Tras más de media vida dedicada en cuerpo y alma a las carreras de caballos, entrenando todos los días sin descanso y volviendo a la pista después de sufrir lesiones o dar a luz a sus hijos, la jocketta sevillana Nieves García hizo historia al convertirse en la primera mujer en ganar el Gran Premio Duque de Alburquerque disputado en el Hipódromo de Madrid.
Subida a lomos del viejo caballo Noray, Nieves, de 43 años, no fue consciente del gran hito que había logrado para el turf español en el momento en que cruzó la meta. "Cuando la pasé no era consciente de lo que había hecho realmente. Cuando volví y me recibió el público empecé a entender que había ganado un Gran Premio".
Lo cuenta emocionada por lo que significó para ella esta victoria, que ha cobrado una especial importancia porque se la ha dedicado a su hermana, su "ídola desde la infancia" como ella misma a dicho en muchas ocasiones, y que falleció recientemente en un accidente de tráfico. "Eran tantas las ganas que tenía de ganar para dedicárselo a mi hermana que solo pensaba en ella. La verdad es que es una emoción muy grande, es tan especial para mí...".
Pese a la pena aún presente por su terrible pérdida, Nieves no ha dejado que eso la pare y sacó toda su fuerza y valor en esta última competición. La misma determinación con la que ha conseguido más de 65 victorias en sus más de 20 años como jockey, o jocketta, como prefiere que se llame a las mujeres participan en carreras de caballos.
Su carrera profesional quizá no habría sido igual sin dos importantes hombres de su vida: su padre y su marido. El primero, es en parte el responsable de su pasión por los caballos; el segundo, la ha acompañado y animado durante todo este intenso camino.
Empezó a montar entre los nueve y once años porque "mi padre tenía mucha afición por los caballos. Tenía caballos en un club en Sevilla y yo iba a cuidarlos. Ahí estaba el el hipódromo de Pineda (Sevilla), empecé a probar y ya no he parado".
Sin embargo, no se planteaba competir y empezó un poco tarde en comparación con el resto de jockeys, con 21 años; pero está claro que eso no le supuso un obstáculo. "Al principio no tenía intención de montar en carreras, pero empezaron a decirme que ya que estaba entrenando que compitiese en una categoría amateur. Más o menos se me daba, tenía peso bajo… Y me dijeron que probara como profesional, y hasta aquí he llegado".
La familia, su máximo apoyo
Uno de sus mayores apoyos ha sido su marido, que es al mismo tiempo su entrenador, y no duda en compartir con él sus logros. "Siempre me ha ayudado muchísimo. Es el que más me ha enseñado a montar los caballos de carrera y se lo voy a agradecer toda la vida porque al final me ha hecho lo que soy. Él siempre dice que es “porque hay de donde sacar” para quitarse un poco el mérito, pero realmente me ha enseñado casi todo lo que sé".
Los intensos entrenamientos, el cuidado de los caballos y la asistencia a competiciones los ha compaginado con la crianza de sus tres hijos (dos chicas y un chico), sus mayores admiradores. Aunque la conciliación "es muy difícil", reconoce que una parte positiva de que su marido sea su 'jefe' es que le da "un poco más de cuartelillo". "Es un trabajo en el que entro muy pronto, entonces o llego más tarde a trabajar, o salgo un poco antes para recoger a los niños, o va él… Nos vamos compaginando. Si no, sería muchísimo más complicado, cuesta mucho".
Además de la crianza de sus tres hijos, sorprende su rápida vuelta a la competición tras dar a luz que, asegura, "cuesta un poco más" que cuado se trata de lesiones. "Con los embarazos parece que pierdes más la forma física y cuesta coger el ritmo para montar de nuevo en carreras, pero también es verdad que el músculo tiene memoria".
"Creo que desde que dejé de montar por los embarazos hasta que volvía pasaba un año". Paró sus entrenamientos estando de tres meses, excepto en el caso de su hijo menor, que fue a los dos meses porque "me encontraba fatal, me salió un embarazo más molesto".
En los tres casos volvió poco después del parto, "incluso a los dos meses de dar a luz". "Al principio empezaba montando a lo mejor un par de caballos. Luego ya iba cogiendo carrerilla" hasta llegar a la media de cuatro o cinco que monta al día.
Una profesión difícil para las mujeres
Como una de las pocas jockettas profesionales de España, Nieves es consciente de la dificultad que supone dedicarse a este oficio siendo una mujer sola. "Siempre he tenido el apoyo de mi marido y entre los dos hemos podido sacar adelante a una familia, pero a lo mejor a una mujer sola le cuesta mantenerse porque encima la vida es muy cara y este deporte bueno, si estás montando mucho sí eres capaz de salir bien, pero si, no vives prácticamente al día".
Sobre todo teniendo en cuenta que uno de los mayores problemas para las mujeres es empezar en el mundillo. En este sentido, Nieves es rotunda: "Tenemos que demostrar más. Al hombre le tienen más en cuenta, ellos lo tienen más fácil. Nos cuesta más porque dicen que a lo mejor las chicas tenemos menos fuerza y cosas así. Hay que demostrar mucho más que un hombre".
A pesar de que con la experiencia "al final te cogen el mismo respeto que se tienen entre ellos", Nieves intenta facilitarles las cosas y abrirles las puertas a más mujeres para que "puedan disfrutarlo como yo y se puedan ganar la vida y ser alguien" en el turf y, quién sabe, que sus hijas tengan más posibilidades si deciden seguir sus pasos.