El Ford GT40 se ha convertido en la referencia más deportiva de la firma del ovalo. Su papel de matagigantes en las 24 Horas de Le Mans frente a los casi imbatibles Ferrari, y el regreso del superdeportivo en 2005 y de su sucesor diez años después siguen demostrando que Ford tiene competición corriendo por su ADN. Su participación en el Mundial de Resistencia y en el principal campeonato de resistencia bajo el control de la IMSA, ambas con el Ford GT GTLM, han permitido a los de Detroit a seguir investigando posibles sinergias entre la competición y sus vehículos de producción.
Esta transferencia de conocimientos entre los circuitos y la calle ha dado como lugar una versión especial precisamente del Ford GT que fue presentada durante el pasado fin de semana, coincidiendo con el inicio de la temporada de las NASCAR Series, una versión más radical cuyo objetivo es el de mejorar aún más la experiencia del cliente/conductor a la hora de rodar en pista. Una versión clubsport del Ford GT que se ha bautizado como Competition Series, en clara referencia a la premisa principal con la que se ha desarrollado.
Al igual que las versiones de otros fabricantes, se ha utilizado la fibra de carbono para rebajar el peso del conjunto, manteniendo el motor 3.5 V6 biturbo que monta originalmente la versión normal del Ford GT, pero mejorando el manejo gracias a una posición más baja del centro de gravedad. Piezas como los retrovisores, el pilar A o las llantas son ahora de carbono, mientras que en otras zonas, como la cubierta motor se ha decidido por utilizar distintos materiales ligeros como el polimetilmetacrilato (PMMA) que permiten rebajar mucho el peso aprovechando las características de estos acrílicos.
Por el camino, también se ha decidido prescindir de ciertos lujos que Ford Performance no ha considerado necesarios para el principal uso que se le quiere dar a esta versión Competition Series, la cual no es otra que rodar en circuitos. Se elimina el aire acondicionado, el sistema de sonido con altavoces y radio o la pantalla integrada en la consola central. Todo ello para conseguir bajar el peso total y arañar unas décimas al cronometro. Obviamente sí se mantienen otros elementos de serie como la jaula antivuelco homologada por la Federación Internacional de Automovilismo para este modelo en concreto.
En cuanto a la estética, Ford no ha querido descuidar ningún detalle y es por ello que ofrece a los compradores estadounidenses hasta seis colores distintos para la carrocería, desde el negro sombra hasta el blanco hielo o azul líquido. El interior parece una adaptación de la versión de competición, el GTLM ganador de las 24 Horas de Le Mans en 2016, algo que se ve a simple vista en detalles como el volante achatado repleto de botones de configuración y modos o las levas que destacan por su llamativo tono rojo. Por el momento no se conoce su precio y si también se suministrará en forma de kit para aquellos afortunados poseedores de un Ford GT, lo que parece claro es que por el momento estará reservado para Estados Unidos.