El turismo es parte de la idiosincrasia de Málaga. A la oferta de sol y playa se le suma una oferta gastronómica cada vez más amplia. Las empresas demandan profesionales que vayan más allá a la hora de elegir los productos y materias primas que pondrán en las mesas de sus hoteles o restaurantes. El Grado en Ciencias Gastronómicas y Gestión Hotelera de la Universidad de Málaga trabaja desde hace cinco años para responder a esa demanda.
Sus prácticas son las más gourmet: una cocina abierta al aula es el punto de encuentro, donde se desarrollan todo tipo de formaciones y catas. La premisa está clara, todo va más allá de los fogones. No se trata de cocinar, si no de explorar la parte más sensorial y química de los alimentos.
Este espacio, llamado Gastrocampus de Innovación, combina las prácticas del grado con diferentes formaciones y cursos abiertos al público en general. Entre sus talleres se encuentran técnicas culinarias de chocolate, vino, taller sobre cortes de atún, gastronomía japonesa, sushi, micoturismo o análisis sensoriales.
La nota de corte para acceder a este grado es cada vez más alta: ya se sitúa en 9,62. Su plan de estudios combina la formación en salud y nutrición, bioquímica de los alimentos, procesos químicos en bebidas fermentadas y destiladas, y la creación y gestión de empresas como parte fundamental. "Es un sector cada vez más en auge, las empresas demandan profesionales de gestión de compras que conozcan bien el mercado", señala el decano de la Facultad de Turismo, Antonio Guevara.
Así, la gastronomía como actividad en alza y elemento diferenciador del destino turístico, se une con la gestión hotelera que require personal cada vez más cualificado. "Las prácticas del grado van más allá de cocinar, no tiene que ver con eso. Se analizan las propiedades nutricionales y composición de los alimentos y materias primas para conseguir una formación muy específica que es lo que demandan las empresas del sector", explica José Muñoz, técnico especialista del Laboratorio de Innovación Enogastronómica.
Las formaciones engloban todo tipo de ámbitos: maridaje, oleoturismo, café de especialidad, denominaciones de origen... Todo ello se combina con prácticas fuera del aula, en empresas del sector.
De lunes a jueves, el laboratorio es territorio exclusivo de los alumnos de la UMA, donde realizan sus prácticas semanales. Los viernes llega el turno de la formación específica con profesionales del sector que acuden al aula.
A ello se le suman los cursos específicos, organizados por la Fundación General de la Universidad de Málaga (FGUMA) e impartidos por profesionales del sector. Este tipo de talleres suelen durar dos días, y están abiertos a cualquier persona que desee participar.
El gastrocampus pretende convertirse "en un foro de debate, innovación, investigación, emprendimiento y formación multidisciplinar en los ámbitos de la gastronomía, la alimentación y el turismo", según detalla el decano de la Facultad.
El objetivo principal es integrar, desde un punto de vista holístico, aquellas materias pertenecientes a distintas áreas de conocimiento bajo el nexo de unión de la gastronomía, "como un elemento innovador en el desarrollo turístico, en la salud y en el conocimiento antropológico-cultural de la sociedad del siglo XXI", según detallan.
Este proyecto continuará creciendo una vez que la Facultad de Turismo se haya trasladado a su nuevo edificio, en la ampliación del campus de Teatinos, prevista para septiembre de 2024. Según explica el decano, se prevé la creación de salas de catas, de gastronomía, de análisis sensorial y un espacio Reserva Cullinary de casi 180 metros.