La industria del automóvil vive hoy en día una enorme encrucijada. Por un lado, los principales fabricantes se han volcado en los últimos años en el desarrollo de los SUV, un tipo de vehículo con estética de todoterreno pero con aptitudes más propias para el asfalto.
Esta apuesta por los SUV ha hecho, a su vez, que los gustos de los compradores hayan derivado hacia los coches de tipo todocamino. Tal es así, que recientemente en El Español hemos podido comprobar cómo ya se venden más SUV en España que vehículos convencionales.
A su vez, el desarrollo de los coches SUV no solo es una moda de los consumidores. También hay que reconocer que a los fabricantes les interesa. Entre otras cosas porque al ser coches más grandes, más versátiles, algunos de ellos tienen un mayor enfoque hacia el ocio, y más equipados; los fabricantes también aprovechan para venderlos más caros.
Un Volkswagen Polo de 115 CV con un acabado alto tiene un precio oficial de unos 21.000 euros. Sin embargo, un Volkswagen T-Cross con el mismo motor y un acabado inicial tiene un precio de 22.500 euros.
Esto quiere decir, por tanto, que la diferencia entre un SUV y un turismo en una misma categoría puede rondar, como mínimo, entre los 1.000 y 2.000 euros, cifra de la que una parte se lleva el fabricante, como es lógico.
Hay que reconocer en su defensa que construir un SUV es más costoso que un coche de tipo turismo. Volkswagen, por ejemplo, con dos coches similares (el Volkswagen Polo y el Volkswagen T-Cross) afirma que construir un Polo le lleva 18 horas, mientras que un T-Cross ocupa 20 horas en su fabricación. Y a ello habría que añadir que muchos SUV vienen más equipados que un turismo convencional.
Más SUV, más emisiones
Sin embargo, la encrucijada que señalamos es que, mientras que a la industria le conviene fabricar más SUV; al medio ambiente, le ocurre todo lo contrario. Los SUV al ser coches más voluminosos y pesados también consumen más y, por tanto, emiten más.
Esto hace que los SUV o todocaminos sean coches más contaminantes. Y esto desemboca, también, en que los fabricantes, si venden muchos SUV, estén muy lejos de cumplir con la normativa de emisiones que les obliga a cumplir con los 95 gramos de CO2.
Según un estudio de Jato Dynamics recogido por Europa Press, las emisiones medias de los todocaminos vendidos en Europa en 2019 contaban con unas emisiones medias de dióxido de carbono (CO2) de 131,5 gramos por kilómetro.
Y esta cifra, por tanto, está muy alejada del objetivo comunitario de 95 gramos por kilómetro desde este ejercicio. En concreto, son 36,5 gramos más del límite exigido por la normativa europea para este año.
Unas emisiones superiores, que en Europa, tienen los SUV con una cuota de mercado del 38% del mercado europeo.
Tal es así que comprarse un SUV, en lo que a emisiones se refiere, supone la cuarta actitud más contaminante solo por detrás de los deportivos (196 gramos), las berlinas de lujo (155 gramos) y los derivados de turismo (134 gramos).
"Ya que los todocaminos son una parte esencial del mercado europeo, es vital determinar su contribución a las emisiones de CO2", recoge el texto, que añade que los tres segmentos con mayores emisiones medias en 2019 apenas representan el 4,5% de las ventas, frente al 38% de los todocaminos.
En este sentido, desde Jato Dynamics apuntan que las marcas, con estos coches, incrementan su rentabilidad pero se están viendo obligadas a limitar dichos modelos para poder alcanzar los objetivos de emisiones europeos, debido a su mayor peso y tamaño.
"El reto se traduce en cómo mantener la rentabilidad mientras se cumplen los objetivos de la Unión Europea y se evitan las multas", subraya el informe, que afirma que para reducir las emisiones medias son necesarios los vehículos electrificados, con una reducida demanda por parte de los clientes y una baja rentabilidad, debido a las grandes inversiones necesarias para el desarrollo de dicha tecnología.
Ante esta situación, Jato Dynamics resalta que la introducción de todocaminos de menor tamaño, con menores emisiones, podría ser una solución, aunque estos todavía están lejos de la meta de 95 gramos de media que exige la UE.
Así, el segmento que registró las emisiones medias de CO2 más bajas en Europa durante el año pasado fue el de los coches urbanos, con 107,7 gramos de media, por delante de los subcompactos, con 109,2 gramos, y de los compactos, con 115,3 gramos.
Por detrás se situaron las berlinas de tamaño medio, con una media de 117,9 gramos de CO2 por kilómetro recorrido, así como los monovolúmenes, con 123,4 gramos, y las berlinas ejecutivas, con 131 gramos.