Desde diagnósticos más precisos hasta tratamientos más efectivos: antes de que ChatGPT revolucionase la vida de muchas personas, la Inteligencia Artificial y la medicina ya caminaban juntas. Las herramientas que emanan de esta tecnología llevan años instaladas en laboratorios de investigación y centros sanitarios y Málaga viene convirtiéndose desde entonces un punto de experimentación propio desde donde emergen los principales proyectos centrados en la investigación oncológica.
“Hay bastante recorrido”, asegura Emilio Alba, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de la capital, que pone como ejemplo el uso de la IA en el análisis de imágenes médicas como las radiografías, las resonancias o las mamografías.
En la actualidad, hay herramientas que ayudan, por ejemplo, a los profesionales sanitarios a detectar algunos tipos de cáncer como el de mama. Tras alimentar su base de datos con miles de imágenes, estos software son capaces de detectar lesiones sospechosas de forma inmediata tras una prueba.
“El siguiente gran paso es aplicar la Inteligencia Artificial a la enorme masa de datos que están presentes en las historias clínicas electrónicas para encontrar patrones o irregularidades que no son aparentes desde un punto de vista intuitivo”, asegura Alba, que dirige varias líneas de investigación en este sentido desde la Unidad de Gestión Intercentros de Oncología Médica de Málaga.
El equipo está trabajando actualmente en herramientas de procesamiento de lenguaje natural para traducir esas notas de los profesionales y extraer de ellas la información. El principal problema, explica José Manuel Jerez, catedrático del Departamento de Lenguajes y Ciencias de la Computación en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la UMA y miembro del equipo, es que la mayoría de estas historias clínicas, en torno a un 80%, está en formato no estructurado.
“Hay que hacer un esfuerzo importante para convertir esa información en datos estructurados, datos tabulados por ejemplo, y, a partir de ahí, aplicar las técnicas estadísticas tradicionales de análisis de datos”, asegura este experto, haciendo especial hincapié en el esfuerzo que requiere esta labor en forma de personal especializado y de recursos del sistema de salud.
El equipo malagueño acaba de desarrollar la versión 3.0 de Galén, el sistema desarrollado específicamente para cubrir las necesidades asistenciales y de información del Servicio de Oncología de Málaga y que permite cruzar los datos e historias clínicas de casi 60.000 pacientes y 640.000 consultas médicas.
Con ellos, y de la mano de herramientas de Inteligencia Artificial, los profesionales aspiran a realizar predicciones, por ejemplo, sobre las probabilidades supervivencia de los pacientes o avanzar en medicina personalizada, un área de conocimiento donde la IA tiene una aplicación directa.
“Queda mucho por hacer, pero estamos dando los primeros pasos. Hemos desarrollado toda la tecnología base que necesitamos para empezar a responder las preguntas y traer la información más relevante para los sanitarios”, asegura Jerez.
La Unidad de Gestión Intercentros de Oncología Médica de Málaga, de hecho, tiene en marcha un proyecto sobre la predicción de los pacientes que visitarán Urgencias tras la última consulta y una línea de investigación sobre estudios observacionales que permitan avanzar en el conocimiento real del comportamiento de distintas neoplasias y la eficacia de los tratamientos.
En relación con esto último, por ejemplo, han analizado el aumento de la incidencia de algunos tipos de neoplasias en pacientes menores de 50 años, un fenómeno conocido como cáncer de comienzo temprano.
“La IA puede suponer una auténtica revolución en la forma de tratar el cáncer, no solo en su diagnóstico, sino también en planificación de la terapia y los tratamientos, en la predicción de la evolución del paciente y hasta en la investigación de nuevos fármacos”, abunda este catedrático del Departamento de Lenguajes y Ciencias de la Computación.
En su opinión, las herramientas de Inteligencia Artificial servirán para ayudar a los profesionales en la toma de decisiones, pero no harán desaparecer las batas blancas. Todo lo contrario. “Esta tecnología permite de alguna forma avanzar en la humanización de la Medicina. Hará que el médico dedique realmente su tiempo a atender a los pacientes de forma adecuada mientras reduce su carga administrativa”, explica.
Lo mismo opina Nuria Ribelles, jefa de Sección del Servicio de Oncología Médica del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga, que considera "fundamental que las autoridades establezcan regulaciones claras y específicas y trabajar conjuntamente con las sociedades médicas para establecer las directrices éticas".
Alba elude hablar de “revolución”, pero asegura también que “estas técnicas van a cambiar muchísimas cosas”. “Puede aportar muchísimo conocimiento, resolver muchos problemas, mejorar la eficiencia más allá de lo que se hace ahora de analizar tumores, secuenciarlos o ver biomarcadores”, abunda.
El reto ahora, apunta Jerez, es trasladar estas posibilidades que en muchos casos ya se han materializado en proyectos concretos, a entornos reales. “El trabajo ya está hecho, es una cuestión de tratar de ponernos de acuerdo, de voluntad, y de diseñar proyectos de colaboración entre las administraciones, los grupos de investigación, el sistema de salud…”, apunta.
Con todo este panorama, los expertos parecen no tener miedo de lo que la IA les puede aportar. “Soy optimista, las cosas catastrofistas me parecen exageradas”, afirma Alba. En su opinión, “como casi todas las disrupciones, esta va a facilitarnos la vida, pero depende del uso que hagamos de ella”. “Los efectos malos de la tecnología no viene de la tecnología, sino del uso que la sociedad hace de ellas”, subraya. El futuro está en nuestras manos.