Se le conoce como la droga zombie y solo hace falta ver los efectos que provoca en los consumidores para entender su significado. Personas sin poder mantenerse en pie, con la espalda retorcida, los brazos colgando y haciendo un esfuerzo titánico por mantenerse en pie. Es la crisis del fentanilo, un opiáceo conocido en el sector sanitario como analgésico para tratar dolores agudos (100 veces más fuerte que la morfina y 50 veces más potente que la heroína) y que está causando una auténtica tragedia en Estados Unidos.
El número de muertes por sobredosis de este fármaco durante la llamada “cuarta ola” se ha multiplicado por 50 entre el año 2010 y 2021, según una investigación publicada en la revista Addiction. Las autoridades norteamericanas apuntan a su bajo coste, su alta capacidad de dependencia y los letales efectos que generan (2.000 defunciones por semana en el país norteamericano) como principales ingredientes de un cóctel que ha golpeado especialmente en el estado de Pensilvania.
Sin embargo, pese a lo dramático que resulta la situación al otro lado del Atlántico, los expertos llaman a la calma en el territorio español. La directora de Proyecto Hombre Málaga, Belén Pardo, subraya que actualmente no hay indicios de una “derivación importante” de fentanilo al mercado negro. De hecho, apunta que el ministerio del Interior “no ha detectado” un volumen relevante de tráfico de este opiáceo, tal y como se puede comprobar en la memoria del Plan Nacional sobre Drogas.
Otro dato al que Pardo se refiere tiene relación con la notificación de personas admitidas en centros por abuso o dependencia de drogas. Según estas cifras, el porcentaje de consumidores de fentanilo se corresponde con “un pequeño número”. Aunque los datos notificados por las comunidades son de 2021 (y están en proceso de actualización), entre las 50.000 personas admitidas anualmente a tratamiento en la red pública de adicciones, solo hay 174 casos en los que el fentanilo sea droga principal (fuente: Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones).
Un problema estatal
Según la Encuesta Sobre Alcohol y otras Drogas en España relativo al 2022, el 15,8% de la población de España de 15 a 64 años reconoce haber consumido analgésicos opioides con o sin receta en alguna ocasión. Igual que sucede con los hipnosedantes, aunque con menor diferencia, el consumo de estas sustancias está más extendido entre las mujeres que entre los hombres, aumentando en ambos grupos su prevalencia a medida que lo hace la edad.
Evolutivamente se aprecia un aumento en la prevalencia de consumo tanto en hombres como en mujeres, para los tramos temporales de alguna vez en la vida y últimos 30 días.
La codeína y el tramadol son los analgésicos opioides que presentan una mayor prevalencia de consumo entre la población de 15 a 64 años. Si bien, en ambos casos ha disminuido su consumo en favor del Fentanilo y otros opioides (Oxicodona, hidromorfona, petidina, tapentadol, metadona y buprenorfina).
Ocho de cada diez de los que han consumido analgésicos opioides alguna vez en la vida indican que, en términos generales, siguen con exactitud las indicaciones del médico sobre su consumo (81,9%). Por otra parte, el 8,0% declara haber consumido estos medicamente un menor tiempo al indicado por su médico y un 7,1% un menor consumo en función de la dosis
Sin casos en Málaga
El diagnóstico realizado por las autoridades locales tiene un enfoque similar. No solo llaman a la calma, sino que tanto desde el hospital Regional de Málaga como desde la delegación de Salud confirman que no se ha registrado ningún ingreso en los centros de la provincia bajo estas características recientemente.
El delegado de la consejería de Salud en la Costa del Sol, Carlos Bautista, en declaraciones a este periódico asegura que “no hay novedad” en el horizonte: “Los médicos de familia hemos conocido la gran adicción que genera en nuestros pacientes y eso lo luchamos todos los días. Hay personas que lo consumen para tratar dolores y acaban enganchándose. Otra cosa son las redes ilegales que trafican con esta droga”, explica.
De hecho, incide en que es recurrente que los médicos tengan que “discutir” con los pacientes que vienen de forma frecuente a la consulta pidiendo algún tipo de analgésico con opiáceo que les alivien las molestias: “Hay que explicarle la poca utilidad que tiene y los problemas que genera”.
Aun así, se muestra tajante cuando se le pregunta por un escenario parecido al de Estados Unidos: “Nunca me ha venido alguien con un síndrome de abstinencia por consumo de fentanilo ilegal”, afirma. No obstante, sí que ha sucedido con otro tipo de drogas, como la marihuana, hachís, heroína o cocaína: “Lo pasan mal y vienen a por sustancias para controlar los picos de mono, lo que provoca en ocasiones agresiones a los sanitarios, aunque esta causa es más heterogénea y presenta múltiples causas”, detalla el delegado de Salud.