Cristina Menéndez Félez tiene sólo 27 años pero ser la primera de su promoción de jueces (la número 69) le dio este viernes el derecho a levantarse, en la ceremonia de entrega de despachos a los nuevos magistrados en Barcelona, y sacar los colores a políticos y magistrados que se sentaban en la mesa presidencial.
La ilusión que tenían, ella y sus compañeros "de culminar este camino" se quedó "un tanto empañado, hasta el punto de ausentarse algunos compañeros de promoción que por diferentes motivos se han visto desencantados", en referencia a la polémica por la ausencia del Rey a una cita que tradicionalmente presidía y que el Gobierno decidió que no fuera, alegando motivos de seguridad.
Desde pequeña, ser juez fue siempre su sueño, y eso que en su familia tenía donde elegir (fiscales y jueces por duplicado). Sabía que la oposición era dura y ya reconocía, en una entrevista en el Heraldo de Aragón hace un año y medio, que empezó estudiando 8 horas al día, seis días a la semana, para acabar haciéndolo 12 horas... "todo el día, prácticamente, vamos".
Su discurso, en un salón donde se agradecía la distancia social por la tensión que se respiraba, no quiso pasar de puntillas por los temas más polémicos que rodean a la Judicatura en estos días: pidió respeto para el Poder Judicial, exigió la independencia a sus propios compañeros (62 en total) y clamó por la falta de material con la que muchas veces tienen que enfrentarse a su trabajo que para ella es "buscar la verdad" siempre.
Seguro que la nueva titular del juzgado de Sant Feliu de Llobregat tuvo tiempo en esa tribuna para acordarse de su abuelo, el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Navarra hasta el año 2003, José María Félez Carreras, que falleció el pasado mes de julio a los 83 años. No hubo una mención expresa pero no es difícil de imaginar lo que ella, o su madre, también fiscal de TSJ de Aragón, podrían estar sintiendo en ese momento.
Educada en el colegio católico de Nuestra Señora de Carmen y licenciada en Derecho en la Universidad de Zaragoza, no sólo ha crecido al son de la palabra Justicia sino también en la música de lo que es un medio de comunicación. Su padre, Luis Humberto Menéndez, es jefe de Economía en el Heraldo de Aragón, el mismo medio en el que reconocía que los jueces no están ajenos a la inmediatez de las redes porque "ahora se mediatiza casi todo" y que "hay muchos juicios paralelos en la calle y se condena a los acusados antes de que se celebren".
Cristina Menéndez es una firme defensora de la vocación de servicio público que tienen los jueces porque "una cosa son las altas esferas y otra, la Justicia que está cerca de la realidad". Por eso sus palabras ante el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y del presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, en claro conflicto por la ausencia del Rey, sonaron aún más duras en la ceremonia.
"Dados los últimos acontecimientos y ante el abrumador silencio de todas las instituciones públicas no puedo dejar pasar esta jornada sin hacer un alegato en favor del Poder Judicial que lucha y encarna dicha virtud de Justicia, y jamás debería ser usado como moneda de cambio ni como parte de juegos políticos o institucionales".
Llegar al número 1 de su promoción sólo le ha costado dos años y medio, una demostración de que en los deseos de verdad no pesan los sacrificios. Ya lo decía este viernes su colegio en Twitter, donde aplaudían el logro de "nuestra exalumna", resumiendo sus 27 años en cinco palabras: "Tener un sueño y perseguirlo".
A partir de ahora tendrá que poner en práctica todo lo que le han enseñado en la escuela, donde no han evitado ni un sólo tema para que la nueva promoción salga incluso más preparada que la anterior, y lo que ella misma decía que tenía que ser su trabajo: "El juez debe tener una buena preparación jurídica, pero también psicológica, para saber preguntar, ser prudente y estar cercano a la calle. No se puede quedar en su bola de cristal si quiere llegar a una justicia equitativa".
En la entrega de despachos aún lo dejó más claro: "Los jueces debemos ser independientes, imparciales y estamos sometidos al imperio de la ley".
Con esa templanza demostrada, era imposible que sus palabras permanecieran ajenas a un acto que ha acabado provocando casi un enfrentamiento entre instituciones cuando se ha sabido que el Rey ha llamado a Lesmes para comunicarle que le "hubiera gustado asistir".
En esos momentos, aún resonaba en el salón de entrega de despachos de Barcelona los aplausos al discurso de Cristina y sus advertencias: "Está en juego el Estado de derecho, sustentado en la imprescindible y anhelada división de poderes", motivo por el cual ha alabado la tarea de la judicatura. "Si le fallas a la Justicia, le fallas al pueblo".