"Curiosa" y "muy burra", así es como se describe Neus Sabaté Vizcaya, la científica española que gracias a su carácter y resiliencia ha conseguido el Premio de Física, Innovación y Tecnología de la Real Sociedad Española de Física (RSEF) y la Fundación BBVA. Las baterías de papel de un solo uso que ha desarrollado podrían cambiar por completo las pruebas de diagnóstico de enfermedades como la malaria, el sida, la diabetes y hasta la Covid-19, además de contribuir al medioambiente.
A veces no hacer caso de lo que digan los demás es lo mejor que se puede hacer. Neus (Tarragona, 1975) hizo oídos sordos "a los de física que me decían que no podría hacer el doctorado, ni a los que me decían que no echara a ningún premio porque no me lo iban a dar". Una cualidad que le viene trae consigo desde niña, cuando ignoraba los enfados de su abuela por dejar de lado el Nenuco que le regalaban por Reyes y jugar con los coches de sus primos.
Esa "inmunidad" a los comentarios machistas que ha soportado durante su carrera le ha hecho perseverar hasta conseguir importantes premios y becas como el programa Ramón y Cajal de captación de talento, o el ‘Consolidator Grants’ del Consejo de Investigación Europeo (ERC, por sus siglas en inglés).
Actualmente esta física de carrera, aunque más ingeniera de profesión, es profesora de investigación ICREA en el Instituto de Microelectrónica de Barcelona (CNM-CSIC), la misma institución donde obtuvo su doctorado. Por si fuera poco, en 2015 cofundó Fuelium SL, la empresa desde la que quería desarollar las baterías de papel y para las que además, desde diciembre de 2019, ha recibido financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates.
Neus lleva trabajando en las baterías de papel desde 2012, cuando emprendió el proyecto con Juan Pablo Esquivel, el ingeniero con el que llevaba años investigando las pilas de combustible como competencia a las baterías. "Teníamos muchos dispositivos desarrollados y nos dimos cuenta de que no éramos competitivos respecto a lo que ya estaba en el mercado. Para dispositivos portátiles de pequeño formato no podíamos vencer a una solución muy barata y disponible, que es la pila de botón".
Buscando un nuevo rumbo para su investigación, Neus tuvo un 'momento eureka' al hacerse un test de embarazo, aunque ella apunta que "la idea de cómo conseguir energía con fluidos ya se estaba gestando". Se dio cuenta de que el test llevaba una pila de botón que, al quedarse dentro, no se recicla, y de la que además solo se usa un 1% de su energía. "Pensé en cómo sería hacer una pila con los mismos materiales del test y que se pudiese usar la orina para activarla".
Al igual que en los test de embarazo, hay productos de diagnóstico -en los que están especializados- y cosméticos que llevan pequeñas baterías que solo se usan una vez y terminan siendo contaminantes, además de un desperdicio de energía. "Aunque parezca mentira, se están haciendo mascarillas cosméticas con pequeñas baterías integradas para estimular con corrientes la penetración del cosmético", explica Neus a MagasIN.
Detección de enfermedades
La idea es que estas baterías se empleen en test de diagnóstico de un solo uso y así se abaraten costes y se aceleren los resultados, principalmente en países donde no pueden permitirse algunos materiales médicos.
Dentro del proyecto de ERC están desarrollando un glucómetro que transforme la glucosa en sangre en corriente eléctrica. "Cuanta más glucosa tiene la muestra, más energía genero. El proyecto consiste en hacer una tira de papel de un solo uso donde pongas la sangre, y esa misma sangre te alimente el test de glucosa. Así no necesitarás el cacharrito", es decir, el aparato en el que se introduce la tira con la sangre y que usa baterías. Esta solución sería más sencilla y barata ya que "hay países donde la gente no se lo pueden permitir".
Otro de los dispositicos que desarrollan está destinado a la detección de fibrosis quística, uno de los tipos de enfermedad pulmonar crónica más común en niños y adultos jóvenes y que puede ser mortal. "Los enfermos de fibrosis quística tienen un sudor más salado porque tienen más cloro y eso hace que una batería de papel funcione más. Es capaz de detectar de manera muy sencilla el nivel de salinidad del sudor y eso tiene implicaciones en la detección de la enfermedad".
Uso para la Covid
Su investigación ha dado un giro, para muchos inesperado, con la llegada de la Covid-19 y que pone de manifiesto la importancia de la financiación a la ciencia. "En relación con los PCR, nos dimos cuenta que la batería puede estar integrada en un test para calentarlo a una temperatura de, por ejemplo, 65 grados. Eso nos abre las puertas a que las personas que hacen químicos y reactivos para hacer PCR portátil puedan calentar la muestra in situ, que es uno de los problemas que no están resueltos".
Esto significa que si consiguen calentar los reactivos en un papel para producir la reacción de amplificación de ADN, necesaria para la detección de la Covid-19, se podría llevar a los test de un solo uso y, de nuevo, acelerar los tiempos para saber si alguien es positivo.
"Existen test de un solo uso para saber si has tenido Covid, pero claro, el PCR lo que hace es detectar ADN y ARN del virus mismo, por lo que es más complejo y sensible. Necesita esa capa térmica, así que nosotros estamos viendo si lo podemos implementar de manera sostenible y muy low cost en un test portátil".
Y la razón por la que ha sido un pequeño vuelco a su proyecto en Fuelium es porque esta tecnología ya la estaban investigando con la financiación de la Fundación Gates, pero con el objetivo de implementarla en test de diagnóstico para enfermedades como tuberculosis, malaria o sida, "que son las típicas epidemias del tercer mundo".
"De pronto salió de forma inesperada la Covid y nos dimos cuenta de que esa tecnología también es necesaria en el primer mundo. La gente nos pregunta '¿llegáis para la Covid?', y yo digo que depende de lo que dure, estos desarrollos llevan su tiempo". Al menos, ahora se entiende mejor la necesidad de su investigación ya que, cuenta Neus, "antes la gente decía: 'Ay, la malaria, el sida… eso queda lejos'. Pues no, no queda tan lejos".
"No soy una rara avis"
La Covid ha traido 'algo bueno' consigo, y ha sido que el proyecto de Neus experimente un "importante acelerón", justamente porque esta pandemia nos ha dado de lleno y necesitamos esta tecnología. "Es curioso, las empresas que producen reactivos muchas veces decían que para el sida o la malaria los tendrían en un par de años, y de pronto los han sacado en un tiempo récord para la Covid. Lo cual nos va muy bien para probar nuestra tecnología".
Ante la situación que vivimos por la pandemia, Neus no duda en defender el trabajo de los científicos en España y soltar más de un rapapolvo contra la clase política que durante años ha limitado la financiación, unos recortes que ella misma vivió en sus carnes durante la crisis del 2008, y ha precarizado el sector científico de nuestro país.
"Se ha visto claramente que España tendría un potencial para responder a la Covid muchísimo mejor, con el montón de profesionales que hay en la ciencia, si estuviera mejor financiado. Lo que no falta en este país es talento, lo que falta es financiación y apoyo por parte del sector público". Y a pesar de su excelente currículum, difícilmente igualable, insiste: "Yo no soy una rara avis, si hubiera más financiación los casos como el mío se multiplicarían".
Y recuerda a todo el mundo que la ciencia, además de ser imprescincible en la sociedad, también da dinero. "Tenemos proyectos y clientes que vienen todos del extranjero, facturamos a nivel internacional, lo que significa que divisas extranjeras entran al país, lo que supone aumento del PIB. No vienen turistas vale, pero viene gente a comprar tecnología española".
No exagera, justamente unas horas antes de nuestra entrevista se conocieron los resultados del premio Women Innovators 2020 de la Comisión Europea y una de las ganadoras fue la española Arancha Martínez. Entre las 13 finalistas de la categoría principal, entre las que estaba Neus, España era el país con más número de finalistas.
Aunque finalmente no ganó, se toma su derrota con mucha deportividad y sobre todo, humor. "Es un orgullo. Se presentaban doscientas y pico mujeres europeas y estamos entre las 13 finalistas, es muy guay. Esto tendría que servir para que se potencie más. Está claro que si hubiera más recursos…", concluye entre la resignación y el enfado.
La "criba" desde niñas
Y es que Neus no solo ha tenido que sufrir las dificultades de financiación. Su camino ha sido más duro por el mero hecho de ser mujer. Pese a que se considera a sí misma "inmune" a los comentarios machistas, reconoce haberlos sufrido y asegura que se trata de un tema "cultural más que científico". "Como tengo mucho arrojo, mucha energía y determinación, muchas veces he notado, más que por haber estudiado ciencias por mi actitud, que me han llamado mandona o han dicho ‘la marimandona ya está aquí’".
Expresiones como "exagerada", "histérica" o "mandona" nunca se emplean para referirse a sus colegas masculinos, aunque sí se lo han dicho a ella por comportarse como una líder o exponer de manera vehemente sus visiones y sus planes "sin haber perdido los papeles, solo por levantar un poco la voz y abandonar las maneras ‘finitas’, amables y sumisas de mujer".
Reflexionando sobre estas experiencias, Neus ha llegado a la conclusión de que le resbalan los comentarios porque superó "la criba" que se hace de las mujeres para que no estudien ciencias.
"En nuestra vida las ciencias no son para mujeres. Ni si quiera aparecen en la televisión o los juguetes: los robots son para niños y las Bratz para niñas. Fíjate que incluso el Lego es de color rosa para niñas, yo me indigno. Parece que algo lo pones rosa y ya no es tan serio, y los legos rosas ya solo sirven para construir un castillo. Entonces, ya empezamos mal y creo que cuando llegamos a la facultad estamos inmunizadas, el problema es: ¿cuántas de nosotras llegamos? ¿Cuántas decimos ‘esto no es para mí’?".
"La barrera cultural está ahí y hay que eliminarla desde el principio. Creo que las que llegamos a carreras técnicas ya nos da igual. No hemos comprado ese discurso y somos lo que queremos ser independientemente de que alguien nos diga que no podemos. Por eso yo no me he identificado nunca ni con estos comentarios", afirma esta científica, que ahora enseña a sus hijos a identificar estos estereotipos en los anuncios de televisión como si fuera un juego. "Los inputs están ahí y están camuflados. Es divertido si te empiezas a fijar".