Abel, a la derecha, posa con una sonrisa junto a compañeros de la oenegé Apoyo Positivo.

Abel, a la derecha, posa con una sonrisa junto a compañeros de la oenegé Apoyo Positivo.

Salud Día Mundial del Sida

Abel, el malagueño con VIH que ayuda a prevenirlo: "Pensaba que me iba a morir, pero la vida sigue"

El joven contrajo el virus de la inmunodeficiencia humana con 25 años. Ahora trabaja en la oenegé Apoyo Positivo donde hace pruebas para su detección y da charlas para luchar contra los estigmas asociados a la enfermedad.

1 diciembre, 2021 05:00
Málaga

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Abel Viñas recuerda con claridad el día en que le comunicaron que tenía VIH. Fue un 8 de julio de 2015, tres días antes de su graduación universitaria. Lo llamó su madre. Había llegado una carta de la Seguridad Social. El joven malagueño donaba sangre y en el último análisis habían detectado anticuerpos del virus, que en su estadio final (el sida) ha matado a más de 60.000 personas en España.

"Fue un shock sobre todo por la desinformación y traumático porque lo descubrí a través de mi madre y tuve que lidiar con mis sentimientos y los de mi familia. Para mí fue una sentencia de muerte, una bofetada. Pensaba que me iba a morir. Tenía 25 años", recuerda. Ahora vive la enfermedad, que se puede controlar tomando una pastilla de antirretroviral al día, con total naturalidad. 

El malagueño lo tiene asimilado y forma parte de su vida. No tienen ningún problema en contárselo a los demás. "Casi todos los que me conocen lo saben. Antes incluso lo consideraba hasta un regalo el hecho de contarle a alguien que tenía VIH. Cuando conoces a una persona de carne y hueso con esta enfermedad, consigues eliminar muchos de los estigmas que se tiene del colectivo", asegura.

Meses de terapia psicológica

Sin embargo, no siempre fue así. Al joven le costó horrores y meses de terapia aceptarlo. "El primer año no me mediqué por pauta médica. Al segundo sí, pero a los tres meses lo dejé porque el tratamiento me recordaba el virus. Durante ese año que estuve sin medicación había conseguido olvidarme del VIH. No lo gestioné bien por mi falta de información", reconoce. Abel estuvo cuatro años en total sin tratarse.

Al final decidió ir a un psicólogo para afrontar sus miedos, inseguridades y la propia gestión de su enfermedad. "Aunque me tomaba la medicación, seguía recordando a diario que tenía VIH. Ahí le di la vuelta a la tortilla. Entendí que la toma de la pastilla era un recordatorio del autocuidado. Comencé la terapia médica en octubre y en febrero empecé a ser indetectable", celebra.

El graduado en Arquitectura entró como voluntario en la oenegé Apoyo Positivo durante la pandemia. En concreto en el proyecto Indetectables, la primera webserie sobre esta enfermedad crónica que se puede ver en la plataforma Flooxer de Antena 3 y donde aparece la actriz malagueña Maggie Civantos. En septiembre del año pasado lo contrataron en el equipo de comunicación de la ONG.

Abel también hace pruebas como agente de salud en la sede de la organización en Torremolinos y da charlas para prevenir el virus. "A mi círculo de amigos y conocidos les digo que se hagan la prueba del VIH a través de asociaciones como Apoyo Positivo y otras muchas que hay por toda España. Están preparadas para darte la información y para acompañarte en ese proceso. Muchas veces van a una clínica privada o a la Seguridad Social, pero no son capaces de acompañarte en ese camino", se lamenta.

-¿Qué le dice a una persona recién diagnosticada?

-Que empieza un viaje que es principalmente emocional. En cuanto a avance médico, el nivel es gigante. En cuestión de seis meses o un año como mucho esa persona tendrá una carga viral indetectable. Es un cambio en tu vida por mucho que se controle con medicación. Lo mejor es afrontarlo y coger el toro por los cuernos. En definitiva, abrazar el diagnóstico.

Tener sexo sin miedo

Para Viñas, el gran logro del VIH ha sido biomédico porque "gracias a la nueva medicación con tomar una pastilla diaria una persona en tratamiento consigue tener la carga viral indetectable, por lo que no puedo transmitir el virus". "Podemos mantener relaciones sexoafectivas sin miedo a la transmisión; y tenemos una salud que se equipara a la de cualquiera, incluso en cuanto a la esperanza de vida", afirma.

Otra imagen del joven malagueño.

Otra imagen del joven malagueño.

Este activista ha tenido que luchar también contra los numerosos estigmas asociados a esta enfermedad, una dolencia crónica que hace 40 años se relacionaba con prostitutas, drogadictos y homosexuales. Su primer desencuentro fue paradójicamente en la consulta del especialista, en la unidad de enfermedades infecciosas de un hospital de Málaga.

"En España ya estaba aprobado que las personas con VIH tenían que empezar a tomar retrovirales si así lo deseaban. Sin embargo, mi médico me dijo que tenía una carga una carga viral baja y que tenía que empeorar antes de medicarme. Para mí fue muy traumático. Junto a mi falta de información, sumado al hecho de que pensaba que me iba a morir, que un especialista te diga que empeorar no ayudó", recuerda.

Por suerte, Abel no se encontró con más rechazos en su camino. En ese momento acababa de conocer a la que fue su pareja durante cinco años. Se lo tomó bien y siguieron adelante con la relación. Eso sí, todavía recuerda una conversación donde se preguntaron si por vivir juntos y tener los cepillos de dientes en el mismo vaso iba a haber transmisión. "Eso es imposible. La transmisión se hace a través de la sangre, fluidos vaginales y semen", se contesta inmediatamente.

"El VIH no entiende de condición sexual, clase o profesión

"El VIH no se cura, pero se controla. Pero aún así el estigma es mucho mayor por la vía de trasmisión y sus orígenes", critica el joven, que deja claro que la enfermedad "afecta a cualquiera, ya que no entiende de condición sexual, de clase y de profesión". También lamenta que el VIH esté relacionado con prácticas sexuales de riesgo.

Todos los estigmas se producen a raíz de la desinformación. Uno de los últimos casos más flagrantes ocurrió en una manifestación de Madrid donde gritaron "fuera sidosos de nuestras calles". "No pasa nada porque haya gente con VIH en Madrid. No saturan el sistema de sanidad, ni transmiten el virus porque hoy día casi se puede dejar de hablar de personas con sida porque los pacientes en tratamiento tienen una carga viral indetectable", señala el joven.

"Como persona debes educarte y saber cuáles son las enfermedades de transmisión sexual, sus síntomas y cómo se pueden gestionar una vez las tienes. Y que así el choque no sea tan traumático", asevera el activista, que cree que desgraciadamente falta mucha información y el acceso a ella a veces levantan sospechas o genera miedo. Aún así, piensa que "la sociedad ahora está mucho más concienciada".

-¿Si pudiera hablar con su yo de 25 años, qué le diría?

-Que no se acaba el mundo. Que gracias al VIH, y eso lo puedo decir ahora después de haber ido a terapia, me conozco y sé cuidarme mejor. La enfermedad me ha hecho mejor persona y he desarrollado mi salud emocional. Ahora soy más empático con otras realidades. El mundo sigue. Es diferente, pero como cada paso de tu existencia. Hay muchos reveses en la vida y al final la forma de gestionarlo es lo que te define.