Aunque el frenesí de las grandes ciudades evidencie que son epicentro de mayor violencia que los pueblos, las mujeres están más seguras en lo que atañe al círculo doméstico. Así lo demuestra un estudio de la criminóloga Kathryn DuBois, de la Universidad de Washington: las féminas que viven en pequeñas localidades tienen más probabilidades de ser agredidas por sus maridos o exparejas que aquellas que residen en las metrópolis.
Para llegar a esta conclusión, publicada en la revista especializada Journal of Interpersonal Violence, DuBois ha analizado los casos de más de 570.000 mujeres recogidos entre 1994 y 2015 en la Encuesta Nacional de Victimización del Crimen. Los datos muestran que las mujeres de los pueblos pequeños tienen un 27% más de probabilidades de sufrir violencia machista que las que habitan en el centro de las grandes ciudades y un 42% más que aquellas que lo hacen en los barrios de las afueras.
"En criminología, a menudo tenemos este sesgo urbano. Asumimos que las grandes ciudades son las peores y pintamos otros lugares como idílicos", ha señalado DuBois, que también es profesora asociada de la Universidad de Vancouver. "Tendemos a pensar en un continuo de lo urbano al extrarradio y a lo rural, pero en el caso de la violencia doméstica, en realidad son las áreas situadas en las afueras las más seguras y los pueblos pequeños los que tienen el mayor riesgo".
La Encuesta Nacional de Victimización del Crimen, elaborada por la Oficina de Estadísticas de Justicia de EEUU, recoge información procedente de una gran muestra de entrevistas relacionadas con crímenes personales cometidos cada año. Uno de sus principales objetivos es descubrir las "figuras oscuras" del crimen, es decir, aquellos crímenes que por la circunstancia que sea, no son notificados a las autoridades policiales.
Factores de riesgo
Mientras que esta encuesta define muchos de los lugares simplemente como urbanos o rurales, la criminóloga analizó los datos según la densidad de población para delimitar las áreas urbanas, de las afueras, pequeñas localidades y zonas rurales. Las ciudades pequeñas se definieron como porciones urbanizadas de condados no metropolitanos con un censo de hasta 50.000 habitantes. Son distintas de las áreas suburbanas que existen en las afueras de las grandes ciudades. "Muchos de estos trabajos asumen que todo el mundo que reside en los condados no metropolitanos son iguales, pero hay mucha más heterogeneidad ahí", ha asegurado DuBois.
El origen del estudio de la experta estuvo en tratar de resolver la inconsistencia entre las encuestas nacionales, que tradicionalmente desvelan que las áreas rurales tienen tasas menores o similares de violencia machista a las áreas urbanas, y la investigación etnográfica, estudios cualitativos en profundidad que han revelado que el aislamiento rural puede exacerbar la violencia de género.
Si bien los datos del estudio no pueden dar a conocer las razones detrás de la violencia, el hallazgo sobre la alta tasa de violencia de género en pueblos pequeños indica que puede haber un conjunto diferente de factores en juego. "Los pueblos pequeños tienen poblaciones lo suficientemente grandes como para tener los arduos problemas de una gran ciudad, mientras que al mismo tiempo estas son algunas de las áreas más afectadas económicamente, por lo que no tienen los servicios especializados y la policía necesaria para lidiar con la violencia familiar", ha concluido DuBois.