El pescado expuesto en los mostradores, el sushiman cortando los filetes de atún para hacer nigiris y el espacio reducido del local creando un clima acogedor para una experiencia única. Esta descripción coincide con los clásicos restaurantes japoneses que se encuentran consolidados en el imaginario colectivo. Sin embargo, ya no será necesario ir al país nipón para sumergirse en esta experiencia. El empresario Miguel Ángel García Marinelli ha abierto Le Japonais, el primer restaurante de estas características ubicado en un supermercado.

Situado en El Corte Inglés de Marbella, esta novedad gastronómica busca ofrecer a los clientes una sensación inmersiva con Japón como absoluto protagonista. Así, el corner, de 20m2, cuenta con un apartado take away, donde el cliente puede escoger entre una amplia selección de bandejas de sushi para llevar a casa; y, por otro lado, una barra japonesa de degustación en la que el sushiman (Héctor Escalona) promete una experiencia única.

En este último caso, ya sea a la carta u omakase —tiene tres menús cerrados—, articula una propuesta en torno al sushi basada en el producto de temporada de la más alta calidad, con materia prima local y alguna importada del país asiático como, por ejemplo, el arroz koshihikari —variedad por excelencia para la elaboración del sushi y otros platos japoneses—.

Se completa con un trato personalizado y cercano con el cliente y todo lujo de detalles decorativos, que se concentran en apenas 20 m² para presentar una parada gastronómica a la altura de cualquier “restaurante con estrella”. Le Japonais es la última aventura del empresario hostelero Miguel Ángel García Marinelli, Premio Nacional de Gastronomía y profesional con más de 20 años de experiencia en la creación y dirección de espacios gastronómicos.

Le Japonais.

El cuidado del detalle

Sentado en la barra, el comensal es testigo de cómo el chef cuida al máximo las técnicas de corte, que realzan los sabores y texturas del género. A pesar del poco espacio, todo está hecho al momento; los bocados se preparan, se cortan y se maceran al instante. El resultado es un sushi purista elaborado con producto de la máxima calidad y con fermentaciones caseras con el único fin de rendir tributo con rigor a la cultura gastronómica nipona.

Con una cuidada puesta en escena, el itamae —nombre que reciben los chefs de sushi en Japón— lleva a cabo una cocina honesta donde el producto fresco otorga autenticidad a cada una de las elaboraciones. La carta de Le Japonais está compuesta por una amplia variedad de sashimis —de ventresca de atún, de pez limón o de salmón— que se pueden pedir en formato de media y ración completa o bien apostar por un surtido.

Otra de las opciones son los nigiris, presentados en dos piezas, donde destacan el de quisquillas de Motril, de langostinos de Sanlúcar, de caballa o de vieira flambeada; los amantes del tartar también pueden disfrutar en este espacio con la versión de ventresca de atún con caviar o de jurela, entre otros.

Una de las creaciones.

No podía faltar uno de los platos más clásicos: el kaisendon, un bol con base de arroz al que se le añaden pescados, en este caso, ikura, salmón, ventresca y lomo de atún. Las ostras cierran la oferta a la carta: se pueden tomar al natural, con ikura y vieira, y con salsa ponzu y yuzu.

Por su parte, aquellos que quieran ponerse en manos del sushiman podrán elegir entre distintas propuestas cerradas, que resumen a la perfección los distintos cortes y bocados que ofrece este puesto: menú aperitivo (45 euros) —una ostra, un maki y seis nigiris—, menú degustación (65 euros) —que incluye sashimi, maki, caldo osuimono y seis nigiris— y menú largo (90 euros) —con sashimi, hamachi, tartar, kaisendon, caldo osuimono y nueve nigiris—; todas estas opciones incluyen un postre de frutas infusionado en sake. Para maridar estos bocados, se propone champagne, sake, cerveza, vino blanco o agua. 

El detallismo está presente de principio a fin en Le Japonais: desde la propuesta gastronómica hasta la decoración, de carácter natural —bajo el sello del estudio de Javier Erlanz— y con un toque asiático acorde con el viaje sensorial que plantea para el comensal. Una propuesta culinaria de calidad dentro de un supermercado, que puede ser la pausa perfecta durante la compra para desconectar y disfrutar con personalidad.

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