La Real Academia de la Lengua (RAE) no acaba de aclararse con el lenguaje inclusivo pero cada vez que tiene que establecer un femenino o un masculino la acaba liando, al menos en Twitter, de polémica en polémica.
Su última lección de qué es femenino ha sido con el Covid-19: "Si se sobrentiende el sustantivo tácito 'enfermedad', lo más adecuado sería el uso en femenino: 'la COVID-19'". ¡Ahora esta pesadilla es femenina!
La reacción ha sido inmediata en las redes para denunciar que parece que cualquier cosa que arrasa la humanidad tiene que venir precedida de un artículo en femenino. Y eso que, según han recordado muchas personas en Twitter, nadie dice "la sarampión" o "la ébola".
Así que la RAE ha seguido matizando: "Pero es frecuente y válido su uso en masculino (el 'COVID-19') por influjo del género de 'coronavirus' y del de otras enfermedades víricas ('el zika', 'el ébola', 'el herpes'…), que toman por metonimia el nombre del virus que las causa".
¡Menos mal!
Si bien es cierto que el género tiene una etimología que viene de lejos, también el uso ha derivado en que algunas palabras se convirtieran en femenino o en masculino según las distintas construcciones del habla. Es lo que muchos expertos en este sexismo llaman construcciones del lenguaje nacidas en una sociedad androcéntrica, donde el hombre está en el centro y coloca, crea y nombra las cosas a su medida.
Y por eso resulta muy curioso que al final muchas de las peores cosas que le pasan a la humanidad tengan género femenino: la guerra, la hambruna, la pandemia, la enfermedad, la noche y hasta la muerte se visten siempre de mujer desde el inicio de la historia.
(Razón que invoca la RAE para la derivación que nos plantea y que ahora se llame LA Covid-19).
Metafóricamente, las mujeres cargamos la culpa (f) de toda la humanidad desde que nos perdimos en el Edén o el Paraíso (ya ves, en masculino) por la mentira de una serpiente (qué curioso este femenino, aquí no existe ni posibilidad de que su compañero macho sea "el serpiente"). Y todo por comer una manzana (de nuevo femenina) arrastrada por la mala curiosidad (éste sí que es una pena que haya sido considerada como algo negativo para la humanidad) y la rebeldía.
Si no bastaba con eso, aún seguimos arrastrando acepciones de uso en femenino de algunas palabras que nos dejan en muy mal lugar y que siguen siendo debatidas si hay que marcar o no, al menos en el diccionario, que son acepciones machistas (en las más evidentes se ha hecho pero en no en todas). Si no, díganselo a la pobre "zorra", "fulana", "mujer pública" o "sargenta", entre decenas de otros bonitos palabros [sic].