Cada 28 de Febrero, los andaluces nos tomamos un día de descanso para comer pan con aceite y tocar el himno de Andalucía con la flauta, la tonadilla que, junto al villancico de Canal Sur y el anuncio carnavalero del Covirán, conforman la tríada musical del sentimiento nacionalista del sur de España. Al menos para las generaciones que nacieron cuando Andalucía ya era una comunidad autónoma de pleno derecho. Café para todos, sí, ¡pero aquí con pan tostadito y migaito!
El Día de Andalucía es una jornada pensada, más que para estarse tranquilo en la cama hasta tarde, para rememorar y conmemorar los hitos que se conquistaron para alcanzar el reconocimiento que los amantes de la Patria Andaluza consideran insuficiente, pero que ha configurado la realidad de la región uniendo cada vez más entre sí las provincias.
Así que grita a tus chiquillos "¡Levantaos!", ármate con tu bandera blanca y verde y vuelve este 28F a los rincones donde se ha de pedir paz y esperanza, siempre. Esperemos que el tiempo acompañe bajo el sol, aunque nuestra tierra necesita ahora más que nunca la lluvia.
Casares: la patria chica del padre de la Patria Andaluza
Vamos a empezar por la localidad que vio nacer a Blas Infante, el autor del Ideal andaluz (1915) y el himno oficial de la comunidad, que se convirtió en mártir y padre de la Patria Andaluza. La localidad casareña ofrece con su hijo predilecto uno de los elementos más importantes de la historia de nuestra región, remarcando su protagonismo a lo largo de los siglos ya que los orígenes del municipio se remontan al Imperio romano.
De hecho, cerca de él se recomienda visitar los restos de Lacipo, el yacimiento de una población ibérica que alcanzó notoriedad como plaza fortificada y que controlaba los caminos entre la costa y el interior.
Ubicada en la zona occidental de la provincia, Casares, empleando una figura un tanto lamiosa, parece arropar a Manilva en un fraternal abrazo, al tiempo que se encarama sobre una escarpada y enorme peña. Una blanca localidad digna de visitar que se transforma en un auténtico nido de águila desde el cual domina las tierras que descienden hasta el Mediterráneo.
Otro pueblo al que acudir si queremos visitarlo con la peregrina excusa de rendir tributo a Blas Infante, es Gaucín. El político intentó en 1918 presentarse a las elecciones generales de España por el distrito electoral de este pueblo, aunque no lo consiguió por culpa del caciquismo. En 1933 se presentó de nuevo por Málaga, aunque su candidatura fracasó de nuevo.
De hecho, un lugar en la capital malagueña por el que pasarse en recuerdo de Infante es la Sociedad Económica de Amigos del País en la plaza de la Constitución, ya que allí, en 1930, dio una conferencia donde ensalzó al pueblo andaluz y su historia.
Ronda asamblearia
No hacen falta muchas excusas para acudir a disfrutar de Ronda. Pero si tenemos que enmarcar un motivo en el nacimiento de Andalucía como comunidad, patria, región, país, o como se quiera ver, la ciudad rondeña cumplió un gran papel en 1918.
Y es que en enero de dicho año tuvo lugar la denominada Asamblea de Ronda, un encuentro organizado por los Centros Andaluces que supuso nuestra primera asamblea regionalista y donde se adoptaron lo que Blas Infante denominó las insignias andaluzas: su bandera y su escudo.
Además, en Ronda se retomó y asumió como Carta Magna el proyecto de 1883 de la Constitución Federal para Andalucía, conocida como la Constitución de Antequera.
Los representantes se reunieron en el Círculo de Artistas rondeño, en la plaza del Socorro, donde hoy en día hay una gran estatua conmemorativa.
Antequera constitucional
Otra localidad que no hace falta mucho para ir a disfrutarla es Antequera. Además de tener arrebatadores espacios naturales como la Peña de los Enamorados y lugares con un encanto único donde pasar unos días, como su hermoso parador, cuenta con un pasado en el que el ideario andalucista se apoyó para sacar adelante su proyecto político.
Como ya hemos mencionado, la Asamblea de Ronda tomó como suya la Constitución Federal para Andalucía ideada por el Partido Republicano Democrático Federal, que se reunió en la localidad antequerana en 1883.
Conocida por ello como la Constitución de Antequera, esta Carta Magna fue la propuesta de dicho partido para formar un Estado andaluz independiente, siguiendo la corriente de un contexto político marcado por las consecuencias de la Revolución de 1868 y el Sexenio Democrático. Según los estudiosos, este proyecto establecía adelantos democráticos y sociales muy avanzados para la época y fue germen de parte del ideario del andalucismo.
El primer presidente de la Junta Preautonómica de Andalucía, Plácido Fernández Viagas, cuenta con una plaza en su honor en Antequera, donde además se ubica un monolito que rinde tributo a la Carta Magna de la ciudad de 1883.
La esquina de Caparrós
Para finalizar, un lugar que marca un hecho histórico muy triste y que, hoy en día, no ofrece la mejor imagen de la capital malagueña: la esquina donde murió de un disparo Manuel Caparrós.
El asesinato tuvo lugar durante la gran manifestación por la autonomía andaluza del 4 de diciembre de 1977. Después de que otro joven, Juan Manuel Trinidad, con el que se confundió a Caparrós durante décadas, trepara por la fachada del edificio de la Diputación para colocar una bandera de Andalucía, la Policía Armada realizó un gran despliegue.
Caparrós recibiría poco después el disparo que segó su vida y nunca se identificó al culpable. Málaga permaneció en estado de excepción durante varios días y la muerte del joven malagueño se convirtió en uno de los grandes símbolos de la lucha de Andalucía por alcanzar su autonomía.
Tras 40 años, en 2017, la esquina donde murió fue reconocida como Lugar de Memoria Histórica y una placa y una marquesina marcan el lugar y recuerdan el hecho. Lamentablemente, los mismos energúmenos oligofrénicos de siempre mantienen el entorno en las peores condiciones posibles, lleno de pintadas y grafitis, ofreciendo una imagen deplorable de la ciudad.