Barcelona

En EL ESPAÑOL hemos tenido la oportunidad de ver (y tocar) el primer coche que tuvo el rey Felipe, un regalo que recibió de su padre, el rey emérito, al cumplir la mayoría de edad, los 18 años, cuando todavía era príncipe de Asturias.

Se trata de un Seat Ibiza de color dorado, que Felipe tuvo durante algún tiempo, con el que probablemente aprendiera a conducir por carreteras de verdad (y no por Zarzuela) y que, desde hace unos años, forma parte del ‘museo’ que recopila los entresijos de la marca y parte de la historia de España.

La cita para conocer este Seat Ibiza fue en Barcelona. Allí, nos esperan representantes de la marca, puesto que el vehículo que tuvo el rey Felipe no se expone de forma pública y hay que llegar a un lugar concreto para poder verlo. Este lugar es Seat en Zona Franca, en el puerto de Barcelona. Allí, en uno de los extremos de lo que fue la fábrica de Seat… está la Nave A122, donde se custodia la colección histórica de Seat bajo la atenta mirada de Isidre López, responsable de coches históricos de Seat.

La Nave A122 es todo un lujo en la historia del automóvil en España. Se trata de una colección con cerca de 200 modelos, los más importantes de la marca española que en 2023 celebra 74 años de historia.

Una nave que en su comenzaron a recopilarse modelos históricos sin una gran atención. No fue hasta que llegara el presidente de la marca entre 2002 y 2006, Andreas Schleef, quién decidiera dar mayores recursos a la colección de coches históricos de Seat… Tras la insistencia de personas de la marca como Elvira Veloso, responsable del parque de prensa, o Fernando Salvador, también del departamento de comunicación este Museo de Seat comenzó una nueva etapa.

Seat guarda cerca de 300 coches históricos, de los que unos 200 están en esta nave.

Un túnel del tiempo

Nada más entrar en la Nave A122 lo cierto es que nos quedamos con la boca abierta. Al final siempre todos nosotros tenemos en la memoria recuerdos de haber viajado en algún Seat a lo largo de nuestra vida: ya fuera el Seat 600, el Seat 127, el Seat 124, el Seat 131 o los más modernos Seat Toledo, Seat Ronda, Seat Ibiza, Seat León…

Sin embargo, de todos los Seat allí expuestos, nosotros elegimos tres que nos llaman especialmente la atención. El primero de ellos es el Seat que hizo las funciones de ‘papamóvil’ con la visita de Juan Pablo II a España en 1982. Por aquel entonces, Seat recibía el encargo de realizar un vehículo para trasladar al Papa puesto que el coche oficial no cabía por las puertas del estadio Santiago Bernabéu.

El Seat Panda convertido a 'papamóvil'.

Y fue cuando optaron por un Panda al que tuvieron que ‘cortar’ el techo para hacerle descapotable; además de personalizarlo con los emblemas del Vaticano. Y todo ello en solo unos días. Junto al Seat del Papamóvil también nos llamó la atención el Seat 600 Savio, una especial de vehículo para el transporte de pasajeros, con tres filas de asientos y techo desmontable.

El Seat Ibiza dorado del rey Felipe es uno de los coches históricos que guarda Seat.

El coche de Felipe

Sin embargo, el coche que más nos ha llamado la atención de esta exposición es nuestro protagonista. Es el Seat Ibiza que tuvo el rey Felipe a sus 18 años. Un coche que merece una atención aparte…

Es entonces cuando nos cuentan que Felipe, cuando era todavía un niño, solía disfrutar de los alrededores del palacio de La Zarzuela al volante de un kart, que fue un regalo también de su padre, puesto que el emérito es un gran aficionado a todo aquello que ‘huele’ a gasolina.

Por todo ello, como el rey emérito Juan Carlos veía que Felipe también comenzaba a sentir esa pasión por los coches (y los vehículos de motor en general)… decide regalarle un coche de ‘verdad’ para que dejara de lado el kart y pudiera conducir un vehículo fuera de Zarzuela.

Este Seat Ibiza se lo regalaron a Felipe cuando cumplió los 18 años.

Es ahí cuando desde Casa Real se ponen en contacto con Seat. La compañía española había comenzado a mediados de los 80 a fabricar el Seat Ibiza, un coche de aspecto juvenil que poco a poco empezaría a cautivar a los españoles. Por aquel entonces, el Seat Ibiza costaba 850.000 pesetas (5.100 euros hoy si no contamos cómo se ha encarecido la vida desde entonces).

Y cuando en Seat cogen el teléfono de Casa Real, reciben el encargo de fabricar un Seat Ibiza VIP, es decir, un coche con un tratamiento específico. Tan especial fue que de hecho solo construyeron esta unidad.

Así que dicho y hecho, en Seat se ponen manos a la obra y eligen un Ibiza recién salido de la línea de producción. A partir de ahí es el "Centro Técnico de Seat el que se encarga de preparar este coche para que sea un modelo específico", señala Isidre López, responsable de Coches Históricos de Seat y la persona que más conoce todos los detalles del primer coche del rey.

Isidre López durante la restauración del Seat Ibiza de Felipe VI. Cedida por Seat

Con 100 CV y asientos especiales para no darse con el techo

"Este Seat Ibiza incorporaba un motor de gasolina de 1,5 litros con 100 CV, es decir, tenía más potencia que los 85 caballos que venían de serie", afirma a EL ESPAÑOL. "Contaba con inyección como el SXI que apareció dos años más tarde y también con unos ensanches de los laterales traseros, neumáticos más grandes, unos alerones...", recuerda el responsable de históricos.

Por aquel entonces, Felipe ya era un joven muy alto. Y esto supuso más de algún quebradero de cabeza para los responsables de la marca. Por ello tuvieron que reformar los asientos Recaro para que "también fueran especiales, a medida". De esta manera, no rozaría Felipe con la cabeza en el techo.

Otras modificaciones realizadas fueron el introducir un "volante de Porsche y otra muy importante: el color. Este Seat Ibiza fue pintado en un color oro que no estaba en la gama del Ibiza", señala Isidre.

Momento en que el rey Felipe vuelve a ver su primer coche, años después. Cedida por Seat

Una vez terminado el coche, tocaba la ceremonia de entrega. Fue en enero de 1986, unos días cercanos al 18 cumpleaños de Felipe. La cita es el circuito de Can Padró, cerca de Barcelona. Allí, el todavía príncipe de Asturias, recibía el Seat Ibiza dorado ante decenas de asistentes. También en aquel momento, Felipe recibía información práctica para conducirlo con total seguridad.

A partir de ahí, el Seat Ibiza fue utilizado en muchos viajes. Un coche con el que, además, Felipe subía a Baqueira a esquiar y los guardaespaldas a duras penas le podían seguir en sus Peugeot 405 oficiales.

El Seat Ibiza en aquella época costaba 850.000 pesetas.

Aparcado en un garaje

Un año y medio después, el Seat Ibiza pasa a una persona del entorno de Felipe, puesto que el entonces príncipe comienza a recibir la formación militar en la Academia de Zaragoza. Y ahí fue, con toda probabilidad, cuando Felipe pierde el contacto con este coche. Mientras tanto lo siguen utilizando personas cercanas hasta que con 152.000 kilómetros lo dejan 'aparcado' durante años en un garaje de Logroño.

Es en el Salón de Barcelona de 2013, cuando en Seat conocen el paradero de este Ibiza, que lleva olvidado cerca de 16 años y temen que acabe el coche en un desguace. En la marca, a los mandos de Isidre López, deciden entonces recuperar el coche y restaurarlo.

Fue una labor compleja ya que lo tuvieron que desmontar por completo, rehacer el motor, recuperar el sistema de inyección… en total fueron cerca de tres o cuatro meses de trabajo.

Un año después, en diciembre de 2014 y ya Felipe como Rey de España, el monarca decide visitar la fábrica de Seat. Y ahí es cuando los responsables de la marca le tenían preparada la sorpresa, para enseñarle el coche de sus 18 años. Allí estaba el Seat Ibiza restaurado, como nuevo… un coche que al verlo Felipe le causó grandes y emotivos recuerdos.

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