Las fiestas invernales, como les gusta llamar a algunos a la Navidad, de este 2021 están al caer y, tras la pandemia (debemos admitir que ponerse la mascarilla para ir de la entrada del bar a la mesa es un absurdo), prometen ser épicas. En todos los sentidos. Así que vamos a aprovechar esta cuenta atrás para preparar nuestros cuerpos para la dura prueba que les espera haciendo algo de ejercicio recorriendo rutas senderistas del interior de Málaga.
De esta manera, al tiempo que nos deshacemos de algunas calorías en previsión de los millones que nos vamos a meter entre pecho y espalda en las comilonas de empresas, familiares y de amigos, paseamos por los paisajes de la provincia malagueña que bien bonitos están en estas fechas tan señaladas.
Sabemos que esto de hacer rutas los domingos es flor de un día, pero si nos acostumbramos, es la mejor forma de conocer cada rincón de la geografía que se despliega entre las fronteras de Málaga. También somos conscientes de que muchas personas odian estos reportajes porque les brindan ideas a sus parejas para hacer cosas que ellas no quieren hacer. Pero, hey, para tener contento a ese ser de luz que te aguanta en la vida a veces hay que levantarse bien tempranito en tu único día libre y pasarte la jornada dando bandazos por el campo. ¡De nada!
Camino de la Cuesta de Istán
Comenzamos este listado con una rutita fácil: la senda del Camino de la Cuesta. Con una longitud de poco más de cinco kilómetros, este trazado circular parte de Istán y ofrece un paseo de una baja intensidad y una dificultad bastante asumible para los que se mueven menos que una mesa camilla.
Un camino que se tarda en recorrer unas dos horas y que nos ofrece unas vistas en las que el embalse de la Concepción se muestra en toda su magnificencia. Para visitar esta presa, que también se la conoce como el pantano de río Verde, partiremos de la Hoya, al final de la calle Río de Istán, que enlaza con el propio carril rural Camino de la Cuesta.
Al embalse se tarda en llegar una media hora, si no vamos con ritmo cochinero, y a lo largo del trazado caminaremos por el valle en el que se asienta, alcanzando hitos como la iglesia de San Miguel, patrón del pueblo de Istán; un pequeño requiebro conocido como El Descansaero, donde recuperaremos el aliento un poco al tiempo que disfrutamos de una hermosa vista del curso del río Verde; y el caminito llamado la Cañada de los Laureles.
El sendero no tiene pérdida y, andando, andando, nos guiará cómodamente a los aledaños del Hotel Altos de Istán. Al finalizar nos daremos cuenta de dos hechos: que estamos ahítos de asombrado pasmo paisajístico y que nuestros móviles están repletos de instantáneas de nuestras anodinas caras con el río Verde al fondo, listas para ser compartidas en Instagram, aunque a nadie más que a nosotros mismos les interesan. No nos engañemos.
Senda del Alcázar
Tras una senda fácil, otra para gente con ganas de gastar suela. Poca broma con esta subida de Alcaucín a La Maroma por la ruta del Alcázar, ya que llega hasta el punto más elevado de la provincia de Málaga. Con una longitud de más de 20 kilómetros, a lo largo del camino nos acordaremos en numerosas ocasiones de los ancestros del colega que haya propuesto pasar el domingo ascendiendo al pico más alto de Sierra Tejeda.
Un pico que se ubica a solamente 17 kilómetros de la costa y que permite, en un día despejado, posar la mirada en Sierra Nevada y en África. (Una leyenda urbana asegura que, en la oscuridad de la noche, desde La Maroma se pueden ver las luces de la velada navideña de calle Larios).
No obstante, no debemos tenerle miedo a esta senda circular ya que su trazado combina suaves laderas y accesibles cuestas que ya de por sí ofrecen la vista de impresionantes barrancos, desfiladeros y tajos, cuya visión nos recordarán lo necesario que no es desviarse de los carriles señalizados para no sufrir una caída que dé al traste con la diversión. Además, hay que tener en cuenta que en invierno La Maroma suele estar nevado. No son las nieves eternas de El Kilimanjaro, pero la meteorología puede complicar el ascenso, por lo que echemos un vistazo al parte el día antes para preparar el itinerario.
La senda del Alcázar se desarrolla por la parte norte de la cabecera del arroyo del Alcázar, en la vertiente noroeste de Sierra Tejeda. Parte de Alcaucín y pasa por el área recreativa El Alcázar, el cual perfectamente puede convertirse en la meta de una ruta de cinco kilómetros de ida y cinco de vuelta que ya estaría bastante bien y ofrecería una pequeña aventura en sí misma.
Seguiremos por la Loma de las Víboras, los Tajos de los Castillejos, la Fuente del Espino, el Tajo Fuerte y el cerro con el nombre más descriptivo de Málaga, Cerro Mojón, que nos conducirá hasta el epicentro del camino.
Y una vez que alcancemos el pico de La Maroma, a 2.069 metros de altitud, tras una caminata que nos arrebatará el resuello literalmente, el paisaje nos quitará la respiración metafóricamente: unas vistas que tan sólo el techo de la comarca de la Axarquía y de la provincia puede regalarnos.
Después de cansarnos de mirar a lontananza, y tras reprimir una vez más las ganas de empujar Maroma abajo a nuestro amigo el senderista (senderista ahora, porque es de esos que se enganchan a cualquier cosa y luego no dura ni dos semanas: crossfit, buceo, yoga, veganismo, ser buena persona…), comenzaremos el camino de vuelta por el mismo itinerario, aunque desviándonos un poco para ver la formación de Los Castillones.
Ruta de las Fuentes de Villanueva del Rosario
En Villanueva del Rosario existe un camino circular de unos 14 kilómetros llamado de las Fuentes en cuyo recorrido se reparten hasta nueve pilas distintas. Estos abrevaderos se nutren del acuífero de las Sierras del Jobo y Camarolos, que representan un titánico depósito de agua con decenas de salidas que proporcionan vida a un entorno natural imponente. Un auténtico mosaico de pinares, cultivos, olivares, encinas y matorral mediterráneo puesto a nuestros pies.
El principio del camino lo marca la Fuente Vieja, la más antigua de la localidad saucedeña y a donde acudían a llenar sus cántaros los vecinos (más bien, las vecinas) cuando aún no había agua corriente en el pueblo.
La siguiente fuente, la más abundante de todas (tanto, que es el origen del río Cerezo, un afluente del Guadalhorce), es la del Nacimiento, también conocida como El Chorro. Destaca por su belleza, y en sus inmediaciones se construyó la ermita de la Virgen del Rosario.
El resto de pilas y abrevaderos que nos encontramos en nuestro caminar son la Fuente de la Zarza, junto al Tajo de la Madera; la Fuente de Hondonero, desde la cual disfrutaremos de unas vistas inmejorables; la Fuente de la Canaleja, que está situada bajo un espeso pinar; las pequeñas Fuente del Raigón y Fuente del arroyo Urán; y, por último, la Fuente de la Salud, un pequeño afloramiento con unas panorámicas imponentes sobre la sierra de Camarolos, y Fuente Nueva, casi al término del recorrido.
Al encuentro de los Tajos de Sábar
En los terrenos que rodean a Alfarnatejo encontramos una serie de accidentes geográficos de una belleza y espectacularidad inusitadas: los Tajos de Sábar, un hermoso exponente del Arco Calizo Central presente en la Axarquía, que se dividen en el Tajo de Gómer, el de Doña Ana y el del Fraile. Para salir a su encuentro hay una senda circular que discurre casi en paralelo al río Sábar, de unos 13 kilómetros, y que comienza cerca de la Fuente del Conejo.
Este camino no es en espacial complicado a nivel técnico, pero sí algo exigente físicamente hablando. Psicológicamente también, si vamos acompañados con alguien que no para de darnos la matraca con qué vamos a hacer este año para Nochevieja.
Las subidas a los diversos tajos se irán sucediendo y supondrán el mejor recordatorio posible de por qué debemos dejar de fumar de una maldita vez. (Pero, vamos, si no hemos abandonado el vicio después de haber llevado la mascarilla puesta todo el santo día, con la boca apestando a humo reconcentrado, la adicción nos lleva a la tumba seguro).
El paisaje escarpado de Alfarnatejo es similar al de algunas escenas de El Señor de los Anillo: el camino se desgrana entre paredes rocosas, con grandes formaciones pétreas que puntúan la senda y con collados que dividen los relieves por los que avanzamos y desde donde se aprecian unas visuales 360 espectaculares. Panorámicas que nos recordarán por qué uno se hace los gemelos polvo subiendo hasta estos repechos.
Escribir que la flora y la fauna de los entornos de los Tajos de Sábar son prolíficas: de hecho, es una ruta muy señalada en las guías ornitológicas. ¡Así que seamos gente civilizada como los animales en nuestro peregrinar, eh!
Visita a la Fábrica de Canillas de Albaida
Para acabar, caminaremos por una ruta de diez kilómetros que recorre imponentes espacios de las sierras de Tejeda y de Almijara y que es especialmente recomendable para aquellos que andan sólo para ir a coger el coche que tienen aparcados bajo sus casas.
La excusa es visitar una antigua fábrica abandonada, símbolo y ejemplo de la industrialización que existía en la provincia, que iba más allá de la cesta del turismo en la que estamos empeñados en poner cada uno de nuestros huevos. Los restos de una fábrica de luz que, con un sobrenombre tan maravilloso, describe una central hidroeléctrica que se situaba en las cercanías de Canillas de Albaida, a tres kilómetros escasos.
Un paseo de una gran belleza ya que el terreno abrupto se conjuga con una abundante vegetación debido a que el camino pasa junto a la cuenca del arroyo de la Cueva del Melero y el río Turvilla.
Lo aconsejable es comenzar a andar justo antes de llegar al municipio canillero, en la iglesia de Santa Ana, en cuyas proximidades podemos dejar a buen recaudo el coche.
Caminando río arriba, en tan sólo cuatro kilómetros, nos toparemos con la Fábrica, completamente abandonada, sin tejado ni maquinaria de ningún tipo. Su estado actual es como el del ciudadano medio: ruina total.
A su lado, sin embargo, hay acondicionada un área de descanso. Aquí muchos aparcan el coche, ya que la zona dispone de estacionamiento, pero llegar a este punto de otro modo que no sea caminando no tiene mucho sentido, la verdad.
Detrás de la fábrica existe una vereda que asciende y a lo largo de la cual nos toparemos con algunas albercas que antiguamente servían para almacenar el agua y hacer funcionar la central.
La ruta se puede dar por terminada en este lugar, pero, si seguimos subiendo, en una hora de caminata llegamos hasta un camino que conduce a Sierra Tejeda y a la Cueva del Melero, que es de donde surge el arroyo que ha servido de guía.
A partir de este punto, lo normal es darse la vuelta e irnos por donde hemos venido, coger el coche, llegarnos a algún restaurante de Canillas de Albaida e introducir entre nuestras costillas, sin remordimientos y a la fuerza, un almuerzo de esos de los que uno se acuerda con una sonrisa en su lecho de muerte.