Llegar a la Fórmula 1 nunca ha sido fácil. Ni barato. Pero al menos durante muchos años el camino hasta encontrar un volante en la máxima categoría del automovilismo mundial estaba claro. Desde hace un lustro, ni eso es cierto. Por ello no resulta extraño que uno de los objetivos de Jean Todt desde que accedió a la presidencia de la FIA haya sido intentar arreglar la escalera de acceso a la Fórmula 1.
Con la ayuda de hombres como Stefano Domenicali o Gerhard Berger, se sentaron las bases para los distintos certámenes de Fórmula 4 que ahora abundan por el mundo y se trató de dotar de mayor importancia al Europeo de Fórmula 3, aún dejando algunos cadáveres de por medio (Fórmula 3 Británica) que luego se han intentado recuperar aunque con escaso vínculo a lo que era la F3 originalmente.
Aún así, los primeros pasos quedaban relativamente resueltos, incluso con la existencia de categorías paralelas no muy fáciles de encajar en la escalera como la Fórmula Renault 2.0 y la GP3. Quedaba la madre del cordero, la categoría que debería suponer el paso inmediatamente previo a la Fórmula 1. Y la FIA anunció su voluntad de recuperar la denominación Fórmula 2, tras el fallido proyecto organizado por Jonathan Palmer hace pocos años y donde vimos a Andy Soucek, entre otros, proclamarse campeón.
De hecho esa nueva Fórmula 2 aparece en las tablas de reparto de puntos para la Superlicencia necesaria de cara a correr en Fórmula 1 antes incluso de existir, pero poco se sabe de ella. La retirada del apoyo por parte de Renault a la actual Fórmula V8 3.5 de RPM (Jaime Alguersuari Sr.) fue vista por muchos como un movimiento político, más allá de que la Régie necesitara reordenar presupuestos para afrontar su regreso con equipo propio al Mundial de F1. Y poco más tarde la FIA encomendó a Bruno Michel, promotor de GP2 y GP3 Series, la tarea de organizar el nuevo campeonato. Blanco y en botella.
En un movimiento bastante inteligente, la Fórmula V8 3.5 pasará a ejercer de telonera del Mundial de Resistencia en 2017: sus pilotos tendrán formación de monoplazas pero contacto permanente con los equipos de un certamen plagado de asientos libres. Mas no está nada claro el futuro de esa esperada Fórmula 2. La GP2 por ejemplo ya tiene en mente cambiarse a un motor V6 en 2018. ¿Coexistirán la GP2, la V8 3.5 y la F2? ¿Será un simple cambio de nombre? Y en ese último caso, ¿para este viaje hacían falta alforjas?
Sólo el tiempo nos dará la respuesta, pero está claro que un maquillaje no basta cuando cada vez son más los pilotos que tienen que esperar algún año como terceros pilotos o reservas, o incluso exiliarse en la Super Fórmula japonesa antes de debutar en Fórmula 1 por muy brillante que sea su palmarés.