Una máxima, muy usada por aquellos que en realidad no necesitan excusas para hacer lo que quieren hacer, dice que una vez al año, no hace daño. Y la Navidad, por el momento, con el permiso de Teresa Porras, sólo se celebra cada doce meses y en Málaga llega cargada de un recetario específico repleto de dulces típicos y tradicionales que son sumamente tentadores.
Un motivo para dejarnos llevar, porque como bien sabía Oscar Wilde, uno puede resistir cualquier cosa menos la tentación y un buen mantecado antequerano. Además, la operación bikini está muy lejos, tenemos tiempo de preparar nuestros cuerpos para el verano. Y, visto lo visto, quién sabe si volveremos a salir a la calle alguna vez con normalidad. Así que, nada, vamos a disfrutar como locos de los sabores azucarados de esta tierra en la que cada localidad y región cuenta con productos únicos.
Polvorones, roscos de vino, turrones, bollos higos, mantecados, empanadillas de batata o de cabello de ángel… Un listado pormenorizado de los dulces típicos navideños de Málaga supone, en realidad, una quimera porque cada pueblo disfruta de sus propias especialidades. Y, lo cierto, es cada obrador dentro de esas localidades hace suya diferentes versiones de unas recetas que son muy versátiles.
Lo que sí está claro al menos es que el mantecado y el polvorón son productos originarios de Andalucía, alejados de la rica herencia árabe que quedó en la Península tras la Reconquista, como prueba el hecho de que sus recetas contengan como base la manteca de cerdo.
Y lo cierto es que Antequera, junto a Estepa (ay), fue pionera en la elaboración del mantecado que, a pesar de su tradición histórica acompañando a generaciones y generaciones de españoles durante las fechas navideñas, resulta que es un dulce relativamente joven: apenas hace doscientos años que comenzó a elaborarse esta receta. ¡Qué cosas! La verdad es que más de uno creía que Isabel la Católica se había casi asfixiado en la Navidad de 1487 con un mantecado antequerano y resulta que no.
Una delicia igualadora
Las recetas tradicionales navideñas son dulces que no faltan en la mesa de ninguna familia de Málaga. Independientemente del estrato social de cada cual, un buen mantecado cae cada año (uno, o diez veces cien), y para gustos, los colores: existen muchas variedades que se diferencian por sus ingredientes, por su forma y por su sabor. Hay mantecados de almendra, mantecados de chocolate, mantecados de hojaldre, mantecados con canela… y el que más popularidad ha ganado en los últimos tiempos, el mantecado de limón. Una receta que, como la pizza con piña, o la tortilla de patatas sin cebolla, polariza a la opinión pública que ríete tú de Podemos y Vox.
Como escribimos, el mantecado de Antequera es el mantecado malagueño por excelencia. En nuestro país hay municipios especializados en la elaboración de este dulce, pero, hoy por hoy, la ciudad antequerana es la productora principal generando cada años toneladas de este humilde manjar.
Un tip que hace más ricos los mantecados es apretarlos con el puño antes de desenvolverlos. De este modo, lo que en realidad estamos evitando es que se rompa al abrir el envoltorio. Pero, bueno, hay quien gusta de comérselos desmigados, poquito a poco, como si fuera un pequeño ritual.
(A todo esto, qué raro resulta escribir mantecado en lugar de mantecao...).
Un polvorón para ti, bombón
Bien sabe Dios que los polvorones son traicioneros (Nota del editor: compren el libro del autor), y que se puede morir atragantado con uno cuando peor nos viene y más cosas tenemos que hacer. Pero la pregunta sería: ¿acaso hay muerte más dulce?
El polvorón es un producto que deviene del mantecado y se diferencian en la forma, ya que el mantecado es menos alargado y más redondo, pero también en los ingredientes, porque el polvorón está cubierto de azúcar e incluye almendras.
También Antequera se ha convertido en la gran productora de los polvorones que se consumen en España y parte del extranjero.
La producción de polvorones, así como del resto de recetas navideñas de Málaga, encuentran en los diversos obradores su mejor baza: desde conventos a pequeñas pastelerías familiares, pasando por los grandes productores que conjugan tradición con manufacturas modernas. Y no digamos ya en cada familia porque cada maestrillo tiene su librillo (cuenta la leyenda que si tenemos la fortuna de que en nuestra casa se mantenga la tradición de reunirse para elaborar estos dulces, Ana Iris Simón llega de visita y nos escribe un artículo. Puedo confirmar de primera mano que esto no es cierto).
Un rosco de vino para conquistarlos a todos
Los más jóvenes, por regla general, no suelen apreciar los dulces tradicionales. A un niño dale a elegir entre un chicloso dónut y un pan de higo, y te va a escoger la bollería industrial (sí, ya lo sabemos, menos tu chiquillo; tu chiquillo es el más especial del mundo y aprecia lo bueno, lo auténtico, lo de la tierra, mejor que muchos mayores). Pero cuando vamos cargando años y peinando canas… ¡que traten de quitarnos de nuestras manos cualquiera de estos dulces de siempre!
Los roscos de vino malagueños son uno de los productos estrella de las navidades. Han alcanzado tanta popularidad que se han extendido al resto del año y se pueden degustar en cualquier momento. Ahora, lo que antes llegaba de manera cíclica en cada temporada haciéndola especial, se puede consumir en cualquier instante y lugar. Algo que sin duda resta mucho a la experiencia porque la forma correcta de comerlos es sentados a la mesa camilla con los pies achicharrados sobre la estufa. Pero, como decía Kurt Vonnegut, es lo que hay.
El nombre de los roscos de vino no deja lugar a equívocos: son pequeñas rosquillas elaboradas con aceite, harina, un toque de vino y azúcar, que les da su característico tono blanco y dificulta su ingesta: ¿quién no ha terminado cubierto de azúcar después de una tarde hartándose a roscos?
Queremos turrón, turrón, turrón
Pero vea que sea de Málaga. El turrón malagueño es, obvio, otro de los dulces que va ligado a la Navidad. De un tiempo a esta parte, en el que la gastronomía es un fortísimo valor y aquí el que más y el que menos es un gourmet, las principales confiterías de la provincia innovan con este dulce y no temen proponer novedosos sabores fundamentados en los distintos ingredientes y recetas que se dan por estos lares. Y de la mano de los productores más insospechados: a nadie le resulta extraño que Casa Mira venda helados y turrones y que ambos dulces se adquieran durante todo el año.
Porque, como hemos escrito antes, los dulces de Málaga se pueden disfrutar en cualquier momento y en cualquier lugar, ya sean los bollos de aceite, los bollos higos, los peritos de Ronda, la torta loca o la torta de aceite malagueña con su gran variedad: desde las tortas de Algarrobo hasta las tortas de Vélez-Málaga, pasando por las tortas Ramos, cada una propia de una localidad y con un sabor y aspecto diferente.
¿A quién les debemos estas delicias?
Es inabarcable la cantidad de pastelerías, obradores, panaderías, conventos… de la provincia que se mantienen vigilantes por la conservación del recetario malagueño y en las que podemos adquirir estos dulces. Aquí, el goloso se tiene que arremangar e ir investigando, explorando y catando hasta descubrir dónde dan con la tecla para hacerle llorar de gozo al morder un rosco de vino.
Sin embargo, podemos ponerle sobre la pista para comenzar dicha ruta del dulce navideño partiendo desde Antequera con un obrador que conjuga tradición y modernidad como es La Antequerana. Doblado Torres es otra pastelería artesanal que busca ofrecer el sabor de antaño mientras que La Joya de Antequera ya deja muy a las claras qué considera que es lo importante en esta vida.
Hermanos Montañez Gómez, la Confitería Daver, Torcadul… de verdad que la lista es complicada de hacer y por ello dejamos en manos de nuestros sufridos lectores el arduo trabajo de ir probando en cada uno de estos obradores cuál es el mejor dulce de Navidad de Málaga. Somos conscientes de que es una labor muy desagradecida, pero es una penitencia que cada uno debe cargar con pesar y la boca llena de azúcar. ¡Cuánta injusticia hay en el mundo!