En Madrid no hay playa, chiringuitos ni espetos de sardinas. Es la capital de España y hay cientos de restaurantes donde se come estupendamente, pero viendo el mar Mediterráneo y oliendo a sal ninguno. Es por eso que es muy habitual que las personas que residen en Madrid o en otras ciudades de interior sueñen con ir a un chiringuito cuando vienen a Málaga. Y da igual que seas un obrero de Móstoles, presidente del Gobierno o Reina emérita. 

Lo hemos podido comprobar de nuevo esta Semana Santa con la visita de Su Majestad la Reina Doña Sofía. Ha acudido a Málaga a ver el desembarco de La Legión en el Puerto de Málaga y la posterior entronización del Cristo de Mena. Hacía viento, frío, llovía... pero a la hora de comer, al chiringuito. 

Doña Sofía fue a uno de los que se encuentran en la barriada de Huelin, en el paseo marítimo oeste de la capital. En el Rocamar no cabían en sí de gozo, pues no todos los días se tiene de clienta a la Reina Emérita y madre del actual monarca. Sin duda, una publicidad impagable. 

Doña Sofía probó algunos de los platos típicos de este establecimiento, que destaca en su página web que están "especializados en pescaíto frito, mariscos, raciones varias, arroz caldoso, espetos de sardinas y de otros pescados más grandes". Además, celebró el 62 cumpleaños de uno de los clientes, se hizo fotografías con los que se lo pidieron y hasta alabó la tranquilidad de un perro que estaba en el local. 

Pedro Sánchez y Olaf Scholz también eligieron un chiringuito

En Málaga hay centenares de restaurantes en los que difrutar con su gastronomía, varios de ellos incluso con estrellas Michelin o recomendados por esta prestigiosa guía. Pero el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acabó en el chiringuito María -situado también en el paseo marítimo de Málaga- el pasado mes de septiembre tras celebrar en Málaga un acto del partido. 

Fue con su esposa, Begoña Gómez, el secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas, y el secretario general socialista en Málaga, Dani Pérez, entre otros. Comieron espetos, boquerones y algún pescado a la plancha. Incluso les enseñaron a espetar, como puede verse en la fotografía. 

La elección de acudir a un chiringuito no es casual. Por una parte, a los que llegan de fuera de Málaga les gusta comer platos tradicionales al lado del mar. Por otra, es una forma de apoyar al tejido local y, en tercer lugar, da buena imagen, es decir, ir a comer a un chiringuito es una forma de acercarse a lo que puede hacer cualquier ciudadano normal y no requiere de un gasto excesivo que pudiera ser criticado. 

A Pedro Sánchez debió de gustarle el restaurante porque en noviembre, el canciller alemán, Olaf Scholz, también fue al María cuando almorzó en Málaga tras participar en un congreso socialista europeo en el Palacio de Ferias acompañado por el primer ministro de Rumanía, Marcel Ciolacu. En este chiringuito pueden decir que han tenido a tres presidentes del Gobierno comiendo en sus mesas en apenas unas semanas. 

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