Recientemente el Gobierno ha publicado en el BOE un real decreto en el que se establecen una serie de medidas de ahorro y eficiencia energética. Si bien en esta decisión no se ha incluido un ahorro de combustible, esto no significa que no se haya descartado para más adelante, si la situación se recrudece o si el ahorro que hagamos los españoles tiene que ser todavía mayor a partir de septiembre.
Entre las cuestiones que están sobre la mesa, estaríamos hablando principalmente de una posible limitación de la velocidad a la hora de circular con los vehículos, para así gastar menos. Unos límites de velocidad que se podrían aplicar a la velocidad máxima en autopista (que actualmente es de 120 km/h) o también a la velocidad máxima en ciudad (que actualmente se sitúa principalmente entre los 30 y los 50 km/h dependiendo de la vía).
Conviene recordar en este sentido que la limitación de velocidad en España no es algo que nos pille de sorpresa. Para empezar, fue en la década de los 70 cuando se establecieron los primeros límites de velocidad en España (aunque parezca increíble, antes de estos años se podía circular a velocidad libre en nuestro país).
Y más recientemente, en 2011 con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, también se tomaba la medida transitoria de reducir la velocidad máxima en autopista desde los 120 km/h a los 110 km/h. La razón de esta medida fue que el petróleo rondaba los 115 dólares por barril.
Por aquel entonces, la medida estuvo vigente cuatro meses y la reducción del carburante, según un estudio posterior fue del 5,7% (alrededor de 450 millones de euros). Una cifra inferior a la que quería conseguir el ejecutivo que inicialmente se había propuesto un ahorro de entre el 11 y el 15%.
Por este motivo, desde EL ESPAÑOL nos hemos preguntado cuánto podríamos ahorrar con nuestros vehículos si volvieran a bajar de nuevo los límites de velocidad. Y para comprobarlo lo que hemos hecho ha sido circular con un vehículo, la misma distancia y en las mismas condiciones a las velocidades de 100 km/h, 110 km/h y 120 km/h. Este es el resultado…
Cómo hemos hecho esta prueba
Para la realización de esta prueba hemos tomado como referencia uno de los coches que más se suelen comprar en España: el Kia Sportage. Hablamos de lo que se conoce como SUV, un vehículo con formas de todoterreno, si bien su orientación está destinada al asfalto. Cuenta con un tamaño medio y dispone de un sistema de propulsión híbrido, lo que permite circular durante algunos metros en eléctrico.
Para realizar la prueba, hemos optado exactamente por el mismo recorrido. Son 36 kilómetros (en ida y vuelta) con las mismas subidas y bajadas, circulando con el programador de velocidad fijado a las diferentes velocidades y con el climatizador en automático a 22 grados. La única diferencia es que entre unas pruebas y otras la temperatura ha podido variar algún grado (muy poco porque ha sido en una hora de tiempo) y que el tráfico haya podido influir de forma mínima. Vamos con los resultados…
Consumo a 120 km/h en autopista
Y comenzamos con el consumo a 120 kilómetros por hora. Así que salimos por la autopista A1 en los alrededores de Madrid, nos incorporamos a la vía y una vez que alcanzamos la velocidad de crucero de 120 km/h ponemos el control de velocidad inteligente para circular siempre a esa velocidad.
Pasa el tiempo y cumplimos con el recorrido. En total han sido 36,2 kilómetros recorridos en 20 minutos a una media de 108 kilómetros por hora. Hay que tener en cuenta que, aunque hemos programado a 120 kilómetros por hora el regulador, en algún momento el coche ha tenido que realizar alguna aceleración y frenada y, de ahí que la media de velocidad sea más lenta.
Pues bien, con esta media de velocidad el consumo según el ordenador de viaje ha sido de 6,6 litros cada 100 kilómetros.
Velocidad fijada | Velocidad media conseguida | Recorrido | Consumo l/100 km |
120 km/h | 108 km/h | 36,2 km | 6,6 litros |
Consumo a 110 km/h en autopista
Misma operación. Nos incorporamos a la autopista y regulamos la velocidad a 110 km/h para realizar exactamente el mismo recorrido. El tiempo que hemos empleado es de 22 minutos (2 minutos más) y hemos recorrido 100 metros más para detener el ordenador en 36,3 kilómetros. Aquí, por tanto, la velocidad media a la que hemos circulado ha sido de 98,2 km/h.
Pues bien, en estas condiciones el consumo de combustible ha sido de 5,5 litros cada 100 kilómetros. Se trata, por tanto, de un descenso del consumo del 16,6%, una cifra interesante.
Velocidad fijada | Velocidad media conseguida | Recorrido | Consumo l/100 km |
110 km/h | 98,2 km/h | 36,3 km | 5,5 litros (-16,6%) |
Consumo a 100 km/h en autopista
Y para terminar el experimento, lo que haremos será repetir el recorrido pero a 100 km/h de regulador. Así que volvemos a realizar el trayecto marcando 36,3 kilómetros recorridos, en un tiempo de 23 minutos y con un consumo de 5 litros, lo que nos deja una velocidad promedio de casi 94 km/h.
Velocidad fijada | Velocidad media conseguida | Recorrido | Consumo l/100 km |
100 km/h | 94 km/h | 36,3 km | 5 litros (-24%) |
Si lo que hacemos es comparar el consumo de los 110 km/h respecto al gasto de 120 km/h entonces tenemos que el ahorro es del 16%. Y si lo comparamos con el ahorro de circular a 100 km/h respecto de 120 km/h el descenso es del 24%.
Qué ocurriría en 100 kilómetros, 1.000 kilómetros… ¿y en un año?
Una vez que ya tenemos el ahorro que supone el límite de velocidad, lo que haremos será extrapolar estos resultados a lo que ocurriría en 1.000 kilómetros… y también en un mayor kilometraje, simulando el kilometraje anual de los españoles que ronda los 10.000 kilómetros anuales.
Por tanto, si extrapolamos estas cifras tendríamos que, de media, estaríamos hablando de un gasto en combustible anual de 500 litros (a 100 km/h), 550 litros (110 km/h) y 660 litros (120 km/h), suponiendo claro está que todos nuestros trayectos son a este consumo mencionado.
100 km/h | 110 km/h | 120 km/h | |
100 km | 5 litros | 5,5 litros | 6,6 litros |
1.000 km | 50 litros | 55 litros | 66 litros |
10.000 km | 500 litros | 550 litros | 660 litros |
Por lo tanto, esto significaría que podríamos ahorrar por cada vehículo entre 110 y 160 litros de combustible al año, dependiendo de la velocidad a la que se circule de media.
En cuanto al gasto, si tomamos como referencia el precio de la gasolina de hoy que de media es de 1,87 euros en España, obtenemos este cuadro.
100 km/h | 110 km/h | 120 km/h | |
100 km | 9,35 € | 10,28 € | 12,34 € |
1.000 km | 93,5 € | 102,8 € | 123,4 € |
10.000 km | 935 € | 1.028 € | 1.234 € |
Por tanto, esto quiere decir que, si circulásemos más despacio, podríamos ahorrar entre 206 y 299 euros al año.
¿Y si lo hiciéramos todos los españoles?
Aquí el ‘quid’ de la cuestión. En la anterior medida llevada por Rodríguez Zapatero se anunció que la reducción del consumo fue inferior, algo por debajo del 6%. Se trata de un porcentaje muy diferente al conseguido en este experimento.
Por tanto, si nosotros hemos conseguido el 16% menos de combustible cumpliendo a rajatabla con los límites, esto podría indicar que en aquel momento no se cumplió con pulcritud la medida y no todos los españoles circularon a menor velocidad.
De hecho, nuestra reducción conseguida coincide, en parte, con la estimada por el Gobierno de la época que pensaba que se disminuiría el consumo entre el 11% y el 15%.
¿Y cuánto ahorro supondría en toda España durante un año? Esto es algo más complicado. En este sentido, lo primero es tener en cuenta el consumo de combustible de automoción en 2021, que fue de 27,08 millones de toneladas según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores).
Por tanto, si se consigue un 6% de ahorro, que fue la misma cifra lograda en 2011, estaríamos hablando de 1,6 millones de toneladas de ahorro de combustible. Y si en 2011 se consiguió un ahorro de 450 millones en tres meses, ahora podríamos estar hablando de entre 2.000 y 3.000 millones en un año completo, según una primera y rápida estimación.
Eso sí, también hay que tener en cuenta que esta reducción del consumo de combustible, si bien supondría el ahorro y beneficios para el medioambiente; también implicaría una menor recaudación. Entre otras razones, porque al consumir menos, también se ingresan menos impuestos. Y estos impuestos para el Estado (y las comunidades) son fundamentales. Solo en la recaudación de impuestos por el consumo de combustibles generó 20.000 millones de euros… Por tanto, si volvemos a la reducción del 6% estaríamos hablando de cerca de 1.200 millones menos de ingresos.
Esto significaría que lo que ahorramos por un lado; una gran parte lo podríamos perder por el otro… Además, generaría, todavía, mayor malestar, ya que es una medida impopular. Como contrapartida, supondría cierto ahorro y mejoras para el medioambiente. ¿La solución? Habrá que esperar a la vuelta del verano.
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