El invierno se encuentra a mitad de su vida, y pese a que el mes que viene dejará paso a la primavera, las bajas temperaturas y la meteorología adversa siguen siendo la nota dominante a día de hoy. Es por ello que no sobra recordar algunas indicaciones para que nuestro vehículo esté siempre listo para afrontar una situación adversa.
Nuestro vehículo es, de facto, una máquina. Y como tal, está expuesta a fallar, a averiarse y a sufrir desperfectos y desgaste en un uso normal y frecuente. El invierno supone un esfuerzo extra para las miles de piezas que conforman un coche, que se someten a agentes externos especialmente dañinos, a temperaturas muy bajas y a esfuerzos mecánicos mayores.
En primer lugar, un mantenimiento exhaustivo debería ser norma en cualquier momento del año, máxime en invierno, cuando un vehículo se enfrenta a condiciones anormales. Un buen ejemplo de ello es la correcta elección de un aceite lubricante para el motor, ya que dependiendo de las temperaturas a las que normalmente se vea sometido el propulsor, necesitará un aceite más o menos viscoso. Un aceite demasiado denso puede no resultar suficiente para lubricar de forma correcta todas las partes del motor.
Mantener al día los neumáticos es también algo fundamental en cualquier época del año, incluido el invierno. La utilización de neumáticos de invierno si la temperatura ambiente no suele subir de los 7ºC es una gran solución para aumentar la seguridad, ya que maximizan el agarre, obteniendo como resultado una mejor motricidad y menores distancias de frenado, algo que puede resultar vital ante una situación de emergencia.
Durante el invierno las horas de luz son menores que durante el verano. Conviene, por tanto, revisar el correcto funcionamiento de todos los sistemas de iluminación, sustituyendo las bombillas en caso de no alumbrar como deberían. Además de las bombillas, conviene también controlar el reglaje de los faros con el fin de maximizar la capacidad de iluminación del vehículo sin que deslumbre a los demás usuarios de la vía.
Hablando de visibilidad, casi siempre nos olvidamos de aquellos pequeños listones de goma que utilizamos cuando el cristal se llena de agua. Sí, los limpiaparabrisas, aquellos elementos de los que nos acordamos cuando, al accionarlos, el resultado en la luna son líneas, borrosidad y suciedad. La renovación anual de estos elementos es muy recomendable.
Si circulamos asiduamente por vías donde se haya esparcido sal par evitar la aparición de placas de hielo, es recomendable lavar el vehículo con relativa frecuencia, incluyendo los bajos del mismo en la medida de lo posible. La sal resulta corrosiva para la mayoría de los componentes de nuestro coche, por lo que un lavado periódico para eliminar los restos de salitre impedirá la aparición prematura de óxido tanto en la carrocería como en diversos componentes mecánicos del vehículo.