviembre de 2019 a los 68 años de edad. Rosado dedicó gran parte de su vida a servir a la nación formando parte de la Policía Nacional, donde recogió incluso una medalla al mérito policial. Acabó en el cuerpo porque siempre fue muy aventurero.

En su juventud decidió formarse como paracaidista, una de sus pasiones desde pequeño. Cuando solo era un crío, se lanzó por una ventana con un paraguas como único punto de apoyo para planear. Toda su familia recuerda la anécdota con una sonrisa preguntándose aún como pudo salir ileso de aquello.

Esa pasión por la aventura y el hecho de darle poca importancia a los miedos, le llevó a viajar por el mundo siempre que podía. No le daba respeto plantarse en lugares como Australia o Japón, por muchas horas que supusieran los trayectos. Amaba descubrir nuevas culturas y vivir experiencias nuevas, siempre acompañado de su mujer, Nieves Pérez.

José Luis y Nieves, en Japón.

José Luis y Nieves, en Japón.

Tailandia, Estados Unidos, Australia, Praga, Alemania, Viena, Budapest o gran parte de España, entre los destinos que han recorrido juntos desde muy jóvenes. "Nuestros hijos han vivido casi siempre fuera. José Luis ahora está en Galicia y Mari en Cádiz, pero los hemos tenido mucho tiempo en lugares como Alemania o incluso Perú. Estoy convencida de que esa vena aventurera les ha venido de él", declara Pérez, en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga.

Su salón está repleto de láminas donde se dibujan paisajes que han visitado y donde ambos han acumulado miles de anécdotas juntos. "Recuerdo cuando en Japón se empeñó en cogerle a la niña un traje típico, con sus moños y sus cosas. Decía que le parecía bonito. Yo le dije que la niña eso no se lo iba a poner en la vida. Al final, acabamos comprando una bata de estilo asiático que aún se pone. Las discusiones por los regalos eran habituales", expresa riendo.

Siempre solían viajar en primavera y en otoño, aunque en 2018 hicieron la excepción de reservar un viaje para mediados de agosto. Querían ir, junto a sus hijos, a las cataratas del Niágara, aprovechando que su hija estaba residiendo en Estados Unidos. Sin embargo, el 31 de julio todos sus planes se desbarataron de golpe.

José Luis llevaba unos días sintiéndose regular, pero no quería ir al hospital para que un médico confirmara qué le pasaba. Su mujer no dudó en insistirle en que fuera a diario... hasta que le obligó a ir y acabó ingresando ese mismo día. Nieves tenía el presentimiento de que algo ocurría y así fue. El 1 de agosto le comunicaron que tenía cáncer. En concreto, un linfoma de no Hodgkin.

"Convencimos a nuestro hijo para que se fuera al viaje y disfrutaran. Nosotros perdimos el dinero y la experiencia, pero no quería que ellos también lo hicieran", recuerda Nieves, quien asegura que los primeros días no fueron fáciles. Sin embargo, José Luis tuvo agallas para luchar contra el cáncer hasta el final de sus días.

Su viuda recuerda que los últimos viajes que hicieron juntos fueron a La Coruña, Murcia y Almería. Era abril de 2019. "Vio que la Cruz de Caravaca estaba por allí por Murcia y entró por decisión propia... Aquello fue muy extraño, pero le dio por ahí. Normalmente, entrábamos más a las iglesias cuando viajábamos por mí", recuerda riendo Nieves.

Una imagen de la pareja en Australia.

Una imagen de la pareja en Australia.

Después de aquel viaje, José Luis fue teniendo altibajos de salud, pero "peleó como un jabato", como explica uno de sus cinco hermanos, Jesús Rosado. José Luis llegó a viajar hasta a Barcelona para iniciar un novedoso tratamiento en el Hospital Vall d'Hebron. Estaba dispuesto a hacer todo para salvarse.

"La empresa farmacéutica, ya no recuerdo muy bien cuál era, nos pagó los viajes y el apartotel en Barcelona. No llegó a ser un ensayo porque estaba autorizado por la sanidad española, era un nuevo tratamiento", detalla Nieves.

La familia Rosado es bastante grande. El más pequeño de los varones es Jesús, mientras que José Luis, o Pepe, como él lo llama, era el más grande. La diferencia de edad y el carácter introvertido de ambos hizo que no tuvieran tanta relación como los dos, en el fondo, hubieran querido.

Sin embargo, la enfermedad fue para ellos un aviso de que había que recuperar el tiempo perdido. Siempre que podía, Jesús, cuando volvía del trabajo, acudía a casa de Pepe, que siempre recibía a su hermano con "una cervecita fresca y una tapita de queso con aceite". "Sabía que me gustaba y que me entraba de lujo después de un día de trabajo", recuerda Jesús, quien asegura que su hermano era un gran oyente.

Jesús (abajo) y José Luis (arriba), con una vaca, de pequeños.

Jesús (abajo) y José Luis (arriba), con una vaca, de pequeños. Archivo familiar

Sabía que estaba muy enfermo, es por ello por lo que prefería escuchar las historias de los de su alrededor que contar la suya propia. Principalmente hablaban de la rutina de Jesús; pero principalmente del pasado, ese al que todos nos aferramos cuando el presente no acompaña.

"Mi hermano fue el que me inició en la lectura, con los tebeos. Siempre me ha apasionado leer y creo que él fue el responsable. Recuerdo que durante la enfermedad me pedía libros y documentación de Churriana, donde nos criamos todos mis hermanos. Fueron tiempos donde fue muy feliz", cuenta Jesús, algo emocionado.

A Jesús le encanta el campo, y más concretamente el senderismo. Un día le contó a su hermano anécdotas de su viaje de estudios a la Serranía de Ronda cuando solo era un crío y pensó que podía ser buena idea hacer una excursión junto a él por la zona. Los hermanos Rosado se fueron a Setenil de las Bodegas, no sin antes cruzar puntos como su Churriana natal. "Pasamos un día increíble, fue un regalo que creo que nos llevamos los dos para siempre", declara el hermano de Pepe.

En el transcurso de los días, José Luis descubrió que su hermano amaba el Camino de Santiago y que lo había hecho en varias ocasiones. Le confesó que nunca lo había podido realizar y le manifestó que si se "ponía bueno" ambos lo harían juntos. No acordaron la ruta exacta.

Cuando José Luis empeoró y se trasladó a Barcelona en busca de una nueva opción para salvarse, los familiares que pudieron no dudaron en trasladarse hasta el Vall D'Hebron para apoyarle en tierras catalanas. Entre ellos, Jesús, que asegura que las paredes de aquel hospital y de su apartamento fueron testigos de horas y horas de conversación. Reconoce que quiso aprovechar cada segundo de su hermano porque sabía que al reloj le quedaba poca arena.

Jesús y José Luis, en Setenil de las Bodegas.

Jesús y José Luis, en Setenil de las Bodegas.

En Barcelona, le comunican a Pepe y su familia que no hay nada que hacer. Y haciendo gala de su fuerte personalidad, a su llegada a Málaga, no duda en realizar llamadas a todos sus seres queridos para despedirse de ellos para siempre. A Jesús se le rompió el corazón al escuchar de la boca de su hermano un "Al final no vamos a poder hacer el Camino de Santiago juntos", pero no tardó en reaccionar para decirle que sea como fuera, lo acabarían haciendo.

Y así ha sido. El pasado 4 de septiembre, Jesús cogía un avión en el Aeropuerto de Málaga hasta Oviedo, en Asturias. Desde allí inició el llamado Camino Primitivo, que culminó a sus 64 años tras diez días y 300 kilómetros recorridos. En la mochila portaba un pañuelo y un gemelo de su hermano José Luis, pero también un pequeño recipiente con parte de sus cenizas.

Así, cuando llegó a Santiago, esperó la cola para abrazar al Santo y obtener dos compostelanas, la suya propia y la de su hermano José Luis a título póstumo, que posteriormente decidió entregar en mano a su sobrino, residente en Galicia, que la recogió muy emocionado. "Yo he sido los pies de su padre, pero sentía que mi hermano me estaba diciendo que tenía que tener ese documento su hijo y así lo he hecho. Le prometí que haríamos el Camino sin saber cómo, pero lo hemos conseguido", cuenta.

Jesús, en Santiago de Compostela.

Jesús, en Santiago de Compostela.

Si algo quería José Luis, tal y como le manifestó a su mujer estando enfermo, es que ella y su familia disfrutaran al máximo de la vida. No quería que se quedaran en casa llorándole, al revés. Si él amó viajar, su deseo es que ellos también lo hicieran. Lo que él no sabía es que él seguiría recorriendo kilómetros. "Desde que murió, yo siempre llevo un poco de él en el bolso. A cada parte que voy, viene conmigo. Mi marido sigue viajando a mi lado", dice Nieves.

De hecho, sus hijos también tienen un poco de su padre en sus respectivas viviendas. "Nos pasó algo muy curioso cuando mi hija vivía en Berlín. Fui a pasar la Navidad a su casa y yo llevaba en mi mochila un tarrito con sus cenizas. La mochila no la moví de allí en todo el rato que estuve en la casa. Pues no fuimos capaces de encontrar el bote. No estaba por ningún lado. Yo creo que le gustaba tanto Alemania, que era un país que le encantaba, que cogió la puerta y se fue a disfrutarlo, me gusta pensarlo así", zanja Nieves.